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El monstruo exhibe su rostro sin máscara ni pudor

¿Hasta dónde es capaz de llegar el régimen de la isla en su afán de desacreditar a un intelectual que no cesa de molestarle y sacarle de quicio con su simple resistencia?

Juan Carlos Cremata © Juan Carlos Cremata / Facebook
Juan Carlos Cremata Foto © Juan Carlos Cremata / Facebook

Este artículo es de hace 6 años

La sucia catadura moral de la dictadura cubana no le permite distinguir los límites entre lo admisible y la indecencia y, en su creencia de que todo vale en la confrontación ideológica, es capaz de utilizar métodos tan bajos y deleznables que acaba por retratarse en su sinrazón carente de escrúpulos.

Mi amigo, el cineasta Juan Carlos Cremata Malberti me ha conmovido esta mañana con una más de sus publicaciones recogidas bajo el título “Memoria del exilio”. Se trata de un nuevo acto de valentía, una denuncia de hasta dónde es capaz de llegar el régimen de la isla en su afán de desacreditar a un intelectual que no cesa de molestarle y sacarle de quicio con su simple resistencia.

En Cuba su irreverencia y libertad creativa no se ajustaban a lo que el Partido Comunista espera de sus intelectuales, es decir, la acarnerada e incondicional subordinación. Primero le censuraron como director teatral, luego extendieron la prohibición a su obra cinematográfica y siguieron apretando el cerco, enrareciendo el aire que respiraba hasta encontrarse ante una alternativa: asfixiarse o partir, al precio terrible de la separación de sus grandes amores. Y eligió emigrar y ha luchado con las armas de su talento y su voluntad, cosechando la simpatía y el respeto de quienes le regalamos nuestro tiempo como lectores y aplaudimos sus creaciones audiovisuales. Lo querían triste y deprimido, pero él sigue sonriendo y creando. No logran torcerle el brazo ni hacerle claudicar.

Post de Juan Carlos Cremata en Facebook

Hoy nos enteramos de que mercenarios al servicio del desgobierno de La Habana han enarbolado la condición de Juan Carlos como portador del VIH para intentar humillarlo, estigmatizarlo y acusarlo de ingrato porque en determinado momento recibió la atención médica correspondiente y eso, se supone, debía comprometerlo a perpetuidad.

Cremata cuenta hoy que en los Estados Unidos, país que le ha acogido en su nueva vida, le ofrecen sin costo alguno, los medicamentos y las atenciones especializadas para garantizar su salud y bienestar sin exigirle absolutamente nada a cambio.

Lo sucedido, además de despertar mi indignación y mi repudio, me remite a una historia personal que también pone de manifiesto los límites que la soberbia es capaz de rebasar cuando el poder quiere castigar a una “oveja descarriada”.

A fines de 2009 e inicios de 2010 pude visitar Holanda y Alemania. Estuve en Berlín y el laureado colega Amir Valle quiso entrevistarme para su revista hispanoamericana de cultura "OtroLunes". Durante el encuentro abordamos muy diversos temas, en los que hablé con honestidad e hice uso de mi libertad de expresión, sin dejar que probables represalias al regresar a La Habana me coartaran.

Poco después mi madre fue diagnosticada con un mieloma múltiple avanzado y tanto mi hermano como yo, nos consagramos a cuidarla sin desatender el alquiler de habitaciones que nos daba de comer.

El régimen sabía perfectamente que quien agonizaba había sido una combatiente del Movimiento 26 de Julio y, desde 1959, una empleada que se entregó a su trabajo en la radio cubana sin otra ambición que ganarse la vida honradamente y criar a sus hijos como hombres de bien. No obstante, cuando la referida entrevista publicada por "OtroLunes" llegó a sus manos, con verdades y argumentos irrefutables, la Seguridad del Estado, en contubernio con la Policía, organizó la más burda maniobra imaginable para despojarnos de la licencia de alquiler que nos permitía subsistir y garantizar una despedida digna, aunque sin lujos, a nuestra madre. Y tan asquerosamente vulgar, cínica y absurda fue su maniobra, que no nos costó mucho desmantelarla y dejarles en público ridículo.

No sorprenden los zarpazos de la fiera herida y desquiciada. Todo su aparato represivo tiembla y se estremece frente a mujeres vestidas de blanco y armadas con gladiolos. La respuesta a ese gesto desafiante es la fuerza bruta, los golpes, las vejaciones. ¿A dónde fue a parar el humanismo que enarbolaron los barbudos cuando entraron triunfantes a La Habana? ¿Son los ejemplos citados una muestra de la llamada “moral socialista”?

Al leer este amanecer las palabras de Cremata, sentí la necesidad de hablarle y este fue mi mensaje:

“Como te he dicho antes, muchachito querido, no sé si te sirva de algo, pero aquí te va mi abrazo y, con él, mi reverencia respetuosa. Tu fortaleza es su debilidad, tu sonrisa su frustración, tus creaciones, su rabia. Tu resistencia, tu no rendirte, hace que salgan a flote sus miserias. No tienen con qué asustarte ni amedrentarte. El terror queda para el verdugo, que se sabe condenado por la Historia y contrarreloj. Tic-tac. Sé feliz, gran hombre”.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Armando León Viera

Escritor, periodista y traductor, nacido en La Habana el 21 de junio de 1962, trabajó como presentador y comentarista en la radio y la televisión cubanas. Inició en 2014 un periplo europeo que lo ha llevado a Holanda, Suecia, Francia y España, donde reside, en Palma de Mallorca, Islas Baleares.


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Armando León Viera

Escritor, periodista y traductor, nacido en La Habana el 21 de junio de 1962, trabajó como presentador y comentarista en la radio y la televisión cubanas. Inició en 2014 un periplo europeo que lo ha llevado a Holanda, Suecia, Francia y España, donde reside, en Palma de Mallorca, Islas Baleares.