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Un disparo de fusil y el juicio de la Historia

La decisión del expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, me hace pensar en aquellos que en Cuba se hicieron adictos al poder y durante casi seis décadas han sido responsables de la bancarrota de la nación, de una diáspora de millones de compatriotas, del profundo e irreparable dolor de la familia cubana, dividida por la intolerancia y la manipulación ideológica

 © REUTERS/Sergio Pérez
Foto © REUTERS/Sergio Pérez

Este artículo es de hace 6 años

A partir de la educación que mis padres y maestros me dieron y por ser parte de mi filosofía personal, la muerte de un ser humano, lo mismo de una celebridad que del más anónimo de los habitantes de Siria o Ruanda, me causa pena y me despierta compasión por sus seres queridos.

Es una reacción habitual, se trate de una víctima inocente de un conflicto bélico o de un servidor público; por más negativo que haya sido su legado o vergonzosa su gestión. Es mi manera de sentir y, aunque siempre respeto las de mis semejantes, así como las circunstancias que las condicionan, no creo que a esta altura de mi vida vaya a cambiar mi enfoque.

Este jueves fue noticia en España que el médico forense a cargo de la autopsia ha confirmado que Miguel Blesa puso fin a su vida por mano propia. Blesa - designado entre 1996 y 2009 por el presidente del gobierno José María Aznar, pese a no tener ninguna experiencia en el sector financiero, al frente de Caja Madrid , luego convertida en Bankia y nacionalizada en 2012, por su estado de quiebra - fue condenado en marzo de 2017 a seis años de prisión por la causa de las llamadas “tarjetas black”, utilizadas por los consejeros de aquella institución, para sus escandalosos “gastos personales”, aunque la Audiencia Nacional decidió no imponer medidas cautelares hasta que la sentencia, en proceso de apelación, fuese firme.

Pero eso no es todo, también sobre sus hombros pesaban otras dos causas judiciales: una basada en los sobresueldos de la antigua caja madrileña, todavía sin concluir la instrucción y, en consecuencia, a la espera de juicio y otra por estafa en el caso de las preferentes de Caja Madrid, cuando colocaron 3.000 millones de euros – entre los cuales se encontraban los ahorros de muchísimos españoles y españolas de a pie, e infinidad de jubilados - en productos de alto riesgo a personas sin conocimientos financieros.

Para que se tenga una idea de la tragedia generada, Bankia llegó a tener 300.000 clientes devastados por los productos vendidos por Caja Madrid y Bancaja. Los ahorros, la seguridad financiera, los planes y esperanzas de cientos de miles de personas y sus familias, lanzados a un irresponsable juego de azar.

Para hacer el caso más peculiar todavía, como decimos los cubanos, Blesa “se mató como Chacumbele” cuando cometió una imprudencia imperdonable en alguien que se desenvuelve en las altas esferas: en mensajes enviados a amigos suyos a través del correo electrónico en sus últimos tiempos en Caja Madrid, alardeó del nivel de vida que se permitía y que incluía safaris en África, una carísima colección de rifles de caza, joyas, placenteros viajes a granel y compras de vinos de elevadísimos precios para la entidad que presidía, entre muchas otras “lindezas”.

En medio de la investigación en torno a las “tarjetas black”, aquellos mensajes fueron añadidos a las evidencias del caso y significaron una estocada fatal para la reputación de quien llegó a ser una de las figuras más influyentes en la España de aquellos años. Como colofón a tanto exceso, también se hizo público que solo entre 2007 y enero de 2010, el funcionario había cobrado salarios por más de doce millones de euros.

Los familiares más cercanos afirman que Miguel Blesa no parecía deprimido o desaminado en días recientes, aunque podamos imaginar su honda preocupación por lo que le vendría encima de un momento a otro. Próximo a sus setenta años, con salud, energías y, tras haber disfrutado de un altísimo tren de vida que ya no tenía, ante él se abría la perspectiva de la prisión, el deterioro de su bienestar y, en caso de sobrevivir a la condena, el abandono de la penitenciaría convertido en un anciano.

Considero que fue eso lo que más pesó en la decisión de Miguel Blesa de empuñar uno de sus fusiles de caza y poner fin a su existencia. No tengo manera de saberlo, pero no creo que haya sufrido algún cargo de conciencia por el daño causado con su proceder a las vidas de cientos de miles de compatriotas.

Y eso me hace pensar en aquellos que en Cuba se hicieron adictos al poder y durante casi seis décadas han sido responsables de la bancarrota de la nación, de una diáspora de millones de compatriotas, del profundo e irreparable dolor de la familia cubana, dividida por la intolerancia y la manipulación ideológica. No puedo afirmar a ciencia cierta cuál será el final de esos señores, si morirán sobre una cama como Fidel Castro, o si lograrán negociar su futura tranquilidad para disfrutar de la fortuna que han amasado a costa de la miseria y la infelicidad de su pueblo.

No pienso que sientan el más mínimo escrúpulo ni arrepentimiento y mucho menos que teman hoy verse juzgados como corresponde y acabar sus días en una prisión. Tampoco los visualizo despidiéndose del paraíso que construyeron, para ellos y sus cómplices, a la manera de Ernest Hemingway o Miguel Blesa.

Eso sí, además de la vergüenza que me hacen sentir como cubano impotente para cambiar el presente de mi país, siento una profunda pena por esos millonarios, tan miserables como seres humanos. El juicio de la Historia será implacable con ellos, aunque eso nunca les haya importado.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Armando León Viera

Escritor, periodista y traductor, nacido en La Habana el 21 de junio de 1962, trabajó como presentador y comentarista en la radio y la televisión cubanas. Inició en 2014 un periplo europeo que lo ha llevado a Holanda, Suecia, Francia y España, donde reside, en Palma de Mallorca, Islas Baleares.


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Armando León Viera

Escritor, periodista y traductor, nacido en La Habana el 21 de junio de 1962, trabajó como presentador y comentarista en la radio y la televisión cubanas. Inició en 2014 un periplo europeo que lo ha llevado a Holanda, Suecia, Francia y España, donde reside, en Palma de Mallorca, Islas Baleares.