APP GRATIS

Remembranzas de Dulce María Loynaz y sus 94 abanicos

“Una vida de amor. Colección de abanicos de Dulce María Loynaz” se titula la muestra que expone el Museo Nacional de Artes Decorativas hasta septiembre

Colección de abanicos de Dulce María Loynaz © www.cubahora.cu
Colección de abanicos de Dulce María Loynaz Foto © www.cubahora.cu

Este artículo es de hace 6 años

Exposición inaugurada en el Museo de Artes Decorativas de conjunto con el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, Una vida de amor. Colección de abanicos de Dulce María Loynaz muestra 94 abanicos (la misma cantidad de años de vida) de la poetisa ganadora de los premios Nacional de Literatura (1987) y Cervantes (1992).

Los 94 abanicos expuestos fueron cuidadosamente seleccionados, restaurados y conservados en tanto se trata de piezas muy antiguas, y de diferentes estilos, técnicas y materiales. Algunos son auténticas obras de arte, como el que firma Madeleine Lemaire, pintora del siglo XIX, amiga de Marcel Proust e inspiradora de su obra, o los Vernis Martin creados en el siglo XVIII.

En una colección de alrededor de 300 abanicos, muchos de ellos reunidos en sus viajes por diversos países, Dulce María añadió ejemplares pertenecientes a grandes familias de la aristocracia cubana como los que pertenecieron a las Marquesas de Zuazo Rendón y a la de Pinar del Río.

Los abanicos aquí reunidos fueron coleccionados no solo por Dulce María Loynaz, sino por varias mujeres de su familia (Dulce guardó con esmero los abanicos de su abuela y de su hermana Flor) y luego ella misma, desde niña, los coleccionó, catalogó e inventarió, pero curiosamente apenas los usaba, puesto que sus más preciadas piezas constituían frágiles obras de arte, fáciles de perder y difíciles de reunir.

Su colección de abanicos fue una de las más reconocidas del mundo y la poetisa tuvo la suerte de verla terminada y exhibida, por primera vez, en el Museo de Bellas Artes en 1958, cuando en las palabras inaugurales la poetisa se dirigió a los presentes agradeciendo a “a todos los que han venido a manifestarme su personal interés en algo tan mío y tan amado por mí, como mis abanicos”.

Durante su larga vida, por lo menos en las primeras cinco décadas, Dulce María Loynaz no solo coleccionó abanicos de nácar, madera, marfil, carey, con pinturas en tela, seda, cabritilla o plumas, con incrustaciones en oro y piedras preciosas, de encajes, sino también porcelanas de gran tamaño y vajillas europeas y asiáticas.

En este año 2017 se cumple el aniversario 30 de su Premio Nacional de Literatura, el 25 de su Premio Cervantes y los 20 de su fallecimiento. Para Dulce María entre sus abanicos más queridos estaban el que recibió cuando le entregaron el Premio Cervantes y otro decorado con la bandera cubana.

¿Qué opinas?

COMENTAR

Archivado en:

Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.


¿Tienes algo que reportar?
Escribe a CiberCuba:

editores@cibercuba.com

 +1 786 3965 689


Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.