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“Sonando en Cuba III”: La Lupe y Barbarito Diez estarían en Zona Caliente

La tercera temporada de “Sonando en Cuba” está sentando mal precedente por la flagrante incoherencia para seleccionar “salvados” y “condenados”

Sonando en Cuba Zona caliente © www.sonandoencuba.icrt.cu
Sonando en Cuba Zona caliente Foto © www.sonandoencuba.icrt.cu

Este artículo es de hace 6 años

A la altura de la más reciente edición de la tercera temporada de Sonando en Cuba, el impacto del programa ha comenzado a disminuir, sobre todo debido a falta de cuidado en ciertos detalles como la selección de los “salvados” de acuerdo con algún criterio que el público pueda comprender e incluso compartir.

Un proyecto que no solo puso al día a la televisión cubana en términos de reality shows de talento, sino que la engalanó con una visualidad agradable y contemporánea, corre el riesgo de perder lo mucho avanzado en las dos primeras temporadas debido a malas elecciones de quienes pretenden luchar contra el imposible de ser juez y parte.

Si se queda fuera la dulzura melodiosa de Anamary de la Caridad, si Lisandra del Río, la muchacha con la voz más potente de la región oriental tampoco clasifica, ni Víctor Daniel, el sonero con mejor proyección escénica y carisma de la región central logra convencer a los jurados, y los tres fueron a parar directamente a la zona caliente, a confiar en el gusto del respetable, uno se pregunta cuáles son los argumentos y criterios que amparan la elección de unos y el desdén a los otros.

Y aunque debe decirse que los tres jurados, Haila, Mayito y Paulo (sobre todo los dos primeros) cada vez explican mejor sus arbitrajes, algunos jurados parecían estar buscando un cierto cantante ideal que solo está en sus mentes, porque parecen olvidar que todos los artistas, incluso los más grandes, evidencian pequeñas imperfecciones que contribuyen a redondear su personalidad escénica, su estilo.

Es absolutamente respetable la labor de cualquier jurado, máxime de un grupo supercalificado como este, un grupo que además trabaja durísimo por lograr un buen resultado en escena, pero resultaron incomprensibles los argumentos que expresaron para excluir a concursantes evidentemente más talentosos que algunos de los elegidos.

A este paso, hasta La Lupe se hubiera quedado fuera, por no tener capacidad para hacer segunda voz, y Barbarito Diez seguramente sería excluido por su pobre proyección escénica, es decir, por no dejar la piel en el escenario. El lector puede seguir enumerando glorias de la música cubana que se hubieran quedado fuera por carecer de la perfección tecnicista que parece estar exigiendo el jurado.

Ojalá que los votos del público rescaten a estos artistas incipientes cuyas futuras carreras pueden resultar tremendamente laceradas por una mala decisión de los jurados, porque no todo el mundo tiene la voluntad de Elena Burke, quien insistió tres veces en La Corte Suprema del Arte, y las tres veces le tocaron la campana, porque a los respetables jurados no les pareció convincente la mejor cantante cubana de la segunda mitad del siglo XX.

Además, es preciso que cuanto antes el programa cumpla lo que promete su slogan en cuanto a la divulgación de la mejor música cubana, y los mentores animen a los concursantes a elegir entre las decenas y centenares de extraordinarias canciones cubanas, y no pasen dos o tres ediciones sin que se escuche ni un solo clásico.

Los tres jurados brillan entre las grandes estrellas de la música popular bailable, pero es preciso tratar de evitar el culto a la personalidad y los egos desmandados, porque simplemente sufrirá la credibilidad y alcance del proyecto.

Porque Sonando en Cuba, aunque algún mandamás pueda creerlo, nunca llegó a la pantalla para acariciar el ego de nadie, sino para orgullo y disfrute de TODOS nosotros, dondequiera que estemos, y por lo tanto para la recreación y exaltación de TODOS los géneros de la música cubana y sus clásicos, sin que lo bailable y popular se convierta en finquita particular, o en una bandera para esgrimirla en detrimento de otras manifestaciones.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.


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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.