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“Peseteros” en La Habana

“¡Arriba, cambia tu menudo aquí que la alcancía no te da vuelto!”, es el pregón del pesetero en una parada de la Calle G.

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Este artículo es de hace 6 años

Hay en Cuba oficios peculiares como el del “grabador de memorias flash”, pero el oficio del “pesetero” demuestra como ningún otro cómo la necesidad y la oportunidad hacen salir lo mejor de la creatividad del cubano.

Su trabajo consiste en cambiar billetes y monedas por menudo blanco (específicamente por pesetas de a 20 centavos) a razón de 80 centavos por cada peso.

Ganan 20 centavos por cada peso que cambian, y el cliente, a su vez, evita tener que echar el peso entero en la alcancía de la guagua.

“Todo el mundo sale bien, menos los choferes, que son los únicos que a veces se ponen bravos…, imagínate, antes todo el mundo echaba el peso completo y ahora el que se lo puede ahorrar se lo ahorra y con uno solo da dos viajes”dice Carlos, que desde el parque El Quijote combina la venta de maní tostado con el peseteo.

“El menudo ha perdido su valor, en los mercados y en todas partes lo redondean todo a precios redondos, pero siempre hay gente que lo necesita, para las guaguas y las farmacias, por ejemplo”.

Carlos, Pesetero en La Habana

En un día normal de trabajo puede cambiar más de 100 pesos y ganarse cerca de 25. Es el equivalente a un salario promedio mensual en Cuba. Pero en vacaciones hay pocos estudiantes en esa zona y solo cambia entre 30 y 50.

También hay clientes que cambian 5, 10 y hasta 20 pesos de una sola vez.

Carlos no sabe a quién se le ocurrió la idea. Lo que sí sabe es que “los cubanos siempre estamos cerca de la que se cayó; por eso hemos sobrevivido”.

En el banco les cambian la cantidad de dinero que quieran sin complicación alguna; y en la calle los inspectores y policías no se meten con ellos.

“Vaye y pregunte al pueblo si lo estamos ayudando o no; porque el pueblo está contento”— dice confiado Israel, que trabaja en las paradas de los parques El Curita, Aldama y de la Fraternidad.

Y una señora con cara de pueblo lo apoya: “claro que sí, cuando no viene el pesetero la guagua te cuesta un peso”.

Israel, Pesetero en La Habana

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