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"Esto me recuerda a Bagdad", dice un veterano de guerra residente en los Cayos

Frank Veltri, es un antiguo miembro de la fuerza aérea estadounidense que sirvió en Bagdad (Irak) en 1999 y se encuentra en los Cayos damnificado por Irma.

Islamorada, tras Irma © Junior DeLonge/Youtube
Islamorada, tras Irma Foto © Junior DeLonge/Youtube

Este artículo es de hace 6 años

Islamorada (EE.UU.), 13 sep (EFE).- Frank Veltri es un antiguo miembro de la fuerza aérea estadounidense que en 199 sirvió en Bagdad, Irak, y que ahora mira el revoltijo de hierros, fango y maderas en el que ha terminado su casa móvil en los Cayos de Florida, arrasados por el paso del huracán Irma.

"Esto me recuerda a Bagdad", dice a Efe el veterano en el emplazamiento donde solía estar su frágil vivienda y de la que no le queda "absolutamente nada", luego de dejarla atrás el pasado viernes tras atender las sugerencias de las autoridades y evacuar rumbo a Fort Lauderdale, al norte de Miami.

En el campamento de casas móviles Seabreeze, en el Cayo de Islamorada, donde solía estar el domicilio de Veltri, la devastación ocasionada por Irma alcanza a sus cerca de 100 residentes con apenas matices de diferencia.

La vecina de Veltri, Sharon Noeller, observa los restos de paredes de lo que era su casa, que incluía, dice, una "master room" con vistas inmejorables al Atlántico, y de la que recoge lo poco que se salvó: Una guitarra personalizada, cestas heredadas de su abuela e imanes de la nevera.

De la casa móvil donde esta estadounidense de 50 años quería terminar sus días, tocando su guitarra frente al mar junto a su esposo, solo queda el suelo de concreto tras el paso la mañana del domingo del huracán Irma, con categoría 4, por este conjunto de islas en el extremo sur del estado.

"Regreso a Okaala, donde está ahora mi hija y adonde fuimos a guarecernos pocas horas antes de que llegara el huracán", señaló a Efe Noeller.

La carretera US1, que conecta los Cayos con la península de Florida, se mantiene hoy en un buen trecho cerrada a residentes y dueños de negocios mientras las autoridades culminan los trabajos de recuperación tras los destrozos que ocasionó Irma, que al cabo de cruzar Florida de sur a norte el martes se disipó sobre Alabama.

Por aquí circulan camiones de la compañía eléctrica Florida Power & Light (FPL) transportando postes de tendido, así como ambulancias y camiones de abastecimiento con matrícula de lugares tan lejanos como Nueva York.

En Seabreeeze y sus alrededores, lo que es un típico día de verano contrasta con los escombros y casas dañadas en medio de un predominante olor a mangle podrido, tal como se ve replicado en otras partes de los Cayos, en donde la gran mayoría de sus más de 80.000 habitantes aún no cuentan con fluido eléctrico ni telefonía.

Eric Irizarry, un estadounidense de origen puertorriqueño que lleva cuatro años en Seabreeze abre a Efe las "puertas" de lo que fue su casa, un tráiler verde de madera que su suegra compró hace tres meses.

"Lo teníamos todo a nuestro gusto. Vivíamos aquí una viva tranquila y feliz", evoca con amabilidad mientras enseña lo que parece que fue una pequeña casa, cómoda, austera y con vistas al mar.

Todo un "lujo", dice, distribuido en dos habitaciones, un baño, patio y traspatio, y con electrodomésticos que ahora son chatarra.

Irizarry, de 41 años y mecánico de profesión, huyó para West Palm Beach poco antes de que Irma "estropeara" su apacible vida, cuyos "residuos" mete ahora en el maletero de un automóvil.

"Ahora la pelea está con la compañía de seguros", afirma de cara al futuro.

Cerca del Cayo Marathon, todavía cerrado al público, hay escasas personas transitando en el exterior, mientras que en el Cayo Grassy, Armando (Mandy) Rodríguez, fundador del Dolphin Reseach Center (Centro de Investigaciones para Delfines), atiende a la prensa.

Los 27 delfines y cuatro focas marinas recibidas de todas partes del mundo están a salvo, informa este cubano-estadounidense que se exilió en EE.UU. en los años 1960.

Irma, que ha dejado por el momento una treintena de fallecidos en el país, según la contabilidad de autoridades locales y medios estadounidenses, sin duda se cebó con los Cayos, uno de los reclamos turísticos de Florida y que ahora es referida como la "zona cero".

Esta cadena de islas de 110 millas de largo tardará "semanas" en recuperarse, según autoridades federales.

De acuerdo a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por su sigla en inglés), el 90 % de los edificios de los Cayos de Florida resultaron dañados y el 25 % quedaron totalmente destruidos.

Bien lo saben los vecinos de Seabreeze que hoy cierran una etapa de su vida, así como el resto de vecinos de Los Cayos.

"Vivir en el paraíso tiene un precio", resumió en Marathon un cubano que prefirió no identificarse y que trataba de rescatar un bote que se salió del mar. EFE

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