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Habitantes de poblados cercanos al epicentro del terremoto en México critican la falta de ayuda

Mientras Ciudad de México ha sido sobrecargada con voluntarios ansiosos de brindar apoyo, otras zonas más apartadas han recibido menos atención.

Montañas de escombros en el municipio mexicano de Jiquipilas © Twitter / @gobmx
Montañas de escombros en el municipio mexicano de Jiquipilas Foto © Twitter / @gobmx

Este artículo es de hace 6 años

Huautla, México (Reuters) - Los pobladores de las zonas más cercanas al epicentro del terremoto de México, que se ha cobrado hasta el momento la vida de 307 personas, se muestran incrédulos ante la falta de asistencia del Gobierno.

Mientras la capital del país ha sido sobrecargada con voluntarios, los territorios más apartadas de los estados Morelos y Puebla han recibido menos atención.

Intentando enmendar la situación, un importante grupo de socorristas se precipitó el viernes a las carreteras de esos estados, abriéndose paso a pie entre arroyos para entregar alimentos, agua y medicinas a las poblaciones más remotas ubicadas en lo alto de las montañas.

La reacción desinteresada de los voluntarios supera ampliamente la respuesta del Gobierno y contrasta con la actitud de los partidos políticos, que tratan de competir entre sí con donaciones a los esfuerzos de socorro.

"Nos sentimos agradecidos con los voluntarios y decepcionados con el Gobierno", expresó Yesenia Vergara, que vio con sus dos hijas como los temblores golpearon su casa en apartada población de Huautla.

Precisamente la sacudida se produjo días después que las aguas del río, crecidas por las lluvias, inundaran todo de ramas, rocas y barro.

Dos semanas más tarde, el terremoto más mortífero en México en tres décadas le dio un segundo golpe a su sencilla vivienda, financiada con el dinero enviado por su marido desde Estados Unidos.

"Es el fin del mundo, pensé. Ya es el tiempo que Dios nos va a llamar a entregar cuentas", dijo Vergara, mientras recordaba el momento en que el sismo la sorprendió la tarde del martes. "El pueblo se estaba reponiendo y se vino otra tragedia", comentó.

Un granito de arena

Aunque el terremoto no destruyó inmuebles en Huautla, el alcalde Miguel Medina dijo que 10 familias del poblado de unas 1,000 personas fueron evacuadas debido a daños en las estructuras.

Fortino García, un taxista de 48 años de Ciudad de Cuernavaca, se encontraba entre un grupo de personas que había viajado desde la capital para entregar ayuda a las comunidades de la zona.

Aunque aprobó la reacción del Gobierno al terremoto, criticó a muchos políticos que, según él, trataban de capitalizar la tragedia mediante la colocación de calcomanías con su nombre o el de su partido a donaciones que habían sido recolectadas por voluntarios.

"Desgraciadamente muchos políticos se están colgando de esto para hacer proselitismo", dijo el taxista en la plaza principal de Huautla después de entregar pañales, toallas sanitarias y agua.

Algunas personas mostraron resentimiento sobre cómo la ayuda estaba siendo distribuida por los funcionarios de la localidad, a quienes acusan de seleccionar en su beneficio los suministros de mejor calidad y dejar a los pobladores el resto.

Sin embargo, Medina negó que él o alguno de sus empleados se hubiera beneficiado de la ayuda, que a su juicio proviene de todo el mundo.

"Gente de otros países han venido para darnos su granito de arena", dijo. "Estamos muy sorprendidos y agradecidos".

Presuntos irregularidades con las donaciones

Sin embargo, los rumores de supuestos manejos oscuros de las donaciones se podían encontrar casi en cada esquina.

Como gran parte de México, el crimen y la violencia en Huautla han aumentado dramáticamente en los últimos años, según un comerciante que se negó a revelar su nombre por miedo y que agregó que algunos pobladores tomaron las armas el mes pasado y se instalaron en la entrada de la ciudad para alejar a extraños.

En julio, dijo, una anciana fue asesinada cuando intentó evitar un robo en su casa, algo que antes no se había oído en este tranquilo asentamiento agrícola.

Dado el impacto de la inundación, el terremoto y la creciente violencia, el comerciante dijo estar menos optimista sobre el futuro de su hija adolescente, que lo escuchaba hablar a su lado.

"Estamos con miedo", dijo el comerciante. "Ya no es como antes".

Editado por Noé Torres y Rodrigo Charme.

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