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Cerro Belmonte, un barrio madrileño que se independizó y pidió asilo político a Fidel Castro

“Al llegar a la embajada me metieron en un cuartito con dos personas y una radio con música caribeña a todo volumen. Decían que había que hablar así por si había micrófonos ocultos. Yo no entendía nada”

Cerro Belmonte y Fidel Castro © El Español
Cerro Belmonte y Fidel Castro Foto © El Español

Este artículo es de hace 6 años

En medio de la furia independentista catalana que acapara portadas en España, la prensa de ese país nos recuerda esta semana la historia de Cerro Belmonte, un barrio madrileño que en el verano de 1990 proclamó su independencia y se convirtió en un reino sin rey.

Según resume el diario El Español, Cerro Belmonte era un poblado modesto que ocupaba el distrito de Valdezarza, en Madrid, y albergaba a unas 250 personas, cuando el Ayuntamiento de la ciudad lo incluyó en un nuevo plan urbanístico.

Ello significaba expropiar a los vecinos del barrio, que no se querían marchar de allí porque contaban con casas amplias y patios. La administración, además, fijó el precio de la expropiación en 5.018 pesetas el metro cuadrado, una cantidad irrisoria que enfadó a los propietarios.

“Les echaban de sus casas contra su voluntad y por cuatro duros. Por si fuera poco, para realojarlos les proponían zonas como Vallecas o Villaverde, muy lejos de su barrio”, apunta la publicación.

Encabezados por una abogada, los vecinos elevaron el tono de las protestas y de consultas al Ayuntamiento y pasaron a manifestaciones cada vez más ruidosas. En medio de este panorama, era bien conocida la deteriorada relación diplomática entre La Habana y Madrid.

Ante la postura renuente de las autoridades, los vecinos se dirigieron a la embajada cubana en España y entregaron una carta pidiendo asilo político a Fidel Castro. “Aquello no pretendía ser más que un acto simbólico”, dijo la abogada, que solicitó al Español mantenerse en el anonimato.

“A las tres de la madrugada del día siguiente recibí una llamada en casa. Eran de la Embajada de Cuba. Me dijeron que pasaría un coche a por mí enseguida”, recordó.

“Al llegar a la embajada me metieron en un cuartito con dos personas y una radio con música caribeña a todo volumen. Decían que había que hablar así por si había micrófonos ocultos. Yo no entendía nada”, relató.

La letrada fue cuestionada por los diplomáticos cubanos sobre cuántos de los vecinos se irían a vivir a Cuba, a lo cual finalmente negoció que no a vivir, pero sí a visitar la isla, siempre y cuando los gastos del viaje y la manutención corriesen por el gobierno de Castro.

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“Fuimos a La Habana a mediados de agosto, para coincidir con el cumpleaños de Fidel, que era el día 13. Allí nos recibieron con honores de estado y nos tenían preparados unos obsequios: un puro habano para los hombres y una especie de estambre para las mujeres. Los vecinos veían aquello y cuando recibían el regalo se volvían a poner a la cola. Uno de los funcionarios que nos recibió me acabó preguntando: “Oigan, ¿ustedes cuántos han venido? Porque tenemos apuntadas 25 personas pero hemos dado ya más de 60 regalos”. Ahí ya vi que no iba a ser un viaje fácil”, rememora la abogada.

Con el viaje a Cuba, casi todos los medios de España se hicieron hecho eco del reclamo independentista. “El diario Egin nos llamaba a menudo, nos entrevistaba en su canal de radio. A ellos les interesaba tener gente en Madrid que pidiese la independencia, pero nosotros les repetíamos que nuestra lucha no tenía nada que ver con la suya, que nosotros nos volveríamos a España cuando estuviese todo resuelto”.

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Después de un referéndum improvisado que resultó en el SÍ, se constituyó el Reino de Cerro Belmonte: "Era un reino sin rey. Le pusimos reino porque fue el nombre que más le gustó a la gente”, señaló la abogada. El nuevo reino aglutinaba también el Principado de Villaamil y el Condado de Peña Chica.

Los vecinos cerraron fronteras con unas vallas de obra, cortaron la circulación en las calles principales y montaron tiendas de campaña en el campo de fútbol. Incluso se diseñó una bandera, con tres franjas horizontales, roja, blanca y roja, con un triángulo blanco en un lado, como la de Cuba.

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Después de un gran alboroto mediático, finalmente el Ayuntamiento cedió y sacó al barrio del plan urbanístico. El gobierno de Cerro Belmonte y aledaños derogó la independencia y volvió a unirse a España.

"Cuando se anuló la expropiación se perdió el espíritu de unión. Se vieron muchas miserias. Cada uno empezó a negociar por su cuenta y hubo muchas discusiones y episodios muy feos (…) Tiré como 3 kilos de papel, no quise saber nada más de aquel tema", afirmó la abogada.

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