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Sullivan Barrera, cuando la paciencia se convierte en éxito

Cuando el cubano Sullivan Barrera leyó lo que casi nadie creía (el retiro de Ward) y entendía del todo, en su interior pensó que le llegaba su hora, que sería el indicado para luchar por una de las fajas abandonadas.

Sullivan Barrera © Twitter/ HBO
Sullivan Barrera Foto © Twitter/ HBO

Este artículo es de hace 6 años

El sorprendente retiro del estadounidense Andre Ward dejó aturdida la división semipesada en el concierto boxístico profesional. Sin previo aviso, Ward dijo adiós y esto cambió drásticamente un panorama que hasta cierto punto se veía ordenado, porque el rey olímpico de Atenas 2004 era el campeón de la Asociación Mundial, la Organización Mundial y la Federación Internacional de Boxeo.

En la cima de su carrera, a los 33 años de edad, el “Hijo de Dios”, considerado, para colmo, el mejor libra por libra del planeta, expuso que no deseaba arriesgar más y que lo mejor era irse así, victorioso, feliz, invicto y visto como el segundo norteamericano más influyente en el arte de Fistiana en los últimos 15 años, apenas superado por el mediático Floyd Mayweather Jr.

A pesar de todo ello, el mismo Ward que semanas antes había noqueado a Sergey “Krusher” Kovalev para suprimir las dudas de algunos en cuanto a su calidad, se despidió, desordenó el programa competitivo del peso, caldeó el ambiente y se colocó los anteojos para, desde ahora, ver los toros sentado en una butaca.

Cuando el cubano Sullivan Barrera leyó lo que casi nadie creía (el retiro de Ward) y entendía del todo, en su interior pensó que le llegaba su hora, que sería el indicado para luchar por una de las fajas abandonadas. Su ilusión no era un sinsentido, no era una utopía, no era un pensamiento carente de argumentos elaborados y sopesados. No. Sin embargo, el sueño se evaporó a la velocidad de un chasquido de dedos.

El Sullivan que alucinaba era el mismo que expuso su invicto el 26 de marzo de 2016 ante un Ward que devoró sus aspiraciones, que lo mandó a la lona en el tercer acto, que se maximizó en el Oracle Arena de su natal Oakland y que lo venció categóricamente con tarjetas de 117-109, 119-109 y 117-108.

Al final, los decisores nuevamente fueron contra la corriente y el ruso Dmitry Bivol y el australiano Trent Broadhurst fueron los elegidos para contender por el título vacante de la AMB el 4 de noviembre próximo, en el Salle Médecin del Casino Monte-Carlo, de Mónaco.

Ofuscado, meditabundo, molesto, al “Hijo de Fefita” no le quedó más que esperar, porque “el que puede tener paciencia puede tener lo que quiera”, según uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos, Benjamin Franklin. Y ello lo entendió Barrera, a quien ya le está llegando la recompensa.

De acuerdo al sitio especializado Boxeo Cubano, Sullivan estará en la cartelera del ruso Kovalev ante el ucraniano Vyacheslav Shabransky, del 25 de noviembre, en el Teatro del Madison Square Garden de Nueva York. (Sí, la misma locación que albergará un par de semanas después el esperado combate entre Vasyl Lomachenko y Guillermo Rigondeaux).

Las noticias indican que la pelea cortina entre el excampeón mexicano Orlando “Siri” Salido y el boricua Jonathan “Polvo” Oquendo ha sido excluida y que el guantanamero cubrirá ese espacio, aunque aún no se ha determinado quién será su rival de turno. Lo paradójico es que en algún instante, el nombre del antillano se manejó para protagonizar la velada contra el otrora mandamás de la división, Kovalev. Empero, dijo Sullivan, “los términos de la pelea fueron abrumadores”. Sin otra opción que brillar, Barrera regresará a la arena, dispuesto a luchar por el trono.

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