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Turista que se hospedó en el Capri en 2014 dice haber sufrido síntomas similares a víctimas de ataques acústicos

La inexplicable enfermedad de Chris Allen se prolongó durante meses y desconcertó a media docena de neurólogos en Estados Unidos.

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Este artículo es de hace 6 años

El turista norteamericano Chris Allen pudo ser víctima de un ataque acústico en La Habana, tras haberse hospedado en 2014 en el Hotel Capri, sitio que también visitaba frecuentemente el personal diplomático de Washington en Cuba.

Allen ha relatado a Associated Press su dramática experiencia, y cómo tras conocerse el episodio de los ataques acústicos ―en el pasado mes de agosto― comenzó a recibir gran cantidad de llamadas teléfonicas de amigos y familiares que conocían la anécdota de su raro episodio en Cuba, el cual derivó en varios meses de consultas médicas posteriores en EE.UU.

Dedicado al mundo de las finanzas y procedente de Carolina del Sur, Chris Allen se vio obligado a interrumpir su viaje a la Isla, en abril del año 2014 ―ni había comenzado el "deshielo"― porque de repente durante su primera noche en La Habana, justo antes de irse a dormir, sufrió una brusca pérdida de sensibilidad de sus extremidades inferiores y superiores.

"Fue tan notable y tan repentino que no podía pensar en otra cosa, y realmente me aterró", ha dicho Allen (de 37 años). La inexplicable enfermedad se prolongó durante varios meses y desconcertó a media docena de neurólogos en Estados Unidos.

AP revela que este norteamericano forma parte de una lista creciente de estadounidenses que se hacen la misma pregunta alarmante, y para la cual de momento no hay respuesta: “¿También nosotros fuimos víctimas?”

Ante la falta de una respuesta clara sobre la naturaleza del arma, del autor y de las motivaciones de estos “ataques”, EE.UU. y Cuba no han podido impedir que estos acontecimientos hayan generado una crisis en las relaciones diplomáticas entre ambos países.

Las recientes advertencias del Departamento de Estado sobre los viajes a Cuba han comenzado a pasar factura a dos años de lentos pero ciertos progresos bilaterales que ―si bien con el cambio de Administración ya peligraban― ahora, ante la crisis diplomática en marcha, se encuentran al borde del colapso.

Hay un hecho perturbador común tanto para los turistas como los diplomáticos: no existe un análisis que permita determinar quién fue atacado con una misteriosa arma invisible, y quién padeció síntomas similares pero no vinculados con los ataques.

De momento Washington no ha revelado los criterios para demostrar su afirmación de que 22 empleados de la embajada y sus parejas fueron víctimas "médicamente confirmadas", tal como asegura el Gobierno.

Entre las declaradas como víctimas de “ataque acústico”, se encontraría un médico del Gobierno norteamericano que fue afectado en La Habana, mientras analizaba y trataba a los estadounidenses en la embajada.

La gravedad del daño varía según quién lo relata, y si bien Estados Unidos no ha culpado a nadie por el momento de los ataques, el presidente Donald Trump sí dijo hace pocos días que considera a Cuba "responsable". El gobierno cubano, por su parte, ha negado desde el comienzo todo tipo de participación o conocimiento de los ataques.

La sorpresa, el carácter imprevisible de los acontecimientos relacionados con este escabroso tema, sigue siendo el arma maestra de un conflicto que parece haber llegado para quedarse, y eternizar una enemistad que parecía tenuemente aliviada.

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