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EE.UU. explica por qué votó a favor del embargo a Cuba

La Embajadora Nikki Haley, Representante Permanente de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, fue quien expuso cada uno de los argumentos que tuvieron en cuenta para emitir el sufragio.

Nikki Haley © https://cu.usembassy.gov
Nikki Haley Foto © https://cu.usembassy.gov

Este artículo es de hace 6 años

Dos meses y medio antes de que el expresidente Barack Obama abandonara la Casa Blanca, el gobierno de Estados Unidos se abstuvo por primera en su voto de la resolución sobre la necesidad de poner fin al bloqueo impuesto contra Cuba durante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, organizada el 26 de octubre de 2016.

El mundo parecía congelado tras las palabras de Samantha Power, en aquel momento la embajadora norteamericana ante la ONU, quien en su alocución explicó los por qué de la decisión.

Con la llegada al poder del actual mandatario, Donald Trump, todo volvió a la normalidad, y este primero de noviembre Estados Unidos e Israel votaron a favor de mantener el bloqueo comercial y financiero contra la Isla.

La Embajadora Nikki Haley, Representante Permanente de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, fue quien expuso cada uno de los argumentos que tuvieron en cuenta para emitir el sufragio: “El pueblo estadounidense apoya firmemente su sueño de vivir en un país donde puedan hablar libremente, donde tengan acceso sin censura a Internet, donde puedan mantener a sus familias y donde puedan elegir a sus líderes”, refirió sobre la situación política en Cuba.

Este es el discurso integro en español.

Embajadora Nikki Haley
Representante permanente de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas
Misión de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas
Ciudad de Nueva York
1 de noviembre de 2017

Buenos días. Quisiera primero transmitirles mis condolencias de parte de los Estados Unidos a nuestros hermanos y hermanas en Argentina y Bélgica. Ciudadanos de ambas nacionalidades están entre las víctimas del atentado terrorista ocurrido ayer en la Ciudad de Nueva York. Y aunque nos sentimos desolados, nuestra determinación sigue siendo firme. Atacaron nuestra ciudad. Es aquí donde todos nos reunimos y trabajamos juntos. Pero siempre debemos ser suficientemente fuertes para hacerles entender que el terrorismo no va a ganar. Si nos mantenemos unidos, derrotaremos a este mal de una vez y para siempre. Muchísimas gracias por haber expresado sus condolencias y por el apoyo y los cálidos deseos que nos han enviado. Ciertamente los valoramos.

Durante más de 55 años, el régimen cubano ha usado este debate en la Asamblea General de las Naciones Unidas como factor de distracción para desviar la atención del mundo de la destrucción que ha provocado sobre su propio pueblo y otros pueblos en el Hemisferio Occidental.

Incluso durante la crisis misilística cubana, cuando la dictadura de Castro permitió que la Unión Soviética instalara en forma secreta misiles nucleares en Cuba, el régimen cubano y sus aliados soviéticos sostuvieron que la verdadera amenaza a la paz no eran los misiles que apuntaban contra Estados Unidos. La verdadera amenaza, según dijeron, era que Estados Unidos hubiera descubierto estos misiles. En ese momento, el embajador estadounidense ante las Naciones Unidas, Adlai Stevenson, identificó el hábito del régimen cubano de señalar en cualquier dirección, menos a sí mismo. Dijo al respecto: “Esta es la primera vez… que escucho que digan que el delito no es el robo sino haber descubierto al ladrón, y que la amenaza no son los misiles clandestinos en Cuba sino su descubrimiento y las medidas limitadas que se tomaron para impedir una mayor propagación”.

Hoy, el delito es la persistente represión por parte del gobierno cubano de su propio pueblo y su fracaso para cumplir incluso con los requisitos mínimos de una sociedad libre y justa. Nuestra respuesta ha sido apoyar al pueblo cubano en su derecho a definir su propio futuro. Por ello, cada año, se desperdicia el tiempo de esta Asamblea considerando esta resolución. Y Estados Unidos es blanco de todo tipo de señalamientos ridículos, con tal de distraer la atención del régimen que en verdad es responsable por el sufrimiento del pueblo cubano. Pero no lograrán distraer a los Estados Unidos. No vamos a perder de vista lo que se interpone entre el pueblo cubano y el futuro libre y democrático al que tienen derecho.

Por ese motivo, y por vigésima quinta vez en 26 años, Estados Unidos votará contra esta resolución.

Hace un año, Estados Unidos se abstuvo cuando se votó sobre la misma resolución. El motivo que se esgrimió fue que la continuidad del embargo no estaba aislando a Cuba sino que he hecho estaba aislando a los Estados Unidos. Es cierto que habíamos quedado prácticamente solos en nuestra oposición a la resolución anual. Sin duda, aquí habrá algunas personas que no entienden cómo podemos tomar posturas tan contrarias, con una diferencia de apenas 12 meses. Se preguntarán cómo pudimos aceptar pasivamente esta resolución el año pasado y oponernos enérgicamente este año.

A quienes estén confundidos por la posición de Estados Unidos, quisiera ser clara en cuanto a lo siguiente: tal como le corresponde por derecho conforme a nuestra constitución, el pueblo estadounidense se ha expresado. Ha elegido un nuevo presidente, y este ha elegido a una nueva embajadora ante las Naciones Unidas.

Mientras el pueblo cubano siga privado de sus derechos humanos y libertades fundamentales —y mientras los ingresos originados en el comercio con Cuba se destinen a sostener al régimen dictatorial responsable de la denegación de esos derechos— los Estados Unidos no temerá al aislamiento en esta sala ni en ningún otro ámbito. Nuestros principios no están sujetos a votación. Están consagrados en nuestra Constitución. Y también están consagrados en la Carta de las Naciones Unidas. Mientras seamos miembros de las Naciones Unidas, seguiremos defendiendo el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales que los Estados Miembros de este órgano se han comprometido a proteger, incluso si tenemos que hacerlo solos.

La resolución que tenemos ante nosotros procura poner fin al “embargo económico, comercial y financiero” contra Cuba. Pero seamos honestos acerca lo que realmente vemos que sucede aquí. Esta asamblea no tiene la facultad de poner fin al embargo estadounidense. El embargo está basado en el derecho estadounidense, que solo puede ser modificado por el Congreso de Estados Unidos. No, lo que está haciendo hoy la Asamblea General —y lo que hace cada año en esta época— es montar una escena política.

El régimen cubano está enviando al mundo el mensaje tergiversado de que el estado calamitoso de su economía, la opresión de su pueblo y la exportación de su ideología destructiva no es culpa de ellos.

Si de enviar mensajes se trata, quisiera dirigir el resto de mis comentarios al pueblo cubano. El pueblo estadounidense apoya firmemente su sueño de vivir en un país donde puedan hablar libremente, donde tengan acceso sin censura a Internet, donde puedan mantener a sus familias y donde puedan elegir a sus líderes. Sabemos que muchos de ustedes se sintieron esperanzados cuando se abrieron las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba. Esa situación no está cambiando. Nuestra amistad y nuestras buenas intenciones con el pueblo cubano siguen siendo tan firmes como siempre.

Lo que probablemente no sepan es que su gobierno respondió a este gesto de buena voluntad no sumándose al espíritu con el cual se expresó, sino intensificando las detenciones por motivos políticos, la persecución y la violencia contra quienes reclaman libertad política y económica en Cuba. Lo que ustedes no pueden saber, porque su gobierno no permite que lo sepan, es que hay señalamientos creíbles de que, tan solo en 2016, se habrían producido casi 10.000 detenciones por motivos políticos en Cuba. Eso representa un aumento masivo de las detenciones en los últimos años. Esperábamos que el acercamiento con su gobierno redundaría en mayores libertades para ustedes.

Su gobierno silencia a los críticos. Interrumpe asambleas pacíficas. Censura a periodistas independientes y manipula la economía para que solo el gobierno pueda beneficiarse.

Su gobierno ha exportado su ideología fallida y nociva a Venezuela. Le ha enseñado al régimen de Maduro cómo silenciar a periodistas, reprimir a la oposición política y empobrecer a su pueblo. Ahora, al igual que a ustedes, a millones de venezolanos se les niegan sus derechos básicos.

Mientras hablamos aquí hoy, su gobierno está ocupado eligiendo al sucesor de la dictadura de Castro. Está intentado engañarlos para que crean que su voz es tenida en cuenta, al llevar a cabo supuestas elecciones locales y regionales. Pero el proceso en el que están participando no implica libertad. Los resultados estuvieron determinados antes de que se efectuara el primer voto.

Cuando los Estados Unidos se abstuvo sobre esta resolución el año pasado, su decisión se explicó afirmando que “Reconocemos que el futuro de la isla está en manos del pueblo cubano”. Lamento profundamente la ligereza con que se expresó este comentario cruel. Desafortunadamente, hasta hoy, el futuro de Cuba no está en manos de ustedes. Sigue estando en manos de sus dictadores.

Estados Unidos se opone hoy a esta resolución en solidaridad continua con el pueblo cubano, y con la esperanza de que, algún día, tendrá la libertad para elegir su propio destino.

Es posible que ahora estemos solos. Pero cuando llegue el momento de la libertad para el pueblo cubano –y no tenemos dudas de que ese día llegará— celebraremos esa ocasión con ellos como solo un pueblo libre puede hacerlo.

Gracias.

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Esta traducción se proporciona como una cortesía y únicamente debe considerarse fidedigna la fuente original en inglés.

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