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China prepara un sistema de "puntuación ciudadana" al estilo de Gran Hermano

La llamada “Puntuación Ciudadana” mostrará la sociedad si somos de confianza e influirá en temas tan importantes como si una persona es apta para un hipoteca o para aplicar a un trabajo.

China © Wikimedia
China Foto © Wikimedia

Este artículo es de hace 6 años

Según planes anunciados por el Gobierno chino, en el año 2020 entrará en vigor el llamado Sistema de Crédito Social en ese país, un baremo que puntuará a los más de 1.300 millones de habitantes del gigante asiático para juzgar si se consideran o no “ciudadanos fiables”.

La llamada “Puntuación Ciudadana” probablemente influirá en temas tan importantes como si una persona es apta para un hipoteca o para aplicar a un trabajo.

En el documento que explica el sistema propuesto, el Gobierno chino argumenta:

“Forjará una atmósfera de opinión pública donde mantener la confianza será glorioso. Fortalecerá la sinceridad en los asuntos gubernamentales, la sinceridad comercial, la sinceridad social y la construcción de la credibilidad judicial”.

Medios de prensa internacionales no han tardado en calificar de “disparatada” la medida porque “se salta el consentimiento del ciudadano y le obligan a que su información sea de dominio público. Vulnera cualquier derecho a la privacidad”.

Pero ¿cómo se conseguirá la evaluación en el Sistema de Crédito Social? De momento, el Gobierno chino ha concedido ocho licencias a diferentes compañías para que establezcan algoritmos que determinen la puntuación.

Una de estas empresas es Ant Financial, que se dedica al sector de los seguros y préstamos a pequeñas y medianas empresas, y que ya ha desarrollado su primer baremo de confianza ciudadana con el “Sesame Credit”.

Incluso las personas que ya han conseguido buenas puntuaciones no dudan en alardear de sus guarismos en Weibo (el Twitter chino).

Borja Adsuara, experto en Derecho y estrategia digital, ha declarado al diario español El País que: “El gran cambio de los sistemas de vigilancia es que la gente cuenta su vida sin necesidad de que la espíen, como hacía en su época la Stasi. Juega en Instagram, Facebook o en cualquier red social para fardar y pertenecer a una élite”.

En principio resulta poco probable que ese Gran Hermano al estilo chino aterrice en otros lugares, especialmente en Europa (donde en mayo de 2018 está previsto que entre en vigor el Reglamento comunitario de protección de datos y privacidad, que permitirá a los ciudadanos tener el control de su información).

Aunque parezca descabellado, el plan del Gobierno chino es controlar y espiar a sus habitantes a través de las redes sociales sirviéndose de la que es considerada una herramienta de negocio indiscutible: el big data.

Especialistas consultados por El País seguran que “La gente no es consciente de la cantidad y volumen de datos que tienen las corporaciones. Si juntáramos todo lo que saben, nos conocerían mejor que nosotros mismos. Hay que detenerse a pensar lo que se comparte o a qué aplicaciones les dejamos acceder a nuestro móvil”.

Desde luego, los planes chinos no serán una ayuda para la ya lastimada libertad de prensa en ese país. En todo caso, no parece que el problema sea el dominio del dato en sí, sino el uso que se haga de él. “Lo que hay proteger es la imagen y la intimidad, no el propio dato”, destaca Borja Adsuara.

Y concluye: “Se trata de que se haga un uso leal de lo más sensible. A la gente no le preocupa tanto quién posea la información, sino lo que hagan con ella”.

Habría que ver si en 2020 si China ha conseguido implantar el Sistema de Crédito Social para juzgar la confianza del sistema en sus más de 1.300 millones de habitantes.

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