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Las carrozas del carnaval santiaguero: entre el arte y el invento

Por mucho tiempo las barandas de la carroza que diseña Omar no han sido cambiadas. La falta de cabillas de acero ha hecho que el artista desgaste sus sesos intentando, cada nuevo año, disfrazar estas estructuras de diferentes formas y así dar la ilusión de una gran variedad.

Carrozas en Santiago de Cuba © CiberCuba/José Roberto Loo Vázquez
Carrozas en Santiago de Cuba Foto © CiberCuba/José Roberto Loo Vázquez

Este artículo es de hace 6 años

Nadie puede hablar de Santiago de Cuba sin mencionar su carnaval. Por mucho, dicen que es la más importante expresión de cultura popular. Atrae a personas de todo el país (desde aquellos que hacen el dinero del año hasta quienes empatan el día con la noche en una sola fiesta), y el «rumbón mayor», además, tiene un lugar especial en el corazón y en la cotidianidad de quienes viven en esta urbe.

Todo cuanto mueve los sentimientos más arraigados encuentra en la mayor fiesta popular de Santiago de Cuba –y para algunos la más importante de todo el país– un espacio: las comidas típicas, las canciones de moda, la siempre «aguá» cerveza de termo, el distintivo toque de cada una de las congas, las evoluciones de los grupos portadores con sus singularidades, y claro, también carrozas, también llamadas espectáculos rodantes.

Son estas algunas de las que más animan el área del jurado. Representan instituciones de la urbe y cada año traen nuevas propuestas que intentan seducir tanto a los jueces como a las personas, pero muy pocos llegan a sospechar que este arte, como suele suceder, tiene a veces una descomunal carga de “invento”, más de lo que aspiran sus artífices.

“Puedo soñar muy grande, como si estuviera en Brasil, pero al final tengo que caer en la realidad porque nunca hay nada, y entonces tengo que inventar con lo que encuentre”, asegura Omar Castillo Centeno, diseñador de Industrias Locales, en Santiago de Cuba, uno de los hombres que, a pesar de todo, hace brillar el «Rumbón Mayor».

Puedo soñar muy grande, como si estuviera en Brasil, pero al final tengo que caer en la realidad porque nunca hay nada, y entonces tengo que inventar con lo que encuentre

Por 13 años la escasez de recursos no le ha impedido crear arte, “me inspiro en mi ciudad, en Santiago de Cuba, una vez se la dediqué al Caney, donde salen las mejores frutas, otra vez fue la calle Enramadas, con sus pregones… el gobierno a veces te pone un pie forzado, otras veces te dicen que el tema es libre, y ahí es cuando yo me inspiro en mi ciudad, trato de representarla en la carroza”, asegura Omar.

El 2017 no termina, aún faltan un par de hojas al calendario y sin embargo este artista del carnaval santiaguero, como todos, ya piensa en la próxima entrega.

Las personan viven la fiesta popular los días de julio, pero quienes tienen el deber y el placer de entretener, desde ya comienzan a madurar sus ideas. Esa es una de las razones que convierten el «Rumbón Mayor» en una expresión de cultura popular.

“Este año que viene son los 65 del Moncada, ya es un tema forzado, aunque yo quiera no me puedo ir para otro, todo el mundo, el carnaval completo, se tiene que basar en esa fecha, de la historia nuestra… es un tema forzado, pero de todas formas tengo que poner parte de mi imaginación. Por ejemplo, yo no puedo hablar solo del 26, puedo recrear la ciudad, su música, su historia y caer en el 26, no todo tiene que ser eso, todo puede estar mezclado”, acota.

Cuando lo dejan y puede, la mente de Omar vuela por el Caribe, por los ritmos jamaicanos tan presentes en la cultura del oriente de Cuba, en la sabrosura de las bachatas y el merengue dominicanos, en las singularidades de esta hermosa área geográfica. De todas ellas bebe y las trae al carnaval, al pequeño espacio de una carroza. De ese recorrido nace la fantasía, esa que plasma en un espectáculo rodante que luego es evaluado por un jurado, aunque no le importa pues el premio que quiere es el del público… como buen artista que es.

Ningún detalle escapa a la vista de quienes tiene diseñan las carrozas. La idea, la música que emplean, el vestuario, las coreografías, la escenografía, la ubicación de las luces, la calidad de los equipos de sonido, el maquillaje, la dirección de arte… y una lista casi infinita forman parte de las obligaciones de los artistas como Omar.

Igual que en todos los grupos portadores del «Rumbón Mayor», cada director general de carroza guarda celosamente las sorpresas de su espectáculo rodante. Esas solamente se develan el día de competencia y bajo ningún concepto los miembros del equipo tienen autorizado comentarlas. Esa es una expresión indiscutible de arraigo popular.

“Entre nosotros mismos nos robamos las ideas por eso cuando tengo algo en mente solo lo sabe mi equipo. Como todo el mundo tiene sentido de pertenencia por la carroza, todos guardan el secreto. Yo trabajo para el pueblo, pues el premio del jurado no se paga y a veces es injusto. Cuando alguien se me acerca y me dice «qué linda tu carroza», ese el verdadero premio. En 13 años siempre me llevo algo a casa, pero a veces prefiero que no den nada, porque la gente piensa, incluso, que es porque has pagado al jurado”.

Yo trabajo para el pueblo, pues el premio del jurado no se paga y a veces es injusto

Por mucho tiempo las barandas de la carroza que diseña Omar no han sido cambiadas. La falta de cabillas de acero ha hecho que el artista desgaste sus sesos intentando, cada nuevo año, disfrazar estas estructuras de diferentes formas y así dar la ilusión de una gran variedad.

En 2017 su espectáculo rodante lució un enorme caballo de poliespuma, que nació de un inmenso mango usado en otra edición del «rumbón mayor», la falta de tela de brillos lo llevó en una oportunidad a reusar viejas mantas empleadas en casas de cultivo tapado. La lista de invenciones, para que no muera el arte, es sencillamente interminable. Aquí él se crece. No hay otra.

La falta de tela de brillos lo llevó en una oportunidad a reusar viejas mantas empleadas en casas de cultivo tapado

“En una ocasión nos faltó la tela de brillos, y sin ella el vestuario no tiene fantasía. Tuvimos que ir por los lugares buscando esa malla que se emplea en las casas de cultivos tapados, comprando unas veces, otras cambiando por recursos que sí teníamos pero que usaríamos. En otra oportunidad, que no había gasolina para pintar, cambiamos tela por combustible. Nos dan los recursos y nosotros tenemos que inventar”, explica Omar quien añade que “vivimos así. Por eso yo digo a veces que para qué un jurado nos da premio, que sea el pueblo quien diga lo bella y lo linda que es. La opinión del pueblo vale, pero aunque no lo creas la más importante es la de los niños. Ellos van con los padres y cuando a los pequeños le gusta una carroza ellos piden tomarse fotos arriba de ellas… yo noto de esa forma que es popular”.

“Yo siempre intento que mi carroza sea la más hermosa. Si le robo a alguien una idea, cuando la voy a usar, yo siempre intento que quede mejor y que no se parezca, porque entre nosotros se vive eso… existe mucha rivalidad”.

Aún cuando el tema de la carroza –igual que el del resto del carnaval– puede ser considerado un «pie forzado», y que en ocasiones han sido vetado el uso de canciones y hasta géneros completos, estando en la cúspide de la moda, incluso así para Omar un espectáculo rodante es arte y expresión de la cultura popular.

“Los organizadores del carnaval te dan un «pie forzado», pero no te exigen cómo hacerlo, uno va enriqueciendo con ideas propias el tema que te dan, algo que esté acorde al tema, que no sea vulgar… el año pasado nos prohibieron a todos poner música de reguetón y sin embargo este año sí podíamos poner temas que ellos antes escucharan, ¿qué pasa? Que el carnaval es algo que todos disfrutan y uno tiene que tratar de complacer a todos, que le guste al pueblo, que sea lindo, que las personas vean fantasías”, asegura.

El año pasado nos prohibieron a todos poner música de reguetón y sin embargo este año sí podíamos poner temas que ellos antes escucharan

“Yo me siento cubano y nací en Cuba. Soy santiaguero. En mis carrozas yo siempre pongo algo con lo que vivo, algo de Fidel, de Cuba, de Martí, aunque no me lo pidan… siempre pongo algo así, por eso yo siempre gano algo, pero sobre todo, es lo que siento. Al poner un pedacito así el jurado sabe que yo estoy actuando bien. Tengo que tratar de complacer al público y quedar bien con lo que estoy haciendo. Sobre todo, me gusta agradar al pueblo”.

Omar este 2018, ¿cuáles serán las sorpresas de tu carroza?

“Es el 65 aniversario del Moncada, sé que me tengo que basar en ese tema y algo más que tengo que agregar… ya tengo el nombre y los demás detalles en la mente, pero no te lo digo nada más, pierdo la gracia...”

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José Roberto Loo Vázquez

Periodista de graduación, y fotógrafo de pasión, dos historias que se entremezclan y atrevidamente me hacen llamarme fotoreportero. Si sumamos mi amor, por la ciudad de Santiago de Cuba, no es difícil entender mi preferencia: fotoreportero que gusta resaltar su urbe natal, la “tierra caliente”.


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José Roberto Loo Vázquez

Periodista de graduación, y fotógrafo de pasión, dos historias que se entremezclan y atrevidamente me hacen llamarme fotoreportero. Si sumamos mi amor, por la ciudad de Santiago de Cuba, no es difícil entender mi preferencia: fotoreportero que gusta resaltar su urbe natal, la “tierra caliente”.