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El ataúd de Armando Hart, diferente al del pueblo ¿Comunismo?

El común de los mortales en Cuba recibe sepultura en una caja revestida de tela oscura o de madera verde de muy baja calidad.

Ataúd de Armado Hart Dávalos. © Tribuna de La Habana
Ataúd de Armado Hart Dávalos. Foto © Tribuna de La Habana

Este artículo es de hace 6 años

El ataúd donde yace el cuerpo de Armando Hart Dávalos, una de las figuras claves del régimen cubano, no se parece a los féretros a los que puede acceder cualquier ciudadano de la Isla. El común de los mortales en Cuba recibe sepultura en una caja revestida de tela oscura o de madera verde de muy baja calidad. A esto hay que sumar los pésimos servicios funerarios, que siguen controlados por el Estado. Aunque son casi gratuitos, si la funeraria está cerrada por reparación, como ocurrió en agosto pasado con la de Infanta, en La Habana, el muerto se queda sin velorio y tiene que salir de la morgue directo a la cremación.

Ataúd para los cubanos de a pie. (Foto: Citizen Journalist).

En un reporte de Martí Noticias titulado "Descanse en paz... si el ataúd aguanta", el diácono Miguel Pons denunciaba que a su capilla, en el Cementerio Colón, llegan féretros de mala calidad a punto de desfondarse.

Muchas veces debe bajar las cajas mortuorias revestidas de tela oscura que llegan sin asas, ni clavos, y en vehículos viejos. Otras veces, debe dar los responsos al lado del carro fúnebre con el féretro dentro.

"Tengo que salir a celebrar (el oficio) en la calle porque el chofer me dice: 'Padre, no podemos bajar la caja porque es muy pesado el cadáver y tengo miedo de que se vaya a desfondar'"

Para evitarse el dolor, muchas familias prefieren pagar los 13 CUC que cuesta la cremación. Esto es la mitad del salario promedio en Cuba.

En el propio diario Granma los lectores se han quejado de la calidad de la comida en las funerarias y de la escasez de autos fúnebres. También de que la mayoría de las familias no tenga la oportunidad de enterrar a su muertos en tumbas individuales. Al morir, si no tienen nicho propio, los muertos van a una bóveda y al cabo de dos años exhuman los cuerpos y cada quien decide si lo entierra en una vasija o en un osario.

Mientras tanto, Armado Hart, reconocido fidelista, yace en un ataúd de madera de mejor calidad, forrada en raso blanco.

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