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En Santiago de Cuba un holandés organiza el Festival Internacional de Salsa

Ni las instituciones estatales en Santiago de Cuba han logrado lo que este holandés: hacer un Festival Internacional en la llamada «Capital del Caribe».

Salsa festival en Santiago de Cuba © Facebook/Salsafestival Santiago de Cuba
Salsa festival en Santiago de Cuba Foto © Facebook/Salsafestival Santiago de Cuba

Este artículo es de hace 6 años

Si Santiago de Cuba acunó géneros internacionales como la trova y el bolero, vio nacer importantes músicos como Compay Segundo y Miguel Matamoros, tiene lugares emblemáticos como la mítica Casa de la Trova, y las personas viven con el ritmo y el sabor en la sangre, no sería alocado pensar que la urbe acoge, desde hace ya casi cinco años, un Festival Internacional de Salsa, uno de los más importantes de su tipo en la isla.

Hasta aquí, esta podría ser una historia sosa, con falta de color o «más de lo mismo». Lo interesante radica entonces en que el evento lo organiza un ciudadano holandés con apoyo de instituciones estatales y, fundamentalmente, del sector privado y de trabajadores por cuenta propia.

Lo novedoso está, además, en que ha logrado convertir la salsa en un producto turístico, con la visión e impronta de un extranjero. Todo ello en Cuba y en la ciudad considerada «Cuna de la Revolución», donde por tradición los cambios se asimilan más despacio y con mayor dificultad.

Bernard te Gussinklo es el hombre detrás de la hombrada, una hazaña que deja de ser locura cuando se conoce que él lloró la ocasión que vio en vivo el tema «Me dicen Cuba», en la propia voz de Alexander Abreu y el acompañamiento de Havana D'Primera.

Desde 2003 organiza viajes de salsa en varias naciones de Europa, entre ellas España, Portugal, Holanda, entre otras. En esta última realiza en un monasterio un Festival de Salsa.

En 2008 llegó a Cuba por primera vez. Él amaba ese baile y alguien le sugirió que organizara un festival dedicado al género en la mayor nación del Caribe, y aunque hoy coordina clases para aprenderlo en La Habana, Trinidad y Santiago de Cuba, es esta última provincia la que escogió para realizar su sueño mayor.

Facebook/ Waldo Regueferos Gutierres

Visita la «tierra caliente» desde el 2010.

“Yo quisiera trabajar solamente en Santiago de Cuba, pero no puedo, en este país hay otras cosas que son interesantes a los turistas, aunque Santiago es Santiago. Cuando yo entro aquí me siento como en mi segunda casa, conozco a todo el mundo, todo el mundo me recibe con gran cariño”, asegura a la par que añade que “la gente siempre me pregunta por qué no hago un festival en La Habana, pero es que en la capital la gente es diferente, además allá hay ya festivales de salsa. Por último, en Santiago de Cuba tengo mis amistades, mis sentimientos, y aquí aprendí a bailar la salsa y el Son”.

En 2013 organizó aquí el primer Festival Internacional de Salsa, en el Hotel Meliá Santiago. Antes, en los viajes que organizaba, el 90 por ciento de las personas que traía eran holandeses, y Bernard soñaba un evento con turistas de varias naciones, “me apoyé mucho en la promoción en Facebook donde logré llegar a personas de todo el mundo y que participaran”, explica.

Sin saberlo, también logró algo sin precedentes: de todas las páginas que existen en Facebook sobre Santiago de Cuba, él tiene la de mayor cantidad de seguidores, actualmente con casi 37 mil.

En la primera edición participaron 50 personas, de unas 10 naciones, el de 2017 convocó a más de 100 personas, procedentes de 21 países tan distantes como Turquía, Bélgica, Israel, España, Italia, Colombia, Alemania, Marruecos, Japón…, “he tenido clientes de Estados Unidos, incluso, cuando estuvo prohibido venir ellos lograban llegar a Cuba, pero ahora nuevamente tiene miedo de viajar a la isla”.

Participar cuesta aproximadamente 700 dólares. El precio incluye clases, conciertos, tres comidas, desayunos, fiestas, habitación en hotel, transportación, certificados, pareja de baile… “el festival no es muy rentable, o da menos ganancias de las que muchos imaginan, es casi un gesto altruista por la ciudad. Es el único de su tipo en el mundo que incluye la pareja de baile en el precio”, asegura.

Es el único de su tipo en el mundo que incluye la pareja de baile en el precio

Festival de la Salsa, una oportunidad de trabajo para los cuentapropistas

Maritza Aldama dirige en Santiago de Cuba un salón dedicado a aprender la salsa al estilo cubano. Ella es, además, la mano derecha de Bernard te Gussinklo cuando se trata del festival y una de las personas que en esta urbe han encontrado en dicho evento una oportunidad de trabajo.

“En Holanda Bernard tiene su festival de salsa, con 400 participantes, en él todos los profesores son cubanos e, incluso, algunos santiagueros han sido invitados a participar, entre ellos Tierra Caliente, Karelia con su grupo, Mary y Asdrubal, entre otros”, comenta Maritza.

Aparte del Festival Internacional de Salsa, Bernard te Gussinklo viaja a la isla con diferentes grupos en cualquier momento del año, y para ello contrata los servicios de profesionales cubanos y santiagueros, quienes enseñan a los clientes la manera en que se baila aquí la salsa: “con mucha pasión y menos coreografía”, dice.

“Al principio él pensaba que hacer un Festival de Salsa en Cuba era llegar, pagar las habitaciones, los salones y listo, yo le decía «tú estás loco, esto no es Holanda», y pasamos mucho trabajo ese primer año” asegura Maritza quien añade que “inicialmente contactamos con una institución aquí en Santiago de Cuba que querían que el festival fuera en el mes de septiembre para el Día de la Virgen de la Caridad, que diéramos clases teóricas, de la religión… fueron problemitas así porque no se entendía que las personas solo querían venir a bailar, no a otra cosa, pero finalmente hicimos ese primer festival aunque nunca más trabajamos con esa institución, también porque se comprometían en promocionar el evento y no trajeron ni un solo participante”.

El segundo año, por decisión de Bernard, la organización del festival comenzó entonces a realizarse con Turarte, “porque yo quería mucha más libertad para hacer aquí mis ideas, ya que sé muy bien qué buscan la personas, Turarte da un carácter oficial y legal al evento pues todos los profesores que participan tienen que haber pasado los cursos que se ofrecen allí, tienen que estar acreditados. Pero todo lo que se hace en el festival lo decidimos nosotros”.

“Quiero que las personas que vengan sientan el carácter familiar del santiaguero, no es posible que pasen las 24 horas del día con los cubanos, pero sí 18, eso es lo que vendo, es complicado hacerlo con 100 personas, pero lo logro. El festival de Santiago tiene otra particularidad y es que el precio incluye el bailarín acompañante, eso no se hace en ningún festival del mundo. Además, las fiestas es mejor que el 50 por ciento sean cubanos porque ellos son los mejores a la hora de alegrar una actividad. Cada bailarín es una persona contratada”, sentencia Bernard.

“Cada acompañante debe haber pasado por Turarte, no deben tener antecedentes penales, y deben ser tranquilos y respetar las reglas que les damos impresas en un documento… estar con 100 muchachos en dos ocasiones, en el Hotel Meliá Santiago, durante dos festivales, es muy complicado, sin embargo, nunca nadie se quejó por ninguno de ellos”, asegura Maritza que asegura que “más allá de los días del festival, tengo un espacio donde se dan clases de baile y los profesores son algunos de estos muchachos contratados, pero además habitualmente trabajamos con bailarines de Tropicana y de grupos de casas de cultura y compañías de danza”.

“Cuando contratamos una pareja acompañante, no buscamos que sean los mejores bailarines, sino que tengan pasión, corazón… eso es lo más importante, muchas veces quienes participan en un festival y bailan con un acompañante, al año siguiente regresan y quieren a la misma persona. La mayor parte de los contratados no son bailarines profesionales, sino de la calle que tienen conocimientos y egresan de Turarte”.

Durante los días del Festival Internacional de Salsa en Santiago de Cuba, al menos 150 personas son contratadas en función del evento, entre privados y provenientes del Estado, quienes garantizan un amplio programa que comprende noches de fiesta, clases, salidas por la ciudad, recorridos libres… y para ello se requiere transportación, alojamiento, comida, y mucho más. Una buena parte, la mayoría, descansa en personal proveniente del sector privado, quienes ven en esta ocasión, más que cualquiera otra clase que se realice en el resto del año, una excelente oportunidad de ganar un dinero extra.

El Festival Internacional de Salsa de Santiago de Cuba hasta la edición de 2017 se realizó en agosto.

Sin embargo, desde 2018 será en noviembre debido al temor de los clientes a los huracanes y también porque es más fácil en ese mes conseguir transporte y habitaciones en los hoteles.

Mientras exista la salsa cubana habrá producto turístico “porque en comparación con el estilo puertorriqueño, la cubana es más libre, aquella es más de estilo y la cubana es más de sabor, de momento rumba, de pronto reguetón… todo se mezcla”, asegura Bernard.

Algunos pueden considerar que Bernard te Gussinklo hizo un salto al vacío cuando dejó su puerto seguro, su empleo en Holanda, y decidió dedicarse a tiempo completo a mover personas por todo el mundo que quisieran aprender y bailar salsa. No pocos le llamarían loco cuando decidió convertir a Santiago de Cuba en el territorio que acogiera su festival internacional. Ciertamente lo llamarían osado y adelantado al tomar un género bailable y transformarlo en un producto turístico que hoy ha logrado seducir clientes de 21 países.

Ciertamente es un visionario pues tomó algo que estaba ahí, a la vista de todos, tan común como el sol, y logró revalorizarlo, darle dignidad y venderlo.

Ni las instituciones estatales en Santiago de Cuba han logrado lo que este holandés hizo: hacer un Festival Internacional en la llamada «Capital del Caribe».

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José Roberto Loo Vázquez

Periodista de graduación, y fotógrafo de pasión, dos historias que se entremezclan y atrevidamente me hacen llamarme fotoreportero. Si sumamos mi amor, por la ciudad de Santiago de Cuba, no es difícil entender mi preferencia: fotoreportero que gusta resaltar su urbe natal, la “tierra caliente”.


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José Roberto Loo Vázquez

Periodista de graduación, y fotógrafo de pasión, dos historias que se entremezclan y atrevidamente me hacen llamarme fotoreportero. Si sumamos mi amor, por la ciudad de Santiago de Cuba, no es difícil entender mi preferencia: fotoreportero que gusta resaltar su urbe natal, la “tierra caliente”.