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Identifican una proteína que frena la metástasis del cáncer de mama

Los tumores con la proteína llamada MSK1 se asocian con un riesgo de recurrencia más lejano en el tiempo.

Cáncer de mama. © af.mil
Cáncer de mama. Foto © af.mil

Este artículo es de hace 6 años

¿Por qué algunas mujeres superan de manera definitiva el cáncer de mama mientras otras recaen, incluso décadas después de terminar el tratamiento médico? A esta interrogante parece que ha dado respuesta un equipo de científicos españoles del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona), quienes han identificado una proteína que mantiene “dormidas” a las células metastásicas de estos tumores.

Luego de análisis de laboratorio con ratones, los investigadores descubrieron que si estaba presente la proteína identificada como MSK1, la metástasis aparecía mucho más tarde.

Los resultados se confirmaron en una comprobación con pacientes del Hospital Clínic de Barcelona, el Clínico de Valencia y la Jiménez Díaz, de Madrid. Los tumores de cáncer de mama ER + que no expresan la presencia de MSK1, se asocian con un peligro de recurrencia más pronto que aquellos que sí la expresan.

Precisamente el cáncer de mama que se estudió es el más frecuente: el hormonodependiente, que representa entre el 70% y el 80% de todos los casos y en el que se expresa el receptor de estrógenos (ER +).

“Es cierto que son menos agresivos que los triple negativo y los HER2+, pero también originan metástasis y cuando lo hacen tienen un comportamiento particular”, explicó Roger Gomis, investigador principal.

Según el estudio, publicado en la revista Nature Cell Biology, un pequeño grupo de las afectadas por este tumor recaerá en menos de cinco años, pero “tienen un riesgo sostenido a lo largo de la vida, 10, 20 incluso 30 años después de finalizar el tratamiento”. Por ello, las pacientes una vez operadas, reciben además quimio y luego una terapia hormonal durante los cinco años siguientes.

La proteína MSK1 actúa como un freno, lo cual en opinión de Gomis, “podría ayudar a identificar a aquellas personas con riesgo cercano de sufrir recaídas con el objetivo de realizar un seguimiento más estricto de lo habitual”.

Dado que se trata de una prueba experimental de laboratorio, “antes habría que estandarizarla y optimizarla para hacer un ensayo clínico donde pueda demostrarse su uso óptimo. Esto podría tardar entre siete y nueve años”, concluyó.

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