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El presupuesto de Trump y el anticastrismo de Miami: enemigos íntimos

¿Cómo harán ahora los cubanos entusiastas de "la mano dura Trump contra el castrismo" para explicar el proyecto de recortar los fondos que apoyan los programas que promueven la democracia en Cuba?

Donald Trump luego de de firmar una orden ejecutiva para revertir las políticas de Obama con Cuba © Reuters / Carlos Barria
Donald Trump luego de de firmar una orden ejecutiva para revertir las políticas de Obama con Cuba Foto © Reuters / Carlos Barria

Este artículo es de hace 6 años

No quisiera estar en el pellejo de uno de los muchos entusiastas de la “mano dura de Trump contra el castrismo” cuando les toque, por estos días, hacer digestión al drástico recorte que presenta la nueva propuesta de presupuesto a los programas que promueven la transición cubana hacia la democracia.

Traduzco lo que defino por “hacer digestión”: procesar el sablazo presupuestario, entender que habrá menos dinero para cooperar con las labores políticas de disidentes en la Isla, y terminar encontrando alguna justificación traída por los pelos para sostener la idea de que esta administración sí velará por la democracia en Cuba.

Porque la encontrarán, de eso no tengo dudas. He escrito antes sobre la abyección a prueba de balas de los entusiastas trumpistas, y sobre todo de los trumpistas cubanos. Pero les va a costar marear la perdiz. Todo un ejercicio de escapismo político.

Porque, a ver si entiendo bien: ¿de repente los activistas que desde Miami han defendido por décadas, a capa y espada, la labor de los disidentes de la Isla, las Damas de Blanco, los miembros de la UNPACU, la sociedad civil cubana, podrán ver con naturalidad ahora que los fondos con los que se ayuda a esas mismas personas sean extirpados en porcientos de escándalo?

No es posible. Son algo así como conceptos discordantes, son enemigos íntimos. Al menos no lo es si se tiene coherencia política. Por ejemplo, ahí he visto ya a Ileana Ros-Lehtinen prometer que defenderá esos fondos con uñas y dientes en los meses que le queden en el Congreso, que por desgracia no son muchos. Ileana, la detestada “Loba Feroz” del castrismo, merece respeto y reverencia: es una mujer coherente.

Pero Ileana Ros-Lehtinen jamás vendió a Donald Trump y su administración como los campeones del anticastrismo. Ella, una anticastrista de raza, de pedigrí, sabía por dónde venían los tiros.

Y no hay manera de congeniar las peras con el azufre: usted no puede erigirse en campeón de una causa suprimiendo los fondos que ayudan a esa causa. Que le dan oxígeno, que le permiten subsistir y crecer.

Yo conocí a demasiados disidentes en Cuba. Algunos vividores, la verdad sea dicha, de esos que sabes que su activismo durará lo que tarden en entregarle la visa de perseguido político. Pero conocí a los otros también. A los admirables, inclaudicables, los que se comen el cable real: sin trabajo, sin sustento para ellos y sus familias, pagando el precio de oponerse al totalitarismo.

A esos, los honestos, de aprobarse este presupuesto les llegará cada vez menos ayuda económica sin la cual, que nadie mire a otra parte, el castrismo cumplirá su pérfido objetivo: asfixiarlos. Que no tengan ni para el pan y la leche de cuota.

Ya en 2017 el Departamento de Estado propuso un presupuesto donde había cero ayudas a causas como la cubana o la venezolana. No fue aprobado: hay representantes en el congreso que hicieron lo suyo.

Para el año fiscal que comienza en octubre de este 2018, el Departamento de Estado del presidente al que los cubanos de Miami colgaron la banda multicolor de campeón del anticastrismo, vuelve a presentar un presupuesto donde corta a la mitad lo que la administración Obama destinaba a programas relacionados con la búsqueda de la democracia en Cuba.

Pero era Barack Obama el comunista amigo y simpatizante de la tiranía castrista. Algo en esta cuenta no me encaja muy bien.

Porque recortarle brazos y piernas a Radio y Televisión Martí, por ejemplo, como hace este presupuesto presidencial presentado el lunes (incluye un recorte de $10 millones y el despido de casi la tercera parte de los empleados permanentes) es una noticia por la que ahora mismo deben estar brindando en La Habana.

Quien quiera restarle méritos ahora por puro oportunismo político puede hacerlo, pero las transmisiones -sobre todo radiales- a Cuba fueron un dolor de cabeza histórico para una dictadura cubana que pretendía controlar la información a como diera lugar. Mutilarles a Radio y Televisión Martí es lanzarles un hueso con carne que ellos de seguro agradecerán.

He comenzado a ver justificaciones surrealistas: “la administración Trump quiere limpiar de obamistas los programas hacia Cuba, de ahí el recorte de fondos”. Entiéndase: es más importante dejar sin trabajo a un editor de Martí Noticias por la supuesta cercanía de este con las políticas de Barack Obama, que ayudar a poner comida en la mesa de Manuel Cuesta Morúa en La Habana, o José Daniel Ferrer en Santiago de Cuba. No importaban tanto los disidentes cubanos, no eran tan admirables, no había que defenderlos tanto en verdad.

He comenzado diciendo que no quisiera estar en la piel de quien quiera explicar cómo este presupuesto presentado por la administración actual es consistente con la búsqueda de la democracia en Cuba. Ahora mismo, cuando llegue el punto final de este artículo, estoy convencido de que esas rocambolescas explicaciones comenzarán a llegar.

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Ernesto Morales

Periodista de CiberCuba


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