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Discriminación en hoteles de Cuba: Comparan a los cubanos con “escombros”

Para los guías turísticos, los cubanos son un viaje de escombros, "porque no dan propinas y se ponen malcriados".

Hotel en Viñales © CiberCuba
Hotel en Viñales Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 6 años

Un periodista cubano que labora para el oficialista Juventud Rebelde denunció esta semana los malos tratos, la falta de profesionalidad y la discriminación hacia los turistas nacionales por parte de los trabajadores de un hotel en los cayos de Ciego de Ávila.

“Por vez primera nuestra familia, gracias a la invitación de unos amigos, va a un hotel por dos noches. El destino es el Meliá Jardines del Rey”, relató Hugo García, en un artículo publicado el martes bajo el título “¿Viaje de escombros?”.

Según contó el reportero, desde el propio recorrido que lo trasladó al recinto hotelero, comenzaron a presentarse molestos inconvenientes. Para empezar, el guía turístico que debía acompañar a la familia, abandonó el viaje sin dar explicaciones.

“Llega el ómnibus y el guía dice que él no va, que no hay mucho que contar en ese trayecto. El chofer precisa que no sabe cómo llegar a ese lugar. Al reservar en el Buró de Turismo hubo que pagar por varios asientos vacíos, porque de lo contrario no salía el ómnibus, y también por el servicio de guía, que ahora no tendríamos”.

Ante las protestas del periodista y su familia, el chofer finalmente explicó: “Para los guías turísticos, los cubanos son un viaje de escombros, porque no dan propinas ni nada y a veces se ponen malcriados”.

“El término humillante, casi surrealista, que estigmatiza a nuestros compatriotas, me hizo reflexionar en el sentido de que muchas veces nos privamos o perdemos estas oportunidades de ser mejores seres humanos y más cubanos. Nadie exige privilegios por ser nativos, pero los servicios siempre se deben a los clientes, procedan del lugar que sea”, reflexionó García.

Pero los problemas no terminaron ahí. Una vez en el hotel, el grupo fue colocado en un bloque que no estaba preparado y que fue activado ante la avalancha de casi 2 000 turistas.

“Los cubanos se hacían notar, y el trato hacia aquellos de apariencia foránea se diferenciaba lo mismo en la barra que en el restaurante bufé. Incluso, escuché a una joven criolla protestarle al cantinero ante la demora para atenderla, mientras él se desvivía en sonrisas y floreos con los extranjeros que llegaban después que ella: ‘se ve que yo no tengo los ojos azules’, le increpó la muchacha”, narró.

El reportero lamentó que se sintió como un “bicho raro” en su propia tierra y confesó que no sabe cuándo su familia podrá volver a tener la oportunidad de visitar otro recinto similar en tan cotizado enclave turístico.

“Cómo es posible que acabemos haciéndonos sentir mal entre nosotros mismos, lacerándonos la autoestima, esa con la que hemos lidiado con tantos demonios, incluyendo los de las subestimaciones de algún arrogante extranjero”, se preguntó.

Para García, el respeto entre coterráneos “debería enseñarse entre quienes tienen en sus manos el destino de una industria” tan priorizada en Cuba como la del turismo.

“A los cubanos, que a lo largo de siglos nos hemos batido hasta con la vida por la igualdad, no nos interesa para nada imponernos sobre nadie. Pero tampoco nos resignaremos a renunciar a nuestra condición de iguales”, concluyó.

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