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Lula desafía la orden de prisión y sigue negociando su entrada en la cárcel

El mandatario está acusado de corrupción "pasiva" y debe cumplir 12 años de cárcel.

El expresidente Lula, saluda a los manifestantes que le apoyan. © Lula / Twitter
El expresidente Lula, saluda a los manifestantes que le apoyan. Foto © Lula / Twitter

Este artículo es de hace 5 años

SAO BERNARDO DO CAMPO, Brasil, 6 abr (Reuters) - El exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva desafío este viernes una orden de un juez de ir a prisión para comenzar a cumplir una condena de 12 años por corrupción que probablemente termine con sus esperanzas de recuperar la presidencia.

Lula permaneció rodeado de colaboradores y aliados en la sede del sindicato de trabajadores siderúrgicos en Sao Bernardo do Campo, en el área metropolitana de Sao Paulo donde comenzó su carrera política, lo que creó prueba de fuerza que se alargaría hasta el fin de semana.

Las negociaciones entre los asesores de Lula y la Policía Federal para organizar su ingreso a prisión continuaban el viernes por la noche, según dos personas con conocimiento del tema. Una de las fuentes, que pidió el anonimato, afirmó que no sería detenido antes de este sábado.

La líder del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffmann, dijo que Lula asistiría a una misa este sábado por la mañana en la misma sede del sindicato para conmemorar el cumpleaños de su fallecida esposa Marisa. Hoffmann negó reportes de que estaba negociando su rendición.

La Policía Federal en Sao Paulo se negó a decir si intentaría detener por la fuerza al exmandatario, una medida que podría desencadenar intensos enfrentamientos con sus seguidores.

El equipo legal de Lula envió una petición tarde el viernes a la corte suprema para anular la orden de prisión, luego de perder un pedido de último minuto en una corte de apelaciones. Los abogados argumentan que han agotado las apelaciones de procedimiento e insistieron en que el caso busca sacar al exmandatario de la carrera presidencial que encabeza.

Cientos de partidarios vestidos de rojo llenaron las adyacencias al edificio sindical. Gritaban y daban desafiantes discursos calificando al caso como una "caza de brujas". Una pancarta mostraba la cara sonriente de Lula en una máquina de votación electrónica.

"Estamos aquí para demostrar que los trabajadores resistiremos este ataque contra la democracia", dijo Jorge Nazareno, un líder sindical.

El expresidente no se había dirigido a la multitud casi 24 horas después de haber llegado al edificio, pero apareció brevemente a través de una ventana para saludar.

El mismo sindicato de trabajadores metalúrgicos en los suburbios industriales de Sao Paulo le sirvió de plataforma de lanzamiento de su carrera política hace casi cuatro décadas, cuando lideró huelgas en todo el país que ayudaron a terminar con el gobierno militar de 1964-1985.

La caída

El estilo de hombre común de Lula y discursos sin adornos electrificaron a las masas gobernadas por la élite y finalmente ganó dos mandatos como presidente, entre 2003 a 2011, desde donde manejó un robusto crecimiento económico y la caída de la desigualdad en medio del auge de las materias primas.

Dejó el poder con una aprobación del 83% y fue denominado como "el político más popular sobre la tierra" por el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama.

La caída de Lula ha sido tan deslumbrante como las investigaciones por corrupción sin precedentes que han convulsionado Brasil en los últimos cuatro años, enviando a prisión a decenas de políticos y líderes empresariales que se consideró por mucho tiempo que estaban por sobre la ley.

El juez federal Sergio Moro, quien ha llevado adelante gran parte de los casos en la mayor pesquisa por corrupción en la historia de Brasil y que emitió la orden de prisión para Lula, escribió que el exmandatario no debería ser esposado y que tendría una celda especial en Curitiba, donde fue sometido a juicio.

Lula fue condenado el año pasado por corrupción pasiva y lavado de dinero en un caso que involucra la cesión de un apartamento en un balneario del estado de Sao Paulo a cambio de contratos para una constructora con la petrolera Petrobras, empresa que está controlada por el Estado.

El Supremo Tribunal Federal rechazó el jueves el pedido de Lula de mantener su libertad hasta que agotara todas las instancias de apelación, allanando el camino para su encarcelamiento.

El dictamen finalizaría con la carrera política de Lula abriendo las elecciones de octubre, dejando a la izquierda brasileña sin un candidato obvio para volver al poder tras el impopular actual presidente Michel Temer.

(Reporte de Gram Slattery y Tatiana Ramil en Sao Bernardo do Campo, Reporte adicional de Ricardo Brito y Lisandra Paraguassu en Brasilia, Eduardo Simoes en Sao Paulo, Escrito y Reporte adicional de Brad Brooks. Editado en español por Javier Leira, Natalia Ramos, Silene Ramírez y Manuel Farías)

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