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Santa Clara "más vigilada" que nunca

Además de los muchos policías e integrantes de las tropas especiales que es posible encontrar en cada equina, la novedad es la instalación excesiva de cámaras de seguridad.

Cámaras de vigilancia en Santa Clara © CiberCuba
Cámaras de vigilancia en Santa Clara Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 5 años

«Están por todas partes, cada vez ponen más… y no sé para qué.»

Como si se tratara de un nuevo capítulo de 1984, la novela distópica de George Orwell donde una sociedad es totalmente velada y controlada, Santa Clara experimenta una ola de vigilancia por estos días. Además de los muchos policías e integrantes de las tropas especiales que es posible encontrar en cada equina, la novedad es la instalación excesiva de cámaras de seguridad.

“A mí me da miedo, la verdad, y no porque yo esté metida en nada indebido, porque gracias a Dios mi hijo es quien me mantiene económicamente desde Miami; pero eso de estar tan controlados es realmente molesto», asegura Odalys, una bodeguera jubilada que espera un ómnibus en la céntrica parada de la calle Máximo Gómez, donde se colocó una de las cámaras.

Prácticamente no queda un solo punto del centro de esta urbe que ahora no cuente con el inquietante ornamento, capaz de captar tanto una indisciplina vehicular, como un guiño cómplice, o una ilegalidad en un país donde sobran prohibiciones y escasea de todo.

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El parque Vidal, corazón de la ciudad, dispone de un buen racimo de videocámaras, al punto de ser quizás el más vigilado de toda la isla. Además de colocar varios de estos dispositivos en cada una de las esquinas de la plaza, recientemente fue instalado también uno en la torre del antiguo edificio del gobierno municipal, ocupado hoy por la emisora CMHW.

El “todopoderoso lente” ha sido el más llamativo para los lugareños, quizás porque se encuentra más alto que el resto, ofreciendo una panorámica cenital del concurrido parque, o tal vez por estar flanqueado por las antenas de la wi-fi.

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«De mí ya deben tener un retrato de cinco caritas, porque no sé cuántas veces al día miro en esa dirección tratando de ubicarme lo más frontalmente posible a las antenas a ver si mejora la conexión a internet, que siempre es pésima», se burla Yoandy, un joven universitario.

Sin embargo, el propio estudiante se queja de que ya no se encuentran tan fácilmente las tarjetas Nauta de navegación por internet, pues los muchachos que las revendían en las áreas del parque ahora están mucho más escurridizos.

En días pasados un corte eléctrico de varias horas paralizó el centro de Santa Clara, y el motivo no fue otro que instalar nuevas videocámaras, esta vez en la céntrica intercepción de las calles Céspedes y Luis Estévez, justo encima de uno de los puntos donde se ubican los taxistas particulares y buquenques. El otro punto donde de concentración de esos cuentapropistas ya estaba vigilado con anterioridad cuando colocaron justo sobre sus cabezas una cámara, en los altos de la TRD Galerías Parque.

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Como es usual no se explica nada al respecto, no se ofrece una argumentación formal, sencillamente se cierra una calle y se instala el nuevo dispositivo. Al indagar sobre el objetivo de tan desacostumbrado proceder con uno de los instaladores, este respondió: «¿Para qué son las cámaras de seguridad? Para vigilar ¿no? Pues entonces, para eso mismo las estamos poniendo».

Como es usual no se explica nada al respecto, no se ofrece una argumentación formal, sencillamente se cierra una calle y se instala el nuevo dispositivo

Pensar que solo se hace con el objetivo de velar por el orden y la disciplina vial no es del todo exacto pues igualmente se han concentrado cámaras en zonas concurridas como “Los Frambollanes”, donde se concentra el mayor número de trabajadores por cuenta propia de una de las urbes cubanas con mayor número de licencias otorgadas para el trabajo no estatal.

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También colocaron cámaras frente a CADECA, donde habitualmente se reúnen los compradores-vendedores informales de divisas, y otra en la calle Juan Bruno Zayas, justo en el tramo bautizado popularmente como la calle 8, suerte de boulevard callejero donde se vende de todo.

Para Mileydis, quien tiene una patente de sastre como fachada para vender los artículos que su hermana trae de Panamá y Guyana, el objetivo de estas videocámaras es intimidatorio. «Como ya saben que no pueden con nosotros, las ponen para asustarnos», explica.

Su compañera de negocio, una mujer mulata más entrada en años se pregunta: «¿Y a ellos quién los vigila? Porque se concentran en las ilegalidades de la gente de abajo, pero la corrupción de las altas esferas ¿quién la investiga?»

Se concentran en las ilegalidades de la gente de abajo, pero la corrupción de las altas esferas ¿quién la investiga?

Es común el uso de estos dispositivos tecnológicos en cualquier parte del mundo, lo mismo en las calles que dentro de instituciones públicas o negocios, pero los cubanos además de estar desacostumbrados a que se nos vigile de manera tan manifiesta, sabemos que raramente se adopta una medida sin connotaciones políticas.

A la manera de la novela 1984, EL GRAN HERMANO todo lo ve, todo lo sabe, todo lo puede.

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