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“Perestroika, Mijaíl, Perestroika”: lo que le diría a Díaz-Canel el periodista cubano premiado en España

CiberCuba entrevista al joven reportero Julio Batista.

Julio Batista. © Julio Batista / Facebook.
Julio Batista. Foto © Julio Batista / Facebook.

Este artículo es de hace 5 años

Por alguna calle de Madrid Julio Batista responde a CiberCuba. No es Julio Batista el abuelo de voz entronada que nos acostumbramos a oír en los programas de radio en Cuba. Es su nieto, del mismo nombre, que ha ganado ahora el Premio Internacional de Periodismo Rey de España.

Julio pertenece a una generación que rompió con el periodismo oficialista y se fue a los medios que afloraron hace unos tres años en Cuba, espacios para contar la Isla fuera de los márgenes del sistema.

Periodismo de Barrio es su medio de prensa y su casa. En ese sitio publicó el reportaje "Las aguas muertas del Havana Club”, una denuncia a la ronera más importante de Cuba, que lo llevó a recibir un premio de manos del rey Felipe VI.

¿Qué significan para usted los premios?

Francamente no lo sé, lo estoy descubriendo. Éste es el primero. Pero lo que tengo claro es que sirven para que se sepa del trabajo que está haciendo nuestra generación.

¿Qué le viene a la mente cuando sabe que le entrega el premio el Rey de España?

En cuanto vi el tamaño del premio, y vi lo que pesaba, lo único que podía pensar era: “Dios, solo espero que no se me caiga este pedazo de piedra en el pie de Felipe”.

Si tuviera que dedicar su premio, ¿a quién los dedicaría?

La gente de Periodismo de Barrio, que estuvieron y me respaldaron todo el tiempo, y que cuando yo mismo empecé a creer que no valía la pena un reportaje como éste, fueron quienes me empujaron cuando me faltaron ganas para seguir trabajando. Se lo dedico también a Jessica, mi novia, a la periodista Claudia González, a mi abuelo, que de alguna manera fue quien me enamoró de esta profesión. Estos son los fundamentales, la gente de Periodismo de Barrio y mi familia, aunque ambos se van pareciendo ya mucho.

¿El Premio Rey de España o el Nacional de Periodismo José Martí?

Lo primero es que lo otorgan por cosas diferentes. No caben dudas de que la importancia del Premio Rey de España es muy fuerte. Además, ¿quién dijo que tenía que elegir entre uno de los dos? Yo quiero los dos.

¿Qué le dice a los periodistas cubanos, oficialistas o independientes?

Estamos hablando de un país espectacular, con un montón de historias, y lo peor del caso es que nos las estamos perdiendo por estar en discusiones en las que al final no pasamos de ser peones en el tablero. Les podría decir que trabajen, parézcanse al país que tienen y busquen las historias en el país que tienen. Les diría que respeten el trabajo ajeno, de uno u otro lado. Nos hemos perdido en el intento de descalificar al otro.

¿Le apasionan los temas ambientalistas o llegó a ellos por casualidad?

Llegué a Periodismo de Barrio para hacer periodismo, investigar, no tener que cumplir un plan de trabajo al mes de 15 notas. Esa fue la oportunidad. Si el medio fuese de economía, hubiese terminando haciendo periodismo económico. Esto también es una excusa para contar los problemas de la sociedad.

¿Cómo surge la idea de hacer un reportaje sobre la ronera Santa Cruz?

La idea de este trabajo ni siquiera fue mía, sino de la periodista Claudia González, que en su primer año de la carrera intentó hacer un reportaje sobre el tema. Yo estuve muy cerca de ese reportaje, la ayudé en temas de edición, de organización de fuentes. Cinco años después pensábamos que se había solucionado, y cuando vimos que nada se había resuelto, me dije “aquí hay una historia”. Eso ya era sumamente interesante, además de la importancia que le agrega el hecho de ser Havana Club. Ahí está la mística del reportaje. Si quizás lo hubiéramos hecho de una ronera pequeña, independiente, a nadie le hubiese molestado. Lo que pasa es que uno identifica a Havana Club como ese gran consorcio, repleto de ventas y ganancias en todo el mundo, que se está lucrando a costa de no invertir lo suficiente para cuidar el medio ambiente. Ahí está cualquier tipo de filia que se pueda sentir por el reportaje.

¿Se puede hablar hoy de periodismo de investigación en Cuba?

Se puede decir que se ha intentado, pero eso está muy lejos de decir que tienes una escuela de periodismo de investigación. Lo importante es que hay intentos de hacerlo en las condiciones de acceso a la información en Cuba que todos conocemos. Pero hablar de periodismo de investigación en Cuba hoy es un poco pretencioso.

¿Cree que su reportaje ha tenido o podría tener un impacto sobre la realidad que relata?

Yo creo que podría tener un impacto, si no, no lo hubiera escrito. ¿Si creo que podría mejorar esta realidad y solucionar un problema? Hombre, claro, es el punto inicial de cualquier reportaje. Ahora, concretamente no ha habido ningún cambio. El que crea que un artículo periodístico, por sí solo, es capaz de cambiar algo, está desconociendo las normas básicas de la profesión y la sociedad. Nosotros no estamos aquí para resolver nada. Yo no soy inversionista ni ingeniero ambiental. A mí me toca visualizar el problema, crear conciencia y decir que algo está funcionando mal.

¿Cree que el nuevo presidente de Cuba leyó ya tu trabajo premiado?

No tendría cómo comprobarlo. No puedo decir si él lo habrá leído, pero evidentemente alguien sí lo leyó porque en Cuba alguien se lee todo lo que se publica desde los medios. Pero si Miguel Díaz-Canel Bermúdez se tomó 5 minutos de su tiempo y leyó el reportaje, lo único que podría decirte, francamente, es que no hizo ningún comentario en la página.

Una situación hipotética: tragos mediante, en un bar cualquiera de La Habana, ¿qué le pediría a su nuevo presidente en nombre de los periodistas cubanos?

Es una situación extremadamente hipotética, porque para empezar no creo que a Díaz-Canel y a mí nos guste el mismo tipo de bebida. Pero bueno, vamos a suponer que me lo encuentre, que tengo los suficientes tragos como para hablar con él y que él está dispuesto a hablar conmigo. ¿Qué le pido? “La verdad, Miguel, la verdad”. Y ahora tradúcelo al ruso para que veas qué bien queda. Te lo traduzco yo: “Perestroika, Mijaíl, Perestroika”.

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