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Volver a Cuba: entre el sueño y el trauma

El día que se intente rescatar la historia del exilio cubano, la pesadilla del regreso debiera tener un lugar fundamental en el estudio de los traumas nacionales.

Aeropuerto José Martí © CiberCuba
Aeropuerto José Martí Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 5 años

¿Por qué la idea de volver a Cuba, aunque sea de visita, se convierte en una pesadilla? ¿Por qué los cubanos sueñan frecuentemente que regresan a la isla y no los dejan salir? ¿Por qué nuestro trauma con las aduanas y los pasaportes?

¿Por qué los cubanos sueñan frecuentemente que regresan a la isla y no los dejan salir?

Los emigrantes cubanos suelen soñar, por mucho tiempo, que vuelven a la isla y que no pueden salir. El cubano en el exilio, dado lo difícil que es abrirse camino en cualquier país al que vaya, se expone a una serie de trámites, dificultades y contratiempos en su vida en la diáspora, que muchas veces pueden hacerle enfrentar un período de crisis y, aunque en general la posibilidad de regresar a la miseria de la isla no se contempla, se puede, sin embargo, soñar que se vuelve de visita al país del que uno viene.

Pero hoy mismo, que para un ecuatoriano, un guatemalteco, un mexicano que viva en Estados Unidos o España regresar a su país de origen es posiblemente una entre otras opciones a contemplar si la situación lo requiere; en el caso del cubano esto implica despertar un trauma que, como una bestia más o menos dormida, sigue ahí. No se piensa fácilmente en volver al lugar del que tanto costó huir.

No se piensa fácilmente en volver al lugar del que tanto costó huir

Después de lanzarse a crear un nuevo éxodo de magnitudes bíblicas por varios países de Centroamérica desde Ecuador hasta México, de que la ley "Pies secos, pies mojados" haya sido suspendida, de que miles hayan atravesado fronteras, selvas, peligros, mares, el trauma no termina ahí. Siempre hay alguien que se queda, como en el laberinto de Cnossos, atrapado en la isla y necesita, como alguna vez nosotros, un poco de ayuda.

Por melancolía, necesidad, decisión propia, por la familia o por humanidad, volver se suele convertir en el próximo dilema.

Los sueños son la voz del subconsciente, suelen reflejar o recrear a veces una preocupación, aparecen con mayor frecuencia en los momentos de incertidumbre, de duda, de toma de decisiones más o menos importantes. Por ello mismo son un recurso fundamental en la épica y la tragedia griega, porque se insertan dentro de una situación inestable, de peligro, de crisis y funcionan como evidencia del conflicto que enfrenta un personaje.

No es, por tanto, solo un procedimiento meramente literario el hecho de introducir dentro de la trama un sueño que un personaje ha tenido, como especie de mise en abyme o de historia dentro de la historia, sino que, además, es algo cotidiano en nuestras vidas y comprensiblemente humano.

El sueño es el modo en que nuestra alma sigue trabajando, buscando muchas veces una solución a los problemas fundamentales de la vida. El sueño suele convertirse en la continuidad ficcional de nuestros dilemas. Una narrativa paralela de nuestros desvelos y ansiedades.

Hay muchos ejemplos en los que, ante una situación difícil y de inseguridad, los personajes sueñan con posibles desenlaces, narran desde lo onírico algunas de las conclusiones potenciales del problema: en la Ilíada, Agamenón se acuesta preocupado por la situación en que se encuentran sus hombres al Aquiles abandonar la guerra, entonces tiene un sueño en el que Zeus le dice que debe intentar vencer a los troyanos, porque es el mejor momento para lograrlo, y al despertar decide ir contra la ciudad; en Los persas de Esquilo, Atosa, la madre del rey persa Jerjes, ante el miedo o la falta de noticias sobre cómo le ha ido en la guerra a su hijo contra los griegos, tiene un sueño premonitorio sobre la derrota de los suyos; y Clitemnestra, en la Orestíada del mismo autor, sueña que ha dado a luz a un dragón que, al amamantarlo, también la desangra y la deja sin vida. Poco después la reina de Micenas se da cuenta de que el dragón del sueño es su hijo Orestes que ha venido a matarla.

Dentro de la literatura cubana, hay ejemplos en que se usa un recurso semejante siguiendo la tradición grecolatina: Magali Alabau, en un libro fundamental para entender el trauma de la emigración insular titulado Hemos llegado a Ilión, declara al comienzo del poema: "he llegado acá de vuelta o en sueño" y más adelante se pregunta "¿por qué me siento como los prisioneros? ¿Por qué pregunto al techo si hay alguien deambulando en este sueño?"

Alabau conjuga realismo y ensoñación en su poema, su libro es, al mismo tiempo, el mal sueño recurrente del emigrante por su regreso, pero también la realización de esa pesadilla, con todo lo que ella implica al pasar aduanas, revisiones, chequeos, interrogatorios porque: "Esta es la estadía siniestra del infierno. Este avión, esta corazonada, este examen que rasga con papel la tinta. Hay que ir al nacimiento de la pena, a la herida mayor hay que curarla, hay que sobornar la sangre y entrar en cuatro patas a las entrañas de tu propio monstruo."

Los versos de Alabau muestran que, en el caso del emigrante cubano, dada la incertidumbre, las limitaciones, el papeleo, las negativas, el coste, en fin, la odisea que implica conseguir salir del país, el sueño puede ser muchas veces reflejo de un trauma, antes, durante y después de la salida.

El día que se intente rescatar la historia del exilio cubano, la pesadilla del regreso debiera tener un lugar fundamental en el estudio de los traumas nacionales

El día que se intente rescatar la historia del exilio cubano, la pesadilla del regreso debiera tener un lugar fundamental en el estudio de los traumas nacionales.

El Odiseo cubano sueña frecuentemente que hay algún problema en su pasaporte, en su permiso, en la habilitación que le impide no solo volver sino, sobre todo, el derecho de abandonar, de irse, de escapar.

La poeta y profesora Milena Rodríguez, al presentar el poemario de Alabau, se pregunta: "¿Cómo volver a Ilión? ¿Cómo regresar a la ciudad destruida, a esa Troya hecha cenizas de la que nos marchamos hace ya tanto tiempo? O, ¿es posible la vuelta del desterrado, es posible convertirse en un ex-expulsado y regresar y andar de nuevo por Ilión, por esa que se ha vuelto ex-ciudad, ciudad que ya no es?"

De todas estas interrogantes nacen nuevas y continuas pesadillas. Ojalá, en un futuro cercano, estas preguntas no sean tan definitorias ni necesarias y volver o soñar no sea parte del trauma cubano.

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