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El café, 'desaparecido en combate' en Cuba

Se ha convertido en un lujo en la Isla, casi como la carne de cerdo.

Café vintage, en 23 y 12. © CiberCuba.
Café vintage, en 23 y 12. Foto © CiberCuba.

Este artículo es de hace 5 años

Durante el día René trabaja como jefe de Mantenimiento en una empresa estatal cubana. En las noches, este habanero de 43 años se dedica a hacer café para abastecer a sus vecinos.

"Yo le compro el café a un socio que lo siembra en su casa y luego lo uno con chícharo para venderlo en el barrio. Así es como único da ganancia. Sin embargo, a mis clientes ya les gusta esa mezcla y me dicen que puro no lo quieren", afirma un poco reacio a darme la entrevista.

"Toda mi familia se dedica a esto desde que tengo uso de razón. Aunque lo que hacemos no es ilegal, tampoco es legal. A mi primo se le metieron en su casa hace poco y lo multaron porque están puestos para jodernos.

"Son pocas las veces que no tenemos café. Nosotros no nos enriquecemos con esto, sino que subsistimos y ayudamos a gran parte de la población", deja claro.

El proceso, de acuerdo con René, es simple: "Tuesto el café y el chícharo, lo muelo en una máquina artesanal con ayuda de mi esposa y luego lo ligo. La gente nos compra a diez pesos cubanos la latica de leche condensada llena de café hasta el tope".

Según refiere Amanda, clienta 'fija' de René, "una lata de esas da para unas 24 tazas. Es la opción más económica que tiene el cubano medio para tener café siempre.

"El café de la bodega, que también viene mezclado con chícharo al 50%, no es malo pero no alcanza. Al ser industrial, está mejor molido que el hecho en casa, pero es insuficiente. Nos dan un paquete por persona al mes y de cada uno salen alrededor de cuatro 'coladas' medianas, que serían unas 16 tazas", explica la ama de casa de 51 años.

El café que se vende en cuatro pesos cubanos en las bodegas de la Isla contiene 1/4 de libra, se llama ¡Hola! y es producido y comercializado por la empresa Cubacafé.

"En la calle uno resuelve 'por la izquierda' los paqueticos del café de la bodega entre 12 y 15 pesos cubanos, pero rinde más el particular. No obstante, ambos demoran en 'colar' y tienden a tupir las cafeteras porque tienen un polvo grueso.

"Casi tanto como comer carne de cerdo, se ha vuelto un lujo tomar café en Cuba, a pesar de que es un producto altamente demandado. Es un vicio necesario. A mí por lo menos no me puede faltar una taza cuando abro los ojos", asegura la arquitecta Miriam.

Al decir de Caridad, de 54 años, "mi hija me trae mucho café La Llave de Miami, pero uso igualmente el de la bodega. No me gusta ligarlos como acostumbran a hacer muchas personas porque después no sé ni qué estoy tomando. ¿Qué más querría uno que tener siempre del bueno?

"Los que tienen mejor poder adquisitivo pueden comprar en la tienda el Cubita, el Serrano, el Regil, etc., pero son los menos. Los paquetes medianos de café que hay en la red minorista tampoco alcanzan ni para tomar una taza diaria al mes y cuestan una octava parte del salario medio de un cubano o más", agrega.

Por otro lado, "la mayoría de los que envían remesas a Cuba le mandan café a sus familiares y amigos. Incluso hay revendedores que tienen paquetes de café, como el La LLave, en seis CUC.

"Lo ideal sería que el salario diera para comprar el café que uno quisiera, sin tener que estar dependiendo del que da normado el Estado", resalta Tamara, cuya hermana vive en Las Vegas.

En palabras de Ofelia, de 72 años, "la vida me ha demostrado que el café no es una necesidad. Cuando se me acaba el de la bodega me quedo sin ninguno porque mi pensión es baja y utilizo para comprar comida cada peso que cojo".

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