Memoria del Exilio: "Rendición de cuentas en clave de chat"



Cada oración lleva un sonidito.

In Wonderland. © Juan Carlos Cremata.
In Wonderland. Foto © Juan Carlos Cremata.

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Este artículo es de hace 7 años

- Mijo, ¿qué es de tu vida?

- Ando. ¡Que es bastante!

- No he sabido de ti, ni en los centros espirituales.

- Casi, casi, que me arrastro.

Pues, ¡levántate y anda!

- ¿Perdón?


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Sonó eso muy a Mariana, ¿no?

-  Cuando me siento peor, me consuela el pensar, que estoy mucho mejor aquí, que si estuviese en Cuba.

¡Ponle el cuño!

-  Allá me condenaron a no disparar, nunca más, un chícharo.

-  No tendría un centavo. Aunque acá, ahora, no gane un quilo.

-  Pasaría mucha más hambre.

-  Odiaría despiadadamente al calor sin aire acondicionado por todas partes.

-  Un ventilador nacional reclamaría aullando como Luz Marina Romaguera.

* Protagonista de Aire Frío de Virgilio Piñera.

-  Y tendría mucho menos acceso a Internet.

-  Y a mí, con los años, se me ha hecho crónico el decir lo que pienso.

-  Soy, cada vez más, cardíaco a estar informado.

-   Principalmente en materia de arte.

-   Y sobre Cuba, siempre he aprendido, mucho más, estando fuera de ella que dentro.

-   ¿Pero, cómo te sientes?

-   Ahí. Más o menos. Unos días más arriba, otros bien abajo.

-   Antes, pensaba en mi madre a cada rato.

-   Ahora no dejo de evocarla en cada cosa que hago.

-   C´est la vie! Es normal.

-   Ayer recibí los satisfactorios resultados de mis usuales chequeos médicos.

-   Y extraño mucho el llamarle para tranquilizarla.

-   Nadie se preocupaba más por eso que ella. ¡Todo está bien y va a ser mejor, mami!

-   El dolor y la soledad se acrecientan.

-   He pensado mucho en lo que me aconsejaste hacer.

-   ¿Qué cosa?

-   Lo de intentar sin…* llorando para así liberar el luto, mi angustia y la perenne ansiedad.

* Fornicar.

-   O todo a la vez. ¿Cómo te fue?

-   Nulo, mima. No he derramado ni una lagrimita.

-   ¡No me digas!

-  Como lo lees. Invoqué hasta a las musas de Gina Cabrera y Moraima Secada. Pero, nada.

-  Debe ser que, cuando estoy templando, lo único en lo que NO pienso, es en lo que puede entristecerme.

-  O que, los encuentros cercanos de tercer tipo están en plan de ahorro y me cortan el agua en las glándulas lagrimales.

-  Como hace cuatro semanas padece la cuadra en la que sobrevive mi hermano menor, en Nuevo Vedado, en la Habana.

-  Estoy seco por igual. No me cae ni un chorrito de líquido en la cisterna.

Pero, y… ¿de salud?

-  No tengo problemas, como te dije.

-  ¡Al menos, por fuera!

-  En mi caso, invariablemente, la procesión va por dentro.

-  No obstante y siguiendo con el tema de la templeta-hiper-dramática-pasada-por-agua-y-liberadora, traté de concentrarme en el conflicto sirio.

-  En el bloqueo imperialista.

-  En Norcorea.

¡Del patio, por favor, ni hablemos!

-  Probé con los niños segregados en la frontera amurallada.

-  La situación en Nicaragua y Venezuela.

-  Con los precios elevados de los agromercados en Cuba.

-  Y hasta en la rara enfermedad - causada por la picada de una garrapata - que cogió la cantante mexicana Thalía.

-  Y que le hace publicar estupideces - en las redes sociales, a toda hora - sobre su vida diaria, que a nadie le interesa.

-  Pero, todo eso me da tristeza, pereza, tibieza o flojera.

- ¿A quién no?

-  Se me apagan las ganas de repello y ni se me para.

¡Qué cosa, chico!

-  Y si me pongo a pensar - en medio del chaca chaca - en cómo engatusan a la población de la Isla, con discusiones, sobre una Constitución de marras.

-  Aprobada de antemano.

-  Confeccionada a la medida del presidente de la comisión encargada de redactarla.

-  Sometida a los reglamentos de un Partido vetusto, arbitrario e improductivo.

-  Mientras establecen - sin discusión popular alguna - el infame Decreto-ley 349, que amordaza las libertades propias e intrínsecas del arte.

-  Sin explicación de ningún tipo.

-  Porque no tiene otra razón que el control.

Como toda arbitrariedad.

-  ¡Duro, directo a la cara, sin guante ni vaselina!

-  Me da una rabia de pin…

-  Una furia, tan tremenda, que raya en indignación.

¡No es para menos!

-  Quien llora es a quien le toca soportarme enfrente.

-  La ira me domina, se apodera de mí.

-  Y me pongo, como me pongo.

¡Candela pal sindicato!

-  Qué va, prefiero templar poniéndole cráneo y sin mucho cerebro.

Yo creo que tú estás más loco que una cabra.

-  Y yo, que tú eres tronco de comemierda, si es que ahora lo notas.

No. Lo sospeché desde que te conocí.

- Pues, mira, me cuesta - cada vez más - ver mejor.

- Causa es de mi presbicia voraz, galopante y creciente.

- Pero ¡para lo que hay que ver!, voy tirando con lo que distingo.

- Por otro lado, mi bruxismo está a punto de jamarse la férula que preciso para dormir, so riesgo de despertarme con la desagradable sorpresa de que me he masticado mis propios dientes.

- Acabo de despedirme, a tiempo, de un intento de gripe que por poco me saca del aire.

- Pero estoy bien, voy tirando.

- ¿Por qué no vas a verte con un 'babalao'?

- Ya no creo. Ni en eso ni en nada más.

- Sigo entero.

- Todavía.

- Sobre todo, de mente.

- Sobreviviendo entre sentires, diretes, decires y delirios.

- Duermo bien.

- Sueño.

- Pienso.

- Evoco lo poco que el Alzheimer me deja.

- Por eso, no me acuerdo muy bien sobre qué veníamos discursando.

- Ni el porqué te estoy escribiendo todo esto.

- Ven acá y de tu residencia, ¿qué?

- Bien, ¿y tú?

- Ja, ja, ja, ja.

- No te rías. Llevo ya cuatro meses desempleado en una explayada reclusión domiciliaria.

- No tengo noticia alguna de la renovación de mi permiso de trabajo.

- Extravié mi tarjeta de seguro social. O me la robaron.

- Y cuando fui a pedir una nueva me la negaron por no tener la autorización de empleo.

- Todo es como un perro mordiéndose su propia cola.

- Fui de nuevo a Inmigración y me aconsejaron, por lo bajito, que me buscara el apoyo de un político.

- Me dieron la dirección de una oficina cercana. Empero, allí, cuando llegué, me remitieron a quien me correspondía por mi circunscripción.

- Nada, que el fantasma de la Oficoda recorre el mundo, traspasa allende los mares, e impertérrito, orondo y febril, persigue sigiloso cada uno de mis pasos migratorios.

- ¿Y?

- La que me toca por mi demarcación, fue tildada, en cierta ocasión - de cuyo impacto procuro olvidarme - con el apelativo de loba feroz.

- Ay, mi madre.

- Pero, fue llamada así por el más despreciable de nuestros depredadores coterráneos.

- Que adjudicaba epítetos a todo el que le llevara la contraria.

- Cuando no podía acallarle. O, simplemente, desaparecerle del mapa.

- ¡Ni nombrarlo me atrevo!

- Tengo entendido que, esa señora, en cambio, es buena madre.

- Y además una declarada defensora de los derechos homosexuales.

- Así que, si un indiscutible animal fiero, con un expediente mucho más enjundioso en injusticias, me cambió el cuento, ¿cómo puedo creerle?

- ¡Tanto nos tupió!

- Entonces, me fui a verla. La historia es comiquísima. Pero, no sé si puedo contarla entera.

- ¿Por qué?

- Porque no se ha acabado. Es decir, todavía no tengo respuesta.

- ¡Ah!

- El caso es que, mientras esperaba para ser atendido en aquella oficina, se apareció una señora, exigiendo ver a la delegada, en un tono bastante exaltado.

- Se identificó - a todo pulmón - como nicaragüense.

- Y agregó que había sido reconocida en un congreso internacional.

- Con el nombre de un pueblo que yo en mi vida, ni siquiera, había oído nombrar.

- Sonaba parecido a Chuquimamata.

- Decía que lo de ella era urgente.

- Que en sus manos estaba la solución para el calentamiento global.

- Gritaba que todo iba a explotar.

- Y que, por no haber sido escuchada, los volcanes están como están.

- No te puedo creer.

- Aquella mujer parecía un tifón emitido en vivo y en directo.

- Una emulsión de gases metano, butano y propano.

- Orquestada por Fulano, Mengano y Esperancejo.

- Porque también, se refirió a la emergencia de desenmascarar a comunistas, infiltrados en Miami, que piden asilo, como refugiados políticos.

- Tragué en seco.

- Si a mí, el FBI me investiga, pensando que soy del G2 y la seguridad cubana desconfía porque me cree de la CIA…

- ¿Dónde coño me iba a meter si a ese movimiento telúrico le daba por cogerla conmigo?

- Que era el que estaba más cerca de ella.

- Igual, tremendo show me eché.

- ¡Y de gratis!

- Era como una mezcla de lo poco que he soportado ver en Telemundo, Univisión, FOX, CNN, CBS, ABC, Cubavisión, Telerebelde, los Canales Educativos - uno y dos - y las cientos de cadenas-dedicadas-a-estupidizar.

- O sea, que el espectáculo fuera de la programación te jodió la entrevista, ¿no?

- No, mima, no. Me la hizo más entretenida.

- Lo más simpático de todo aquello, es que, por detrás de la ventanilla de Atención al Público, le explicaban, una y otra vez, a aquel fenómeno-atmosférico-fuera-de-temporada, que la diputada no se encontraba allí. Y ni siquiera estaba presente en la ciudad.

- Para mí, funcionó como una eficiente telonera.

- Porque se retiró, dando alaridos. ¡Ella lo que no quiere es recibirme y se va a arrepentir!  Y amenazando a los cuatro vientos, con que se iba a aparecer allí, con un equipo de televisión, para que el planeta entero lo supiera.

- Menos mal que había ido vestido, más o menos, presentable. Fue lo que me dio por pensar.

- ¡La debacle!

- ¡El acabose!

- En fin, que cuando me hicieron pasar a la oficina, del primer asistente de la congresista, después de los graves, e impostergables, problemas planteados, por aquella combatiente medioambiental, la exposición de mi contratiempo vino a ser como pedirles auxilio, porque una hojita se había deshojado, boba, mariposeando, escapada de la rama de un árbol.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Juan Carlos Cremata Malberti

Director de cine y guionista cubano. Se graduó en 1986 de Teatrología y Dramaturgia, en el Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana, posteriormente cursó estudios en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños graduándose en 1990.



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