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La monja cubana que tradujo para Fidel Castro

Carmen Zamora nació en 1959 en La Habana.

Carmen Zamora, a la derecha en la primera fila, junto a las religiosas de la Diócesis de Segorbe-Castellón © Diócesis de Segorbe-Castellón/ Facebook
Carmen Zamora, a la derecha en la primera fila, junto a las religiosas de la Diócesis de Segorbe-Castellón Foto © Diócesis de Segorbe-Castellón/ Facebook

Este artículo es de hace 4 años

Una monja de clausura que actualmente reside en España fue traductora de Fidel Castro durante 15 años, hasta que pudo abandonar Cuba en los años 90. Su curiosa historia fue dada conocer por el diario El Mundo.

Carmen Zamora nació en 1959 en La Habana. Estudió Literatura y Lengua Rusa y aunque ejerció un tiempo como maestra, su principal labor en la Isla fue como traductora en el Ministerio de Comercio Interior.

“Cada año viajaba a Rusia, Rumanía y el resto de países del bloque soviético. Visitaba tres o cuatro países en cada viaje, traduciendo textos relacionados con el comercio y el intercambio de mercancías”, confesó al periódico español.

“En aquellos años tengo acceso a las altas esferas del Gobierno y me doy cuenta de la dulce vida de los señores de arriba y cuánto engañados tenían al pueblo, exigiendo sacrificios y exprimiendo a la gente mientras ellos vivían en la abundancia y el derroche”, relató.

En 1994, cuando la crisis de los balseros, su familia comenzó a buscar la forma de salir del país. Ella, al revelar en su centro de trabajo su deseo de marcharse, fue despedida.

“Justo en ese momento contactó conmigo un amigo del que hacía cinco años que no tenía noticias. Me escribió diciendo que me ayudaba a salir y consiguió que la embajada de Estados Unidos aceptara el visado para mi madre y toda la familia. Por eso digo que fue un milagro. Se fueron abriendo los caminos uno detrás de otro…”.

Carmen y su familia llegaron a Nueva Jersey, donde los acogió una familia muy religiosa, a la que no conocían en absoluto. Así empezó a adentrarse en la fe.

Más tarde se trasladó a Florida. Allí conoció a un sacerdote español, el padre Carles Mundet. Fue trabajando junto a él, en favor de los pobres, que descubrió que quería consagrar su vida a la Iglesia.

Puede leer la historia completa en El Mundo.

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