La goleada al Eibar (5x0) con Lionel Messi en plan asesino tranquilizó los ánimos de un Camp Nou que recibió el partido con pañuelos y gritos que exigían la dimisión del presidente Josep Maria Bartomeu.
El técnico Quique Setién dosificó sus fuerzas de cara al Clásico del próximo domingo y dispuso un 4-4-2 con Arturo Vidal en la parte más alta del rombo. Así, más tirado a la banda que en partidos anteriores, el crack de Rosario consiguió romper una (para él) larga sequía goleadora de cuatro partidos.
El primer gol de Messi, al minuto 14, fue una joya que incluyó caño y definición providencial. El siguiente, al 37, salió de otra conducción a todo gas con un tiro cruzado milimétrico. El tercero, solo cuatro minutos después, derivó de una carambola generosa: Messi le quiso regalar el tanto a Griezmann, este no controló bien y la pelota regresó a los pies del ‘10’, que no tuvo piedad.
Ya en las postrimerías del choque, el cuarto lo firmó tras rematar el pase del recién fichado Martin Braithwaite, quien entró al campo para el cierre del duelo y aun se dio el lujo de propiciar el quinto, cuando su remate a puerta rechazó en el portero y Arthur aprovechó para empujar el cuero a la cabaña.
De esa manera, el argentino llegó a 18 goles en el torneo doméstico y a 11 en cinco desafíos como anfitrión del Eibar, que se acercó algo más a la zona de descenso.
Ahora el club azulgrana marcha primero de La Liga con 55 puntos, dos por encima de un Real Madrid que podría retomar la cima si derrota más tarde al Levante en Valencia.
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