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Memoria del Exilio: Canturrear del terror

Si no lo viviste, trata de experimentar lo que es salir a la calle, o encender la radio, la tele y todo el tiempo la misma canción, la misma tensión en el aire.

Imagen referencial © Flickr / Creative Commons
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Este artículo es de hace 4 años

Todavía resuenan, de vez en cuando - cual fantasmas insistentes acosando - los parlantes repitiendo, a toda hora: “Yo me quedo”.

Fueron días, semanas, meses, “que de pronto son años”. Y se asentaron con el peso de los siglos.

Evidencia, más que suficiente, para demostrar que “aquello” no fue una respuesta espontánea del pueblo, sino un bajísimo acto de “reafirmación revolucionaria”, maquiavélicamente planificado y aprobado por las más altas instancias del gobierno.

Si no lo viviste, trata de experimentar lo que es salir a la calle, o encender la radio, la tele y todo el tiempo la misma canción, la misma tensión en el aire.

El pavor dueño de cada paso, de cada palabra.

Había que andar con cuidado.

Y la herida aún sangra.

Como el tímpano, todavía se resiente.

Para los que no vivieron esos momentos, será difícil de entender cómo pudo instaurarse el miedo en la conciencia colectiva.

Porque hasta el que diga que no participó - y de verdad no lo hizo - tampoco tuvo el valor de enfrentarse a una turba enardecida y parar todo aquel aterrador absurdo. Hubiese sido tonto y aún más irracional, inmolarse de esa manera.

Tragamos bilis, nos metimos la lengua en el culo, viramos la cara, e intentamos olvidar, pero es imposible.

Aunque se haya llorado y se llore aún de impotencia.

La misma que se sintió al vivir tamañas atrocidades.

La noche de los sucesos de la embajada del Perú, estábamos con unos amigos en casa y al enterarnos de la “bola” de que mucha gente iba a asilarse, fuimos a ver, por pura curiosidad y sin intención alguna de formar parte.

Pero, cuando parqueamos cerca de la calle 60, aparecieron cuatro o cinco tipos, con palos en las manos, gritándonos.

- ¿Qué ustedes hacen aquí?

- Nada, vinimos a ve… No nos dejaron ni terminar.

- Piérdanse - nos advirtieron - si no quieren pasarla mal. Piérdanse ya, que esto se va a poner bien feo.

Por supuesto que pusimos pies en polvorosa, antes de que comenzara todo el caos.

Y aquello fue espantoso.

Luego vino el Mariel.

Confesarse gay era garantía para la salida del país.

La homofobia se situó en el primer punto al orden del día.

Lo más triste, es que hay quien piensa que todo eso hoy se ha acabado.

¿Qué son, si no, las catervas amontonadas, gritándole a las damas de blanco?

No hace mucho vimos algo muy parecido frente a la casa de Rodiles. Se esté - o no, de acuerdo con su lucha - con pioneritos, comparsas y música alta durante todo el día.

No es el agua, la maldita circunstancia, Virgilio.

Es el miedo inmenso que sentiste cuando llegó la noche oscura disfrazada de esperanza.

Es el terror con el que te estigmatizaron, te marcaron, te apartaron y con el que, también, te mataron.

A Dulce María la enclaustraron en su casona.

Nos escamotearon la poesía.

La vistieron de miliciana y le pusieron, de nombre, Nueva Trova. *

* Muela bizca con guitarra, le llamaba un amigo querido.

E inflamaron nuestras psiquis abarrotándolas de lo que, según ellos, debía estar compuesta el alma de un cubano.

Lo siento.

Yo ya no trago ni un acorde más.

Ni un versito machista y trasnochado de un bardo que se cree el ser más inteligente del universo y desprecia al resto de sus semejantes. Los cree tontos, fieles acólitos de su misa izquierdista y desalmada.

¿De qué me sirven sus canciones inflamadas de amor por el prójimo - que bien poco sabe ofrecer - ante su miserabilidad, mezquina y antihumana?

Por otro lado, al de “acuérdate de abril” - que parece habérsele olvidado el resto del año - me complace preguntarle:

- ¿Sigue pensando, luego de dar una entrevista, a un documental no oficial, que no existe el cine independiente?

En la misma prohibición al documental, en cada acto de censura, en cada regulación de viaje, en cada detención arbitraria, en cada escamoteo de la verdad, en cada represión cotidiana a los derechos civiles y humanos, sigue viviendo actos de repudio. *

* ¡LIBERTAD PARA LUIS MANUEL OTERO ALCÁNTARA!

En cada “cállate”, “no digas nada”, “de eso no se habla”, o “el pueblo no está preparado”.

En el “no tenemos nada que hablar con ellos” de la “sociedad civil cubana” que mandó la isla a representarnos en Panamá. *

* Versión de la UJC de aquel “no los queremos, no los necesitamos”.

¿No son actos de repudio las actuaciones de nuestros “diplomáticos” de chancleta en mano, en la ONU?

En eso, hay que reconocerlo - como en los derrumbes, en la intolerancia, la escasez, las arbitrariedades y el despliegue consuetudinario de injusticias - constituyen una verdadera continuidad.

Más de lo mismo. Chusma.

Canción protesta que se ocupa de denunciar los atropellos del mundo, mas, niega o “se hace de la vista gorda” con las inmoralidades corrientes para con sus compatriotas, no la quiero, no la presto oídos.

Demasiado tuve que escucharles sin quererlo.

Algo útil me ha legado el ladino, mezquino y miserable cantautor: NO OIRLO, NO LEERLE, ignorarle, tal cual él lo hace, en verdad, con el resto.

Para mentiras y recriminaciones prefiero a Pimpinella. En su falsedad son más sinceros.

Apaga la vela y vamos, coplero

Encajada te sienta la expresión afín:

“UNA COSA ES CON GUITARRA Y OTRA COSA CON VIOLÍN”

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Juan Carlos Cremata Malberti

Director de cine y guionista cubano. Se graduó en 1986 de Teatrología y Dramaturgia, en el Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana, posteriormente cursó estudios en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños graduándose en 1990.


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