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Periodista oficialista llama a fomentar en Cuba una "cultura de las colas y verles su lado bueno"

"Ojalá sigan" las colas, pues eso sería un indicio de que algo hay, "aunque no alcance".

Colas en Cuba © CiberCuba
Colas en Cuba Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

Una periodista oficialista cubana llamó a fomentar en Cuba una cultura de las colas y verles su lado bueno, en medio de la situación de crisis que vive la Isla por el coronavirus.

"Ya que tendremos que vivir entre ellas y evitar que “marque” la COVID-19, será mejor fomentar una cultura para las colas y verles su lado bueno, cuando lo tengan", dijo la periodista Elsa Ramos en un artículo publicado en el medio local Escambray.

Las colas, que han estado a la orden del día entre los cubanos desde el llamado Periodo Especial, se han hecho más visibles en medio de la pandemia por coronavirus, periodo en el que los ciudadanos de la Isla no han podido mantener la debida cuarentena y han tenido que salir a hacer innumerables colas para conseguir alimentos.

Según la periodista, las colas podrían resultar peligrosas por su capacidad de volatilizar el virus, pero "son necesarias y, aunque parezca paradójico, sintomáticas".

"Cuando usted ve un mercado, una tienda o un simple punto “poblado” de personas, la señal es evidente: algo hay. Y eso es bueno en tiempos en que el país ha debido hacer malabares para traer hasta esta isla parte de lo que nos hace falta. Por eso cuando la quietud reina en los comercios es señal de que los estantes están vacíos o, al menos, no tienen lo que se busca. Y eso es menos saludable que las colas", señala Ramos.

En su artículo la periodista dice que "ojalá sigan" las colas, pues eso sería un indicio de que algo hay, "aunque no alcance".

"Lo que hay es que diferenciarlas de los molotes o aglomeraciones, bullangueros, insurrectos, indisciplinados. De lo que se trata es de curarlas y hacerlas a la manera en que nos pide todos los días el presidente cubano Miguel Díaz Canel Bermúdez: “En las colas que se hagan hay que mantener la distancia necesaria, un buen comportamiento y una buena disciplina, y eso es responsabilidad, en primer lugar, de las personas que dirigen y trabajan en estos mercados y también de la colaboración que le hemos pedido a la Policía Nacional Revolucionaria y a las organizaciones de masas en la comunidad”.

La periodista criticó el hábito de “colear” aun sin saber qué van a vender.

"Lo que más las contamina es la proliferación de los coleros, esos que tienen un entrenamiento pre-COVID y lo mismo pernoctan en ellas evadiendo el control policial que acaparan y luego revenden hasta cinco y seis veces por encima de su precio real. Los hay…y las hay que repiten y repiten —hasta con la complicidad del nasobuco— en una misma cola o en varias de diferentes comercios en una táctica donde, con pandemia y sin ella, quienes trabajan o son vulnerables, llevan las de perder", añadió.

No obstante, a pesar del peligro de las colas, del calor, del tiempo perdido de quienes la hacen, del trabajo qu pasa en su día a día el cubano, la periodista dice una vez más que las colas tienen síntomas “buenos” y que Cuba, aunque quiera, no puede prescindir de ellas.

"No deben asustar las colas enormes que se estiran por calles y calles y casi por kilómetros. Cuando están así es porque, por lo general, cumplen el distanciamiento físico con el metro y algo de separación, no sin regaños y más regaños de las fuerzas del orden, las cuales tienen una misión complicada: hacer colas “buenas” donde antes hubo tumultos que se prendieron de nuestra rutina nacional con la misma capacidad contagiosa del virus. Por eso no entiendo a quienes desde las redes se asombran y cuelgan como la gran noticia una cola grande en Cuba, aunque estos igual la emprenden cuando los anaqueles están vacíos", apuntó la periodista.

Las colas constituyen una odisea en la vida del cubano. Desde que la pandemia llegara a Cuba se han hecho más visibles, pues ha sacado a relucir la gran escasez del país. Recientemente la actriz y activista independiente cubana Lynn Cruz denunció la tragedia cotidiana de las colas en La Habana, donde dieron 100 turnos pero solo había 80 porciones de pollo y además un custodio vendía puestos.

Esta misma semana se reportaron extensas colas para comprar aceite en la ciudad de Gibara, en la provincia de Holguín.

Asimismo, en el municipio de Cabaiguán, en Sancti Spíritus, se reunieron una multitud de personas en las calles para tratar de adquirir productos de aseo y limpieza, en un momento en que mantener las medidas de higiene es fundamental para evitar un contagio de coronavirus.

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