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Pedro Chávez: “Yo siempre salía a darla”

A Pedro Chávez le propusieron varias veces firmar con la MLB pero "no quería dejar atrás a mis padres" comenta en esta entrevista.

Pedro Chávez © Cortesía de la entrevistado
Pedro Chávez Foto © Cortesía de la entrevistado

Este artículo es de hace 3 años

A sus 84 años recién cumplidos, Pedro Chávez, parece aquel atlético y carismático jugador que inspiraba al equipo más ganador de la pelota cubana, el equipo insignia, Industriales.

Se mueve en su cómodo y amplio sillón en la sala de su casa en el que es su barrio desde los 16 años, su querido Santiago de las Vegas, en la periferia de la capital cubana. Se mueve y aquel balance le queda chico.

Lo tengo delante de mí y no lo creo porque es el jacarandoso pelotero uno de los que más he ansiado entrevistar para Cibercuba y vengo a lograrlo ahora, por una obligada visita que realicé cerca de su vivienda.

Así es la vida, pero gracias a Dios todos estamos bien y me encanta conversar contigo. Tú siempre has estado ahí para nosotros así que vamos allá ¿de qué hay que hablar?

De tu vida Chávez, nada más y nada menos que de tu vida. Por cierto, con esos retozones ojos azules ¿es verdad lo que se cuenta entre tú y ese gran lanzador villaclareño que fue Modesto Verdura?

¡No hables de aquello! Pero sí la leyenda se basa en hechos reales como se pone en las películas. Resulta que Modesto y yo estábamos “cayéndole atrás” a la misma muchacha y ella iba a ver los juegos. Entonces cada vez que él me pitcheaba, me ponchaba. Nada, casualidades, porque yo también le bateaba.

Un día me dije: esta vez no. Y donde él calentaba puse unos frijolitos ligados con maticas y maíz y se los revolví en el box. Me ayudaron Urbano González, Tony González y Jorge Trigoura, a quienes también dominaba con relativa facilidad. Verdura era religioso y cuando vio aquello se espantó: '¡Brujería, brujería!' Aquel moreno daba salticos huyéndole a la “brujería”. Del tiro no lanzó.

Cuando supo de la broma nos salió a discutir por todo el estadio. Después fuimos los mejores amigos, hicimos el CUBA juntos, pero aquellos duelos entre Industriales y Azucareros no se me olvidarán nunca ¡qué maravillosos momentos vivimos todos!

Pedro Chávez / Cortesía del entrevistado

Entonces ¿qué pasó con la chica?

Nada niña, era sólo broma porque él era el clásico humorista que a todo sacaba lasca, pero ahí se la hicimos buena.

Bueno, a lo serio Pedro Chávez ¿naciste para jugar béisbol?

Yo nací en una pequeña finca en La Salud, Quivicán, hijo de Eduardo y María. Soy el más pequeño de cuatro hermanos y recuerdo que la enseñanza de mi padre era labrar la tierra, halar bueyes, cargar agua y regar. A mí aquello no me gustaba pero era su vida. ¡Así crecí!

Tuve un hermano pelotero que jugó y fue coach en la Unión Atlética Amateur y dueño mánager del conjunto de la Salud en la Liga de Quivicán.

Y sí, nací para jugar pelota, claro la suerte intervino para que hoy sea Pedro Chávez el pelotero y no el campesino. Resulta que, colindante con nuestra finca, vivía Natalio Rodríguez, un negociante que amaba la pelota y poseía su propio team de adultos.

Uniformes de Pedro Chávez / Cortesía del entrevistado

Natalio había construido su propio terreno de juego y el primer aficionado en aquellas improvisadas gradas era yo. Cuando no habían guantes, bates o pelotas, él las buscaba y para que no se echaran a perder ni se extraviaran las colgaba en canastas; decía que así las ratas no se las comían.

Tenía yo entre los 6 y los 7 años cuando él observa mi gran interés por la pelota y empieza a entrenarme y así doy mis primeros pasos en un terreno de juego. Fue, además de descubridor, mi gran maestro y, junto a otro señor, Antonio, me ayuda en esos inicios generalmente difíciles.

Con ellos estuve hasta los 14 años que alguien fue requisando fuerza de trabajo para La Habana y ahí mismo me apunté yo. Salir del campo era lo mío. Mis padres dieron su autorización y empecé a trabajar en una cafetería del Cerro, nada menos que en el famosísimo Canal.

¿Dónde dormías, tenías familia en la capital, podías jugar pelota?

Mi única familia era la que dejé detrás, dormía en un cuartico detrás de la propia cafetería y de poder jugar…¡nada!. Si apenas dormía de tanto trabajar. Por eso a los dos años decidí regresar y me mudé para Santiago de Las Vegas.

Así Pedro Chávez atravesó por esas situaciones de la vida que te ponen a prueba. Corría el 1953 y con 17 años, trabajando como jardinero, sufrió una caída de un caballo que le ocasionó una severa fractura de la tibia y el peroné de la pierna derecha, de la cual se recuperó y con la ayuda de Pedro Márquez, plomero y cátcher de la Liga de Quivicán, trabajó la plomería en La Habana en 1956.

Así mismo es pero te faltó decir que en el 55 yo había empezado a jugar como outfielder en la Unión Atlética Amateur en Santiago de las Vegas aunque no era regular. Un año después integré el club Artesanos de San Antonio, con el que me mantuve hasta 1959.

Pedro Chávez y Julita Osendi / Cortesía

¿Cómo es que Pedro Chávez forma parte del seleccionado nacional a los Juegos Panamericanos de Chicago 59?

Ah, el caso fue que se hizo un llamado a muchos peloteros aficionados en toda la Isla y nos reunieron en el terreno de la Tropical y los escogidos, bajo las órdenes de Manuel de la Fuente, partimos hacia Chicago que marcó mi primera salida al extranjero.

Allí quedamos cuartos en un torneo ganado por Venezuela. Obtuvimos dos victorias en seis salidas. Teníamos una buena tanda pero faltó el team work. No hubo unidad que es fundamental en los deportes colectivos.

¿Recuerdas algunos de tus compañeros de esa ocasión?

Sí, Mario González y Rigoberto Bringas, jardineros; el Cuajo Pérez, Kiko Rodríguez y Alfredo Street, pitchers; Antonio Crespo, tercera; Pedro Moré, primera; Raúl Diago, cátcher. Vaya, así a vuelo de pájaro son los que más recuerdo.

¿Qué pasó después del 59?

Jugué con el Planta Eléctrica en una liga independiente en La Habana y tomé parte en el Campeonato de la Dirección General de Deportes auspiciado por el entonces director general de deportes (hoy día sería el presidente del INDER) Felipe Guerra Matos.

De ese torneo salieron los integrantes del CUBA al Mundial del 61 en Costa Rica, al que yo asistí. Esta vez realizamos un entrenamiento exquisito, dirigido por Zungo Carreras y el profesor Juan Ealo. Ganamos invictos. Esta vez sí imperó el colectivismo. En la tierra centroamericana me desempeñé en la inicial. Yo hice equipo en los jardines, patrullaba el right y el left, pero a partir de ahí también jugaba la primera base.

Recuerdo a Ricardo Lazo, receptor; Eladio Sauquet, otro inicialista; camarero, Rigoberto Fuentes; antesalista, Jorge Trigoura; Urbano González, utility; José Miguel Pineda, pitcher. De ese conjunto, cuatro fueron firmados para el profesionalismo, entre ellos Pineda que al final no aceptó.

De ahí salió Dagoberto Campaneris Blanco, conocido por Bert Campaneris, que fue una sensación en la MLB y de cátcher lo convirtieron en torpedero.

Chávez, tú tenías calidad de sobra. ¿Nunca te firmaron?

Me lo propusieron varias veces pero yo no quería dejar atrás a mis padres. Incluso, después de los Panamericanos de Chicago visité a una hermana que ya vivía en New York y me trataron de firmar pero eso no era lo mío. ¡Eran otros tiempos!

En Cuba te quedaron sólo las Series Nacionales y los equipos Cuba.

En 1961 jugué la regional occidental que ganó el Habana y yo formé el Occidentales ya que mis Industriales no avanzaron. Por eso en la primera Serie Nacional compite y gana Occidentales. Al otro año se suman los Industriales y es por eso que somos la insignia, el más veterano de todos los conjuntos de la pelota cubana.

¿Cuántos cetros ganaste como jugador?

Tres con Industriales (1963, 64 y 66), uno con Occidentales (1962) y uno con el Habana (1968). No gané el 65 con los azules porque ese año representé a Occidentales.

Para ti ¿qué caracterizó esa etapa?

Mucho amor, se jugaba duro, durísimo por la camiseta, la entrega era total, había vergüenza deportiva. Esa primera década, de la cual se habla muy poco, fue capaz de repletar los estadios que solo se llenaban con el béisbol profesional. Hubo que poner sogas para impedir que la gente entrara al terreno de juego. Esas primeras series fueron un éxito total.

En sentido general se masificó el deporte, por toda la Isla había instalaciones, equipamiento. Llegamos a estar en la élite mundial en muchas disciplinas. Lástima que todo eso se haya perdido.

Ahora da pena ver los campos de béisbol llenos de hierba, los niños conociendo más del fútbol español, inglés, italiano, alemán que de nuestra pelota; la carencia de bates, de guantes, de pelotas, de balones, de uniformes, de lo que se necesita para practicar otros deportes. ¡Es muy triste!

El rostro de Pedro Chávez se ensombrece por primera vez en nuestra charla. Sus brillantes ojos azules dejan de sonreír. Y es que los que amamos de verdad el deporte cubano y hemos visto su declive no podemos sentirnos bien.

El silencio lo rompe Milagros, la esposa de nuestro entrevistado, quien llega a la sala con un rico café y ahí mismo surge mi pregunta. ¿Cuántos años llevan de casados Pedro y Milagros?

Muchacha… Me casé con esta bella señora, Milagros Puga hace ¡53 años! Nos conocen por “los Milagros”. Tenemos dos hijas y tres nietos. Lo mejor que me ha pasado en la vida.

Pedro Chávez y su esposa Milagros / Cortesía del entrevistado

Nuevamente el ambiente se abrió, la risa reapareció y pudimos continuar con la entrevista. En ocho Series Nacionales como pelotero ganaste dos veces el champion bate, bateaste por encima de 300 en cinco ocasiones, tu promedio de bateo fue de 287, número elevados para esos tiempos. ¿Estás contento con esos números?

Yo siempre salía a darla. Siempre fui una bujía, siempre alenté. Números más números menos; sí, estoy complacido. ¿Quieres que te haga una anécdota que recuerdan todos los de aquella época?

Por supuesto.

Corría la sexta Serie Nacional y Félix Isasi y yo discutíamos la corona de bateo. Isasi no sale a jugar con su Henequeneros en el último partido del campeonato ¿sabes? cuidando el promedio que era de 317. Yo tenía enfrente, nada menos, que al "Cobrero" Manuel Alarcón y tenía que dar dos hits para finalizar con 318 para llevarme el cetro.

Algo nada fácil teniendo en cuenta que en los primeros años de Series Nacionales el Cobrero era un escollo muy difícil de superar; yo era pequeña y recuerdo cuando enseñaba su número 17, algo imponente.

Sí, era imponente, pero le di los dos hits y gané el título de bateo aunque Industriales perdió, hubiera sido el quinto cetro consecutivo. Fue el histórico día, domingo 12 de marzo de 1967, en el que Alarcón mandó a cerrar la Trocha y salir el Cocuyé.

Yo tenía 13 años y era una total fanática de los Industriales y la admiradora número uno de Pedro Chávez, pero jamás dejé de reconocer la encomiable labor del Cobrero aquella jornada.

¡Uff! ¿Manuel Alarcón? Lo considero uno de los mejores pitchers cubanos de todos los tiempos. Cuando enseñaba ese 17, el estadio, cualquier estadio se venía abajo; sin embargo, yo le había cogido el truco, sabía que venía por el medio, lo esperaba y le pegaba la línea.

Decían que yo le conectaba bien pero en realidad con Alarcón había que quitarse la gorra. Yo le calculo más de 95 millas, se le movían los envíos; tenía una curva pronunciada, empleaba bien la slider y con esa velocidad…¿qué más?

¿Cómo se llevaban ustedes?

En el terreno éramos rivales, fuera del terreno, como hermanos. Recuerdo que en un choque en 1966, Orientales iba ganando 2 carreras por 1 y le doy un “roletacito” por encima de segunda y él se vira y se burla de mí. Entonces le dije: 'espera la próxima'. Llegó el noveno; Eulogio Osorio estaba en segunda, había dos outs y le batée una soberana línea al left field y empaté el juego.

Nos fuimos a extrainnings y en el onceno, Osorio en primera, dos outs, le rechiné la pelota contra el reloj que estaba entre center y right en el Latino. Osorio voló y entró con la carrera de la victoria deslizándose en home. Cuando el cobrero vio eso, me cayó detrás y yo… ¡a correr!

¿Y cuándo se volvieron a ver?

Nada, nos abrazamos y echamos a reír. Se respiraba otra atmósfera en aquellos preciosos e inolvidables tiempos.

¿Qué lanzador se te hizo más difícil?

Precisamente, los dos de los que hemos hablado: Modesto Verdura y Manuel Alarcón. Ante Verdura fallé 27 veces consecutivas ¡cómo no le iba a poner la “brujería”!

Retomando tu actividad internacional, después del Mundial de Costa Rica ¿qué pasó?

No quiero recordar lo que me pasó cuando se desarrollaron en Kingston, Jamaica los Juegos Centroamericanos y del Caribe año 1962. Sabes la palabra que los cubanos utilizamos cuando nos cometen una injustica. Todavía me pregunto por qué no hice el equipo con el resultado que tuve en la Nacional.

En el 63 para los Panamericanos de Sao Paulo, Brasil, me desquité pues le batée dos jonrones a los estadounidenses y ganamos el torneo. Ahí perdí el liderazgo en jonrones con don Miguel Cuevas, quien enfermo jugó y dio tres. Eso me había pasado antes en Costa Rica, donde había conectado cinco vuelacercas y en el último choque el panameño William Prout dio tres y me ganó. ¡Nada, cosas de la pelota!

Participé en la histórica cita regional de San Juan, Puerto Rico, 66, que fue ganada por nosotros y en la continental del siguiente año en Winnipeg, Canadá, donde quedamos segundos.

El pimentoso Pedro Chávez se retira del béisbol como jugador activo en 1969; sin embargo, poco duró su distanciamiento del terreno pues en 1970 toma las riendas de sus azules y conquista los centros en las Series Nacionales 1972-73 y 1985-86, este último inolvidable por el jonrón de Agustín Marquetti frente a Rogelio García. En Cuba 10 peloteros han sido campeones como jugadores y mentores, Pedro Chávez es el primero de ellos.

¿Qué pasó en el banco cuando Marquetti dejó al campo a los pinareños?

Uff, me cargaron, me pasearon por todo el terreno. Rogelio había ponchado a Marquetti con el tenedor, quizás su principal lanzamiento y se lo volvió a tirar y, como diría Salamanca: “adiós Lolita de mi vida”.

El gesto de Giraldo González, el torpedero pinareño, al saludar a Agustín cuando pisó segunda, son tantos hechos, ver a ese pueblo tomar por asalto el terreno. De veras ha sido una experiencia inolvidable.

En tres ocasiones diriges el team CUBA en eventos internacionales ¿se siente igual que comandar a Industriales?

Buscas el mismo objetivo: ganar; luchas porque exista colectivismo, que todos jueguen a la par, sacarle a cada cual lo que es capaz de dar. Por supuesto que conducir el seleccionado nacional es un mayor compromiso, ya no es una provincia, en la nación, la bandera.

Tengo la satisfacción de haber ganado los tres certámenes: Campeonatos Mundiales de La Habana 84 y Holanda 86 y los Juegos Centroamericanos de Ponce, República Dominicana 86.

Al Cuba juvenil lo dirigí siete años y coseché cuatro títulos dorados; el último fue el campeonato jugado en La Habana en 1990. Tremendo conjunto aquel: Eduardo Paret, Yobal Dueñas, José Estrada, Rey Isaac, José Antonio González, Blas Bocourt, Michel Perdomo… una constelación.

¿Pelotero o mánager?

Pelotero siempre. Ser director es una gran responsabilidad. Aunque es un deporte colectivo cuando eres jugador, depende mucho de ti; cuando diriges, dependes de otros.

Tú fuiste uno de los integrantes de la delegación cubana al histórico juego escenificado en Baltimore entre los Orioles y el Cuba en 1999. ¿Pensaste que esos topes de ida y vuelta significarían un cambio para la pelota cubana?

Las cosas no son como uno quisiera. Fue un primer paso, se han dado otros. Ojalá algún día los peloteros cubanos puedan jugar en cualquier liga del mundo sin limitaciones.

Desde tu vasta experiencia ¿opinión de la pelota cubana actual?

De la época mía a la actual la pelota ha cambiado tanto. No sé si estoy viejo, pero eso de que los peloteros jueguen en distintas ligas, que haya tantos equipos, que haya desigualdades porque no es lo mismo el estándar de vida de uno que juegue en Japón a otro que sólo intervenga en la SNB (por supuesto, la calidad es determinante), han existido tantos cambios estructurales en nuestro béisbol que… ¡no puedo asimilarlo todo!

Por ejemplo ¿qué no te gusta?

No me gustan los refuerzos ¿por qué no hacer una Serie Nacional normal, con todos los equipos y después una Selectiva? Así era antes, lo que hay que batallar es porque no pase lo de antaño y caiga en terreno baldío.

Por ejemplo, Las Villas: tres provincias ¿quién asume la sede, se ocupa de la organización, de la vida de los jugadores Sancti Spíritus, Villa Clara, Cienfuegos? Pero hay que buscar la forma porque de lo que sí estoy seguro es que algo hay que hacer.

¿Por qué se nos van los peloteros? Sencillo: es otra época, los jóvenes piensan en otras cosas que a nosotros no nos pasaba por la mente.

¿Equipo CUBA ideal?

Receptor: Juan Castro, lamentablemente fallecido hace unos días, una sensible pérdida para nuestro béisbol. En el cuadro, Antonio Muñoz, Rey Vicente Anglada, Germán Mesa y Omar Linares. Jardines: Armando Capiró, Luis Giraldo Casanova y Víctor Mesa. Designado: Orestes Kindelán. Lanzadores: Manuel Alarcón (derecho); Changa Mederos, zurdo; relevista, Pedro Luis Lazo. Mentor: Ramón Carneado.

Chávez ¿qué haces normalmente? olvida momentáneamente al coronavirus.

Jugar dominó, regar las plantas, ver novelas; los domingos se mantiene la tradición de almorzar juntos toda la familia. Voy a los Juegos de Estrellas y me divierto muchísimo entre viejos, además con los humoristas y sus encuentros beisboleros.

Con 84 años ¿qué sueñas?

Estar un poco más en este barrio y alcanzar a ver que nuestra pelota se recupere, que retome los sitiales perdidos.

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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos


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