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Noticia: Comisión de Béisbol dio un paso adelante

Del lobo un pelo: los contratados en Japón ya no serán marionetas en la jornada de refuerzos.

Alfredo Despaigne © Cubadebate
Alfredo Despaigne Foto © Cubadebate

Este artículo es de hace 3 años

Niño que no llora, no mama, y pelotero que no se queja, lo cogen para todo. Tal es la conclusión a sacar a partir del reciente anuncio de que los jugadores cubanos contratados en Japón solo podrán vestir los colores de sus respectivos equipos y no serán refuerzos de ningún otro en la 60 Serie Nacional.

Más de uno de esos muchachos que ahora intervienen en la NPB me lo había dicho. Sus palabras se resumían en “uno se desgasta mucho en este campeonato para luego tener que pasar trabajos con un equipo que ni siquiera es el de su provincia”.

Sin embargo, repetidamente fueron colocados en la bolsa de refuerzos, y una y otra vez los mánagers los escogieron en las primeras rondas, sabedores de que son bateadores y pitchers de calidad probada. Eso, hasta que el año pasado Liván Moinelo no acudió al llamado de Industriales.

Tenía que haber un inconveniente de esa magnitud (los Leones perdieron otras opciones atractivas al apostar por el zurdo pinareño) para que los mandamases de la pelota insular se percataran de que su proceder no solamente era absurdo e injusto, sino también esclavizador.

Porque, a ver, ¿a alguien puede parecerle sensato que un atleta que viene de un campeonato dilatado y exigente -¡un atleta que lleva seis meses en el otro lado del mundo sin compartir con familiares y amigos!-, tenga que seguir entrenando y disputando encuentros, para colmo, fuera de su terruño?

No. En buena ley eso no puede parecerle bien a nadie, como no sea al que está cuidando su puesto en el béisbol insular y sabe que Alfredo Despaigne, Yurisbel Gracial o el propio Moinelo son cheques al portador para atraer la atención de los fanáticos sobre la hoy calamitosa postemporada cubana.

Por suerte ello ha cambiado. Por suerte ya no se le pedirá a Raidel Martínez que, todavía sin quitarse el polvo del camino en su natal Pinar del Río, se ponga la camiseta de Ciego de Ávila. Alguien tenía que darse cuenta de que los peloteros contratados en Japón no eran marionetas, sino seres humanos con la necesidad de estar cerca de casa, degustar la comida de sus madres o beberse una cerveza con los viejos conocidos.

Un aplauso para la Comisión Nacional. Habrá actuado forzada por las circunstancias, pero actuó. Y eso definitivamente es lo que importa: si no lo cree así, pregúntele a los legionarios japoneses.

Mañana habrá que dar un nuevo paso, y ese paso será liberarlos de participar en el campeonato doméstico. No obstante, por lo pronto algo positivo ha sucedido, y eso es algo muy raro cuando se habla de la pelota nacional.

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Michel Contreras

Periodista de CiberCuba especializado en béisbol, fútbol y ajedrez.


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