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Mensaje de los Obispos cubanos por Navidad: "Que no tengamos que buscar fuera del país lo que debemos encontrar dentro"

Los líderes católicos abogaron además por el diálogo, un tema tan complicado en estos días en que el Ministerio de Cultura rompió el ntercambio con varios artistas independientes de la Isla .

Cardenal Juan de la Caridad García Rodríguez, Arzobispo de La Habana. © Granma
Cardenal Juan de la Caridad García Rodríguez, Arzobispo de La Habana. Foto © Granma

Este artículo es de hace 3 años

Los Obispos de Cuba enviaron un mensaje de esperanza, agradecimiento y paz por la Navidad y pidieron que los cubanos "no tengamos que buscar fuera del país lo que debemos encontrar dentro".

Los líderes católicos abogaron además por el diálogo, un tema complicado en estos días en que el Ministerio de Cultura declaró rotas las coversaciones con varios artistas independientes de la Isla que pedían libertades creativas y de expresión.

A continuación, reproducimos íntegramente el mensaje de los Obispos cubanos en este Fin de Año.

MENSAJE DE NAVIDAD DE LOS OBISPOS DE CUBA

“¡Miren, les doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo!”

Lucas 2,10

1. Ante la cercanía de la Navidad, reiteramos el anuncio de la Buena Noticia del Nacimiento de Jesucristo, el Salvador. Este acontecimiento ha motivado la dicha, generado el compromiso y fundamentado la esperanza de muchos hombres y mujeres que, desde hace más de 2000 años, han acogido con fe el anuncio del Ángel en la Nochebuena.

2. Este anuncio llega hoy a todos los cubanos y al mundo entero en momentos en los cuales anhelamos encontrar la fuente de la alegría y de la esperanza verdaderas que todos necesitamos para vislumbrar un futuro mejor y más seguro en medio de las dificultades que padecemos. Jesucristo nace para que tengamos vida y la tengamos en abundancia (cf. Jn. 10, 10), para que seamos felices. Confiemos, pues, Él sabe lo que necesitamos, Él desea lo mejor para cada uno, Él no quiere que estemos desesperados ni angustiados sino felices, llenos de la esperanza que nace del verdadero amor y de la confianza en Dios, que procura y puede realizar lo mejor para todo ser humano.

“HOY LES HA NACIDO EN LA CIUDAD DE DAVID EL SALVADOR” (Lc. 2, 11)

4. Los obispos de Cuba les invitamos a acercarse, contemplar y recibir el significado de lo que aconteció en la primera Navidad. En ese Niño que nace, Dios se ha acercado al mundo, ha venido a acompañar como hombre la vida de cada persona, familia y pueblo para todos los tiempos. Su presencia en el pesebre de Belén es un rayo de luz que ilumina las pobrezas materiales de aquella Noche Santa y las innumerables noches de la historia de los hombres, en las que las sombras del desaliento hacen desaparecer la esperanza y la alegría de los corazones.

5. En las circunstancias actuales queremos proclamar con la firmeza de la fe que: “Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Él es quien nos ha revelado al Dios invisible. Él es también el maestro y redentor de los hombres. Él nació, murió y resucitó por nosotros. Él es el centro de la historia y del universo. Él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza. Él es la luz, el camino y la verdad y la vida. Él es el pan y la fuente de agua viva que satisface nuestra hambre y nuestra sed. Él es nuestro pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano”.

A LOS SACERDOTES, DIÁCONOS, VIDA RELIGIOSA, LAICOS Y A TODOS LOS CUBANOS

Queridos hermanos:

“Y sucedió que mientras estaban en Belén, le llegó el tiempo a María de dar a luz. Y allí nació su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en el pesebre, porque no había alojamiento para ellos en el albergue” (Lucas 2, 6-7).

El nacimiento de Jesús ocurrió en medio de grandes privaciones. Cuando a la Virgen María le llegó el tiempo de dar a luz, ni ella ni José encontraron un techo digno bajo el cual cobijarse. Es significativo que María trajera al que sería la Luz del mundo y a quien vendría a enriquecernos con el amor de Dios en la oscuridad de la noche y en la extrema pobreza.

cf. Homilía del Papa San Pablo VI, en Filipinas, el 29 de noviembre de 1970

Las palabras que hoy les dirigimos están en continuidad con el Magisterio Episcopal con el cual, a través de los años, hemos querido acompañar e iluminar desde el Evangelio, las vicisitudes de nuestro pueblo, y proclamar el gozo y la esperanza que nos traen la celebración de la Navidad.

En tal sentido retomamos las palabras expresadas en nuestro mensaje del 8 de Septiembre de 2013, que cobran hoy particular actualidad: “al observar la realidad que vivimos, al escuchar y sentir en nosotros los anhelos, las esperanzas y las frustraciones de los hijos de Dios en esta tierra, con la confianza puesta en el Señor y alentados por el amor de Nuestra Madre de El Cobre” los obispos queremos reiterar que “cualquier proyecto social debe abrir espacios para los proyectos de vida personal y familiar de los ciudadanos y debe armonizarse mutuamente”.

Como pastores miramos a un pueblo cansado y agobiado, y sintiéndonos parte de él, invitamos a todos los cubanos a dirigirnos a Jesús, el Hijo de Dios que se hace hombre, para que podamos encontrar el alivio y el consuelo, la paz y la esperanza que tanto necesitamos. “Esta invitación a la esperanza, parte de nuestra fe cristiana, de la buena voluntad y de la necesidad y el deber de buscar entre los cubanos un futuro mejor para todos”.

Las carencias materiales, el cansancio espiritual, la insuficiente economía personal, familiar y nacional que afectan duramente la vida presente y ensombrecen el futuro, están pesando en el alma de la inmensa mayoría de los cubanos. La crisis económica ya existente, la pandemia de la COVID-19 y las consecuencias de los fenómenos naturales provocan en la población temores e incertidumbres.

Ante esta realidad, los obispos queremos expresar nuestra cercanía hacia los más desfavorecidos: los pensionados, los desempleados, las madres solteras, los enfermos, los presos y los ancianos que viven solos y en situación de necesidad. Detrás de las categorías antes mencionadas hay rostros y nombres concretos que están reclamando, por parte del Estado y de toda la sociedad, una atención cuidadosa y eficaz a fin de aliviar los sufrimientos y socorrerlos en sus necesidades. Dios pone ante nosotros la gran oportunidad de practicar la caridad para con los más vulnerables.

En medio de esta situación, además de las propuestas de solución aportadas por las autoridades del país, se han expresado otras tantas, fruto del genuino amor y compromiso de los cubanos con su patria. Esta diversidad de sugerencias es riqueza y es signo de que Cuba es una sociedad emprendedora y rica en talentos.

Nos parece que todas las propuestas deben ser escuchadas y atendidas. Con palabras del Papa Francisco, los obispos de Cuba queremos recordar que “La falta de diálogo implica que ninguno, en los distintos sectores, está preocupado por el bien común, sino por la adquisición de los beneficios que otorga el poder o, en el mejor de los casos, por imponer su forma de pensar.

“El auténtico diálogo social supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro (...). Desde su identidad, el otro tiene algo que aportar, y es deseable que profundice y exponga su propia posición para que el debate público sea más completo todavía”.

De la misma forma, recordamos lo expresado años atrás: “Un diálogo no sólo de compañeros, sino de amigos a amigos, de hermanos a hermanos, de cubanos a cubanos que somos todos, de cubanos ‹que hablando se entienden› y pensando juntos seremos capaces de llegar a compromisos aceptables”6. Un país crece cuando entre sus diferentes grupos no se fomenta la confrontación, sino la amistad social.

“NO TENGAN MIEDO, LES TRAEMOS UNA GRAN ALEGRÍA PARA TODO EL PUEBLO” (Lc. 2, 10)

“Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas. De pronto se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor brilló alrededor de ellos; y tuvieron mucho miedo. Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todo el pueblo” (Lucas 2, 8-10).

Mensaje de los Obispos cubanos “La Esperanza no defrauda”, nn. 13 y 29. 3 Ib. n.1

Papa Francisco, Carta Encíclica “Fratelli tutti”, 4 de octubre de 2020, n. 202 5 Ib. n. 203

Mensaje de los obispos cubanos “El amor todo lo espera” 8 de septiembre de 1993, n. 61 2

La Navidad continúa anunciando un importante giro en la historia. Ese cambio en la historia constituye una gran alegría para todos, comenzando por los más pobres y desvalidos. Son múltiples las formas de pobreza, unas son de tipo material y otras moral o espiritual. Por lo cual son pobres los que carecen de lo necesario para llevar una vida digna y no pueden satisfacer sus necesidades de alimentación, vivienda y trabajo; también aquellos que, a causa de sus errores o comportamientos equivocados, no son respetados y considerados debidamente en su condición de personas y, finalmente, son pobres los que no conocen a Dios y a su enviado Jesucristo. Para ellos es, en primer lugar, la Buena Noticia que nos trae la Navidad. Y para nosotros los cubanos ¿cuáles serían algunas de esas buenas noticias?

 Una buena noticia para los cubanos sería que el anunciado reajuste de la economía nacional, lejos
de aumentar las preocupaciones de muchos, ayude a que cada cual pueda sostener a su familia con un trabajo digno, con el salario suficiente y con la siempre necesaria justicia social.

 Una buena noticia para los cubanos sería que las cosas cambien para bien y en paz.

 Una buena noticia para los cubanos sería que el agobio por conseguir los alimentos se convierta en un sereno compartir el pan cotidiano en familia.

 Una buena noticia sería que los cubanos no tengamos que buscar fuera del país lo que debemos encontrar dentro; que no tengamos que esperar a que nos den desde arriba lo que debemos y podemos construir nosotros mismos desde abajo.

 Una buena noticia para los cubanos sería que cesen todos los bloqueos, externos e internos, y dar paso a la iniciativa creadora, a la liberación de las fuerzas productivas y a leyes que favorezcan la iniciativa de cada cubano, así cada uno sentirá y podrá ser protagonista de su proyecto de vida y, de ese modo, la Nación avanzará hacia un desarrollo humano integral.

JESÚS, EL HIJO DE DIOS ES EL ÚNICO MESÍAS, EL ÚNICO SALVADOR, EL ÚNICO SEÑOR

En efecto, la más grande y buena noticia es que Jesús, el Hijo de Dios, es el único Mesías, Salvador y Señor. El Evangelio nos anuncia las señales que identifican al verdadero Mesías: no hace ruido, da paz. Nace con dolor, pero provoca alegría. No nace en palacios, sino en un establo con los más pobres y sin techo. El verdadero Salvador no busca las luces; hoy pudiéramos decir que no es mediático, sino que ayuda a encender la luz que cada cual lleva dentro y no apaga la mecha vacilante. No promete, se sacrifica. No arenga, se entrega. No aliena a los pobres de la tierra con un cielo que nunca llega, sino que siembra paz, libertad y esperanza, para que podamos comenzar la construcción del Reino de los Cielos ya en la tierra, pero sabiendo que aquí nunca se encuentra la felicidad perfecta.

 Una buena noticia para los cubanos sería que se evite la violencia, la confrontación, el insulto y la descalificación para crear un ambiente de amistad social y fraternidad universal, como nos invita el Papa Francisco en su reciente Encíclica Fratelli tutti7

 Una buena noticia para los cubanos sería que la intolerancia dé paso a una sana pluralidad, al diálogo y a la negociación entre los que tienen opiniones y criterios distintos.

“Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lucas 2, 11-12).

“MARÍA CONSERVABA Y MEDITABA TODO EN SU CORAZÓN” (Lc. 2, 19)

“¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre los hombres que ama el Señor! Los pastores fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. María guardaba todo esto en su corazón, y lo tenía muy presente.” (Lucas 2,14)

La Virgen María, que hizo posible por su fe el nacimiento de Jesús, sigue acompañando y enseñando a todos sus hijos a vivir confiando en Dios, a contar que Dios nunca abandona a sus hijos ni permite que sean probados por encima de sus fuerzas. El misterio de la Navidad es más que un hecho histórico, es sobre todo una presencia, la del Hijo de Dios, que se actualiza con su fuerza salvadora, especialmente en nuestras celebraciones religiosas y familiares en la Nochebuena. Con fe miremos a Jesús, a la Virgen María y a San José, sintamos la compañía de la Sagrada Familia que nos alienta a vivir y celebrar con esperanza la Navidad de este año 2020, que ha sido de pruebas y temores.

Los cubanos tenemos la dicha de que la Virgen de la Caridad nos esté acompañando como Madre y Patrona desde hace más de cuatro siglos. Estamos seguros de que no nos faltará la ayuda maternal de su fortaleza y de su consuelo para afrontar los desafíos y la pesadumbre del momento actual que vivimos. A ella elevamos nuestra oración y, como ella, ponemos nuestra confianza en Dios, para que ilumine y conceda acierto y rectitud a quienes están conduciendo el actual proceso de ordenamiento monetario, así como también le pedimos por todos nosotros, para que pacíficamente logremos lo mejor para Cuba y todos sus hijos.

Al mismo tiempo queremos dar gracias a Dios por tantas realizaciones bonitas en este año que termina: la entrega sacrificada de médicos y personal sanitario, permanecer en la casa durante más tiempo, compartir los alimentos con tantas personas por parte de las comunidades católicas y de los buenos vecinos, los mensajes televisivos con contenido religioso como la retransmisión de la Santa Misa desde el Santuario de El Cobre, algunas celebraciones del Papa Francisco desde Roma, así también las alocuciones, radiales y por whatsapp..., y con estas riquezas vividas empezar el 2021 animados por el deseo de multiplicar el amor y la concordia familiar que a todos tan felices nos hacen. Estas vivencias nos disponen a afrontar el nuevo tiempo que se abre ante nosotros y lo ponemos como ofrenda en el portal de Belén con la serena certeza de saber que “mañana, antes de que salga el sol, habrá salido sobre Cuba y sobre el mundo entero, la providencia de Dios”.

A todos les deseamos una Nochebuena en familia, una santa Navidad y un año nuevo lleno de paz. Emprendamos el 2021 con renovada esperanza y la disposición de acoger los dones que el buen Dios hace nacer cada día en el corazón de todo hombre.

Con paternal afecto nuestra plegaria abraza a todos los cubanos, donde quiera que se encuentren, como expresión de comunión en la cercanía y en la esperanza.

Los bendicen,

Cardenal Juan de la Caridad García Rodríguez, Arzobispo de La Habana.
+ Dionisio García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba.
+ Wilfredo Pino Estévez, Arzobispo de Camagüey
+ Emilio Aranguren Echeverría, Obispo de Holguín, Presidente de la COCC
+ Arturo González Amador, Obispo de Santa Clara, Vice-Presidente de la COCC + Manuel Hilario de Céspedes García Menocal, Obispo de Matanzas
+ Juan de Dios Hernández Ruiz SJ, Obispo de Pinar del Río, Secretario Gral. de la COCC + Álvaro Beyra Luarca, Obispo de Bayamo-Manzanillo
+ Domingo Oropesa Lorente, Obispo de Cienfuegos
+ Juan Gabriel Díaz Ruiz, Obispo de Ciego de Ávila
+ Silvano Pedroso Montalvo, Obispo de Guantánamo-Manzanillo + Jorge Enrique Serpa Pérez, Obispo emérito de Pinar del Río.

La Habana, 12 de diciembre de 2020 Fiesta de la Virgen de Guadalupe
8 Mons. Adolfo Rodríguez, Obispo de Camagüey, Palabras de apertura del Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), La Habana, 17 de febrero de 1986

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