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Industria editorial cubana: una crisis de más de una década

El lamentable estado de la industria editorial controlada por el Estado contrasta con la prohibición de la edición de libros como actividad independiente.

Feria del Libro en Cuba, en 2019 © ACN
Feria del Libro en Cuba, en 2019 Foto © ACN

Este artículo es de hace 3 años

La reciente cancelación, en medio de las medidas sanitarias para impedir la propagación del COVID-19, de la 30 edición de la Feria del Libro (FIL) de La Habana 2021, que se iba a realizar entre el 11 y el 21 de febrero, ha puesto un foco de atención en la industria editorial cubana, un sector que lleva al menos diez años sumido en una profunda crisis.

La FIL, que se celebra desde 1982 en su histórica sede de la fortaleza habanera de La Cabaña, convocó el año pasado a 400 mil visitantes. Es la época del año en que se registran las mayores ventas de libros, en medio de presentaciones, exposiciones y encuentros con autores. También es el espacio para el intercambio internacional y la vitrina de títulos de editoriales extranjeras (la mitad de los expositores suelen ser foráneos) que no se encuentran tan fácilmente en las librerías.

El masivo evento permitía encubrir a medias las severas restricciones que, desde hace al menos una década, ha realizado el Instituto Cubano del Libro en el número de títulos editados y tirajes previstos.

Según datos del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) de la UNESCO, en 2016 se editaron en Cuba unos 2006 títulos con registro ISBN. La cifra no resiste la comparación con otros países de peso en la industria, como Argentina, que en el mismo periodo publicó 27 170 títulos. A nivel latinoamericano fueron publicados casi 189.900 títulos.

Recientes declaraciones del multipremiado escritor cubano Leonardo Padura a la agencia Deutsche Welle precisan la industria editorial cubana está en "un estado paupérrimo, agravado por el parón de la pandemia, pero provocado sobre todo por la falta de recursos del Estado para respaldar al sector con la impresión de libros literarios, porque de otros tipos -políticos, de propaganda- se suelen publicar más”.

El escritor también recuerda que "en Cuba, hasta los años 1980, se publicaba mucho y en grandes tiradas. La primera novela de Simenon que se publicó acá, salió con 50 mil ejemplares”. Sin embargo, "esa producción se redujo a cero en 1991. La primera crisis asociada con la desaparición del bloque del Este, del que Cuba dependía casi por completo, fue la de la existencia de papel”, señala el escritor.

Tras una lenta recuperación, sostenida por el Estado, afirma Padura, "la industria del libro ha caído en el actual estado de catalepsia”.

Cualquiera que haya seguido el estado de las publicaciones en la isla habrá comprobado el calado de esta crisis editorial, de la que el gobierno culpa a la falta de papel. Estadísticas oficiales muestran la caída en picada del número de ejemplares editados en la isla, desde el 2005.

Cantidad de ejemplares editados en Cuba entre 1985 y 2013 (Fuente: ICL)

Otra de las víctimas de la desidia cultural del gobierno cubano es la que antaño fue una extensa red de librerías, ahora en su mayoría cerradas o con una oferta paupérrima. Locales emblemáticos, como La Moderna Poesía o Alma Máter, sufren hoy por la desidia de las autoridades culturales. Según el Instituto Cubano del Libro, quedan unas 300 en todo el país.

Esta crisis de la industria editorial controlada por el Estado cubano contrasta con la reciente inclusión de la edición entre la lista de actividades privadas no permitidas en la isla. Las autoridades cubanas quieren seguir manteniendo el monopolio sobre todo lo que se imprime en la isla, pero no han sido capaces de garantizar una oferta de libros para su población, cada día más iletrada. Una encuesta del consumo cultural realizada en el 2009 mostró que entre la población cubana de más de 15 años había un 47.3 % que confesaba no leer nunca. Desde entonces, esa cifra parece haber crecido.

Por lo pronto, la directora de la Cámara cubana del Libro, Daimarelys Moreno, ha decidido no realizar la Feria de manera virtual. "La característica de nuestra FIL de la Habana es la popularidad y la participación de las familias, y se decidió que esta edición 30, aniversario cerrado, se haga de forma presencial como es acostumbrado en 2022, y junto con ella las ferias provinciales”, declaró recientemente.

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