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Cubana cuenta detalles de interrogatorio de Seguridad del Estado un año después: Silenciar las experiencias no da paz

"Hace un año yo quería sobre todo paz en mi familia, pero silenciar las experiencias no da paz", aseguró.

Juliette Isabel Fernández Estrada © Juliette Isabel Fernández Estrada/FB
Juliette Isabel Fernández Estrada Foto © Juliette Isabel Fernández Estrada/FB

Este artículo es de hace 3 años

La cubana Juliette Isabel Fernández Estrada, esposa del activista cubano Boris González Arenas, rompió un año después el silencio sobre un interrogatorio al que fue sometida por parte de la Seguridad del Estado, y aseguró que silenciar este tipo de experiencias no brinda paz.

"Hoy hace un año de una “entrevista” que tuve con oficiales de la Seguridad del Estado. Meses después escribí lo que recordaba de ese encuentro, lo adjunto a continuación. En aquel momento no comenté nada al respecto en las redes sociales. Pocas semanas antes se habían llevado a Boris violentamente de la casa y yo tenía miedo. Pero los aniversarios sirven para rememorar y para limpiar el espíritu. Mirándolo desde ahora, un año después, veo que no nos podemos callar ni una vejación, porque el silencio es una más de las losas que extienden el camino hacia futuros atropellos. Hace un año yo quería sobre todo paz en mi familia, pero silenciar las experiencias no da paz", aseguró Fernández Estrada.

Hace un año a la cubana le llegó una citación, tres semanas antes de que arrestaran de manera violenta a su esposo Boris, un suceso que le dejaría durante mucho tiempo "el recuerdo que asalta y desequilibra, que hace sacudir la cabeza en medio de cualquier acción para disolver el miedo, la furia y la tristeza de aquella tarde".

La cita para el interrogatorio sería para el 25 de febrero en la Oficina de Migración, en la calle 17 del Vedado habanero.

"Me esperaba el oficial Osvaldo, un joven que no llega a 30 años y ha sido el encargado de entrevistarse con mi madre otras veces. El mismo que telefonea cada cierto tiempo para hablar con ella, casi como si fuera una amistad de la familia", cuenta.

"Uno ve pasar los rostros de muchos de esos jóvenes a través de los meses que se convierten en años. Se hacen familiares por temporadas, se anexan a nombres que se van acumulando en el recuerdo, hasta que un buen día deja de verlos y aparecen en el escenario nuevos jóvenes. Uno se pregunta adónde habrán ido a parar los anteriores, ¿han sido ascendidos?, ¿son ahora los formadores de nuevas promociones de oficiales?, ¿alguno se habrá ido del país?", se pregunta.

Lo primero que hizo el agente identificado como Osvaldo fue preguntarle por sus hijos. Luego el mayor Jorge la sometería a interrogatorio, o "conversación” y “entrevista”, como le llaman los oficiales de la Seguridad a estos encuentros.

"Por supuesto, en este caso, como en todos, no fue nada de eso; pero tampoco fue exactamente un interrogatorio. Fue un soliloquio que duró media hora. Yo respondí con el mínimo de palabras si acaso en dos ocasiones, cuando el mayor Jorge me hizo preguntas expresas. No me costó trabajo permanecer callada; quienes me conocen saben que hablar mucho, sobre todo con desconocidos, me resulta difícil y extenuante", sostuvo.

"El mayor Jorge habló todo el tiempo de Boris y de su familia, esta vez representada por mí. Que las familias de los opositores sufren acoso sistemático es algo que la Seguridad del Estado desmiente y evade toda culpa al respecto, más bien hacen parecer una manipulación de las víctimas. Sin embargo, presentan como opuestos los valores familia-política: yo fui citada porque "puedo ejercer alguna influencia sobre Boris"; "la paz familiar debería ser lo fundamental para él, por encima de su actividad política". Cuando ellos mismos contraponen la tranquilidad y unión familiar a la disidencia activa, evidencian que en Cuba hay que elegir entre esas dos cosas", dijo.

Fernández Estrada indicó que la Seguridad del Estado mueve a conveniencia el foco de “lo que le preocupa”, según el momento y con quién hablen.

"Quizás ni se deba a una táctica y sea solo una elección azarosa para demostrar que poseen el control. A mí ese día me dijeron que lo que les preocupa es la actitud de Boris en las redes sociales digitales y su participación pública en actividades, pero a mi madre le han dicho en otras ocasiones que Boris puede escribir lo que quiera, que lo preocupante es su actuación física. Oyéndolos, cualquiera podría percibir que los oficiales de la Seguridad no reprimen ni prohíben, que “lo único que les preocupa” es algún pequeño detalle", relató.

La cubana dijo que los agentes al servicio del régimen infunden con efectividad la idea de que cuanto uno haga en su vida lo hace porque ellos lo permiten.

"Si estudias, si trabajas y dónde trabajas, “los cuatro kilos que se gana Boris en Diario de Cuba”, la relativa libertad que disfrutas. Algo que les encanta es demostrar que dominan al dedillo la vida de los opositores, y se deleitan al insertar esas pequeñas alusiones a sus rutinas. “Sabemos que Boris va en bicicleta a visitar a su mamá”, “sabemos que tus hijos son buenos estudiantes, que participan en las actividades de la escuela”. Quedé con la certeza, no solo de que nuestra familia está vigilada, sino de que, en efecto, ellos pueden irrumpir en nuestra vida cotidiana de diversas maneras y por diferentes puertas", dijo.

"No podía faltar en mi encuentro, por supuesto, esa práctica que tanto he escuchado: contrastar al entrevistado con el resto de los opositores, siempre apelando a la supuesta superioridad intelectual o moral del interlocutor; inducir dudas sobre la honestidad de algunos conocidos; “alertar” sobre las malas influencias de otros", agregó.

Los oficiales hicieron hincapié en las siguientes cuestiones: "Lo que menos quisiéramos es que Boris fuera procesado por peligrosidad predelictiva”; “nos preocupan algunas publicaciones tuyas en las redes”; “hemos decidido citarte hoy sin darle participación a la Seguridad de la Universidad, porque lo que queremos es tener una conversación positiva contigo”. “Ya el caso de Boris, por las contravenciones que acumula, apenas está en nuestras manos, sino que es competencia de la Policía, él puede ser detenido en cualquier momento y lugar, ¿tú te imaginas que sea frente a la escuela de cualquiera de los niños?”. “Tú has visto cómo me he dirigido a ti con el mayor respeto, sin malas formas y sin exaltarme”.

Fernández Estrada recordó cómo Oscar Casanella, mientras los oficiales de la Seguridad lo golpeaban el 11 de mayo de 2019, le decían una y otra vez: “no te estamos haciendo daño, no te estamos haciendo daño”.

"Cuando Boris regresa a casa de cualquiera de las repetidas detenciones arbitrarias que ha sufrido, después de la euforia inicial, de las ganas de comer, de salir a pasear todos juntos, de comprarles dulces a los niños, siempre sobrevienen algunos días de desesperanza y depresión. Quizá es que se retiran de mi cuerpo la adrenalina y la ansiedad de las horas que dura el arresto. El encuentro de aquel martes con la Seguridad del Estado, en cambio, no me afectó visiblemente, salvo por el sentimiento de frustración y humillación que fue emergiendo con los días. Pero temo que solo se trata de que no estoy en capacidad de identificar con claridad sus huellas. He estado meses pensando que debía articular las notas que tomé en los días siguientes, ansiosa por que el olvido no borrara nada de lo escuchado. Ahora es que lo intento", finalizó.

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