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Religiosos cubanos denuncian la insostenible situación socioeconómica: "El pueblo no aguanta más"

La carta de Vida Consagrada señala también que “la gran mayoría del pueblo no se siente en confianza y libertad para expresar lo que piensa".

Religiosos de "Vida Consagrada" © Facebook/ Conferencia Cubana de Religiosas-os
Religiosos de "Vida Consagrada" Foto © Facebook/ Conferencia Cubana de Religiosas-os

Este artículo es de hace 2 años

Vida Consagrada, plataforma que reúne una veintena de congregaciones religiosas de la provincia de Camagüey, dirigieron la semana pasada una carta abierta a las autoridades provinciales en la que exponen la difícil situación que está atravesando la población cubana, y una serie de problemas estructurales que se han agravado en el último año con la pandemia de coronavirus.

La carta, fechada el pasado 29 de abril, presenta una lista de “los actuales clamores de los cubanos” que abre con los salarios insuficientes y alza de precios, al punto de no permitir a muchas personas comprar productos alimenticios y de aseo necesarios para una vida digna.

El poder adquisitivo de los cubanos, aseguran, se ha venido abajo por el alza de los precios en las tiendas del Estado, en los particulares y en el mercado negro.

“Las personas están cansadas y estresadas, lo que deteriora las relaciones sociales, familiares y personales. Sentimos que el pueblo no aguanta más, es una situación insostenible. La población desea alternativas factibles que encaminen al país hacia el desarrollo y el bienestar social”, afirman los religiosos.

Esta situación -explica la misiva- se refleja también en el área de salud donde las dificultades para obtener medicamentos para enfermedades comunes, crónicas o psiquiátricas son “causa de angustia, sufrimiento y agotamiento”.

"Nosotros-as escuchamos de cerca las vivencias de la gente, nuestra labor pastoral nos mueve a estar a su lado y acompañarles, lo que nos hace testigos de sus dolores y necesidades", escriben los religiosos.

Otras de las quejas reseñadas son las interminables colas ante las farmacias, el desabastecimiento en las tiendas que funcionan con la moneda nacional y la triste situación de quienes están “imposibilitados a adquirir los productos que requieren para cubrir sus necesidades básicas” y han quedado a merced de la especulación de la economía informal. “Están prácticamente con las manos atadas sin oportunidades”, denuncian.

El aumento de los precios de los servicios públicos hasta 10 veces más en poco tiempo producto del llamado "ordenamiento monetario" impuesto por el gobierno ha privado a muchas familias de esos servicios básicos y la atención a los más vulnerables por parte de los trabajadores sociales no tiene un verdadero seguimiento. “No se materializan las promesas”, se quejan los autores de la carta.

La situación es similar en los llamados "comedores sociales" donde muchos ancianos no acceden al almuerzo y comida durante el mes completo y su pensión no les alcanza para su mantenimiento.

Otro de los temas abordados en la carta pública es la crisis de la vivienda, que lleva décadas golpeando a la población cubana. El hacinamiento en construcciones deterioradas por el paso del tiempo y/o los embates climatológicos son ambientes propicios -afirman los religiosos- para los conflictos familiares y los abusos verbales, físicos y sexuales.

La misiva también asegura que los trabajadores por cuenta propia y cooperativas no perciben aún “la liberación de las fuerzas productivas anunciada, en cambio se aprecian muchas trabas que no les permiten crecer".

Ante esta difícil situación que cotidianamente comparte en su acompañamiento al pueblo cubano, Vida Consagrada exhorta a las autoridades cubanas a asegurar precios asequibles de la canasta básica; abastecer las tiendas en CUP que es la moneda nacional en la que se realizan los pagos salariales; hacer efectiva la liberación de las fuerzas productivas del país, tanto estatales como no estatales; realizar con gradualidad los aumentos de los servicios públicos y establecer tarifas tomando en cuenta el poder adquisitivo de la población.

En cuanto al sector sanitario, se pide al gobierno abastecer las farmacias y aceptar las ayudas humanitarias liberando contenedores parados en aduana y recibiendo otros que puedan arribar al país. Además, instan a hacer efectiva la asistencia social a través de la optimización de la labor de los trabajadores sociales, así como la sensibilización del personal en general en cuanto a la dignidad humana de las personas más vulnerables.

La carta señala también que “la gran mayoría del pueblo no se siente en confianza y libertad para expresar lo que piensa en diversos ambientes sociales, tampoco para acercarse a las autoridades de distintos niveles y áreas, y solicitar lo que creen, expresar lo que necesitan o sugerir alternativas”, y agrega: que “existe miedo a la exclusión”.

De allí el llamado de los religiosos a "crear espacios de diálogo igualitario entre el Estado y los diversos actores sociales, sentarse juntos a una misma mesa para buscar alternativas y unir esfuerzos para sacar adelante nuestro país, que está viviendo una situación crítica”.

Entre las congregaciones que firman la carta pública están las Carmelitas Misioneras, la Compañía de Jesús, la Comunidad Intercongregacional Mercedaria la Congregación Hijas de San Camilo, las Hermanas Misioneras del Corazón de Jesús, las Hermanas Misioneras Eucarísticas y las Hijas de María Auxiliadora

También suscriben la misiva representantes de Misioneras de la Madre Laura, la Orden de la Compañía de María Nuestra Señora, las Oblatas Misioneras de María Inmaculada, la Orden de la Merced, y las Siervas del Corazón de María.

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