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En la época de oro de la esgrima cubana, específicamente del florete, surgió un habanero que no creía en aceradas armas rivales. Nació en San Miguel del Padrón, se crio en La Corea, barrio hecho para “guapos”, y esa guapería la supo llevar a las planchas del universo. Hoy entrevistamos a Raúl Perojo, de los últimos floretistas con clase que ha dado Cuba.
San Miguel del Padrón es una tierra de peloteros, ¿de dónde te nació ser floretista?
Jajaja. Nací en la calle 5ta, en La Corea, una zona muy problemática. Desde niño estaba poniéndome los guantes en la calle y haciendo peleas callejeras, pero mi papá nunca quiso que fuera boxeador; de hecho, él fue pelotero y me compró de todo: trajes, guantes, gorras... ¡pero no resultó! Jugaba mucho al cuatro esquinas y era de los mejores del barrio, pero de ahí no pasó.
La esgrima llega a mi vida porque quien luego fuera mi primer entrenador, Arquímedes Salazar, fue captando niños por la escuela en aquel tiempo y me embullé con otros amigos. Competí en Pioneriles provinciales y me captaron para la EIDE Mártires de Barbados, y allí estuve bajo la dirección de Marcos Girón y Mario Cárdenas.
A ambos los recuerdo con mucho cariño, respeto y agradecimiento.
De la EIDE pasé a la ESPA nacional “Córdova Cardín” bajo la égida de Carlos Miranda y Rolando Soler. En los cuatro años que estuve allí participé en el Mundial Juvenil celebrado en México en 1994 y en el Panamericano Juvenil Habana 1993.
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¿Cuándo llegas al equipo grande?
En 1994 tras ganar el Campeonato Nacional Juvenil. Tenía 20 años y como entrenábamos juntos los mayores y los juveniles, la adaptación fue muy fácil para mí.
Raúl Perojo era un atleta de mucha velocidad de reacción y muy agresivo. No era muy alto, por lo que trabajaba más la resistencia para mantener un buen ritmo de combate. Dependía mucho de su físico. Poseía una buena defensa y era muy inteligente: sabía qué hacer o no hacer con cada contrincante, lo que constituye una gran virtud en un buen esgrimista.
¿Podríamos decir que Palma de Mallorca es un punto de inflexión en tu vida, marca un antes y un después?
Después del Campeonato Mundial celebrado en Portugal en 2002, cuando perdimos la medalla de bronce por equipos con la selección de España, éramos el equipo número 1 de América. Teníamos casi la clasificación olímpica en nuestras manos porque Estados Unidos estaba como en el lugar 14 y el Mundial de 2003 iba a celebrarse en La Habana, y participando en dos Copas del Orbe por equipos más, obteníamos los puntos necesarios para dicha clasificación.
El problema fue que Rolando Tucker ya se había retirado en 2001, Oscar García se fue después del Mundial de Portugal 2002 y Elvis Gregory decidió emprender una nueva vida y se fue a Italia. La escuadra era muy joven y sólo yo tenía la experiencia para enfrentar dicho reto.
Reinier Suárez, Maikel Couto, Abraham O’Relly y Daimar Arteaga, entre otros, eran talentos, pero sin fogueo internacional, y las autoridades cubanas decidieron no darnos el presupuesto para competir en el circuito de Copas del Mundo.
Como era de esperar, EE.UU. sí participó en todas y por ende fue el clasificado por América para los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Te cuento que a mí me propusieron ir en individuales a la justa eliminatoria y lo rechacé, cosa que ahora veo desde otra óptica. Yo era el número 1 de América y cuestioné dónde estaba el dinero que daba el COI por mí.
¿Daban dinero por ti?
Sí, porque yo gané el Grand Prix de La Habana 2001, y se me asignó una beca deportiva para mi preparación en ese ciclo olímpico, pero de ese dinero sólo vi mi firma en unos papeles que me pusieron delante. Al exigir lo que se hacía con ese dinero, la reacción era de esperar, y a partir de ahí no había presupuesto para nada.
Fuimos directo, sin fogueo alguno, a los Juegos Panamericanos en República Dominicana, donde obtuve medalla de bronce individual y plata por equipos.
Esa competencia fue muy mala para mí porque, ganando 40-31 a los estadounidenses, me desconcentré de tal manera que no pude mantener la ventaja y perdimos por un toque.
Después de los Panamericanos tenía otra oportunidad que era el Preolímpico, pero decidieron no llevarme.
Me despedí del deporte tras ganar las segundas Olimpiadas del Deporte cubano y fue cuando pedí mi liberación; pude irme legalmente y llegué a Palma de Mallorca, donde unas amistades me ayudaron. Allí trabajé en el aeropuerto y en algo de esgrima, pero poco.
En 2006 me contactan desde México para ser entrenador de la selección nacional de florete y allí tuve muy buenos resultados: bronce por equipos en el Campeonato Panamericano 2007 y tercero individual de una de mis atletas; en el Preolímpico de 2008, bronce individual, a punto de ir a Beijing.
En 2009 trabajé con la selección estatal de Baja California, tres consecutivos campeones nacionales.
En enero de 2012 decidí moverme a Estados Unidos, donde vivo en la actualidad.
Así que sí, Palma de Mallorca marcó un antes y un después para mí.
¿Qué haces ahora, dónde vives?
Resido en San Diego, California, con mi familia. Mi esposa, Meylín Quintana, exintegrante de la selección nacional juvenil cubana de esgrima, y mis hijos Rey Raúl, Denzel y Angie Marie. Gracias a Dios, hace tres meses tengo a mi madre aquí y estoy muy feliz de la vida.
Angie Marie de 10 años ha seguido mis pasos y la verdad es que tiene muchas condiciones y carácter para triunfar en este mundo de la esgrima.
Trabajo en las mañanas como entrenador de esgrima en la Universidad de San Diego (UCSD) y en las tardes en el mejor club de florete de San Diego llamado Team Touché Fencing, donde soy jefe de entrenadores, mientras que Meylín es la manager.
Mis experiencias como entrenador han sido grandiosas. Mis discípulos son multimedallistas nacionales. Una de ellas, Nicole Pustilnik, ganó en 2021 la Copa del Mundo Juvenil en Inglaterra y ese mismo año fue subcampeona mundial juvenil en Egipto. Fue la número 3 del ranking nacional estadounidense de primera división y actualmente estudia en la Universidad de Notre Dame, donde es entrenada por Rolando Tucker.
Tengo otra atleta, Sophie Duan, que es la número 1 del ranking nacional en la categoría 10-12 años, y Ella Zou, que está entre las mejores del país en la categoría 13-14 años.
La esgrima en Estados Unidos ha subido mucho el nivel. Todos los fines de semana, cuando no es una competencia local es una regional, si no, campeonatos nacionales que verdaderamente son casi Copas del Mundo. Es un evento internacional, pues toman parte canadienses, europeos, muchísimos asiáticos. Imagínate que en cada competencia hay entre 200 y 300 esgrimistas por especialidad.
En el “Summer” nacional que se celebra en julio se compite desde 10-12 años hasta veteranos de 70 y 80. Es increíble el nivel que ha cogido la esgrima aquí en Estados Unidos. En este último “Summer” participaron unos 15,000 atletas.
Me atrevo a decir que, ahora mismo, Estados Unidos es el país con más desarrollo en la esgrima moderna y la mejor esgrima que se está haciendo a nivel mundial. En los pasados Juegos Olímpicos París 2024, el florete femenino ganó medallas de oro y plata individuales y oro por equipos, y en el masculino, bronce.
En el Campeonato Mundial cadete-juvenil de este año, celebrado en China, los esgrimistas estadounidenses obtuvieron ocho preseas doradas. Es increíble el nivel de la esgrima aquí. Todas las universidades más prestigiosas del país tienen programas de esgrima y eso ha hecho crecer más el deporte. Únele los entrenadores de nivel mundial que tienen. Por ejemplo, Elvis Gregory entrena en la Universidad Estatal de Ohio y Rolando Tucker en la Universidad de Notre Dame.
Volviendo a tu carrera, ¿siempre floretista?
El florete es el arma madre en la esgrima. La mayoría de los esgrimistas empiezan por esa arma y después, en dependencia de sus condiciones físicas o técnicas, los pasan para espada o sable. Desde que empecé fue mi arma favorita, la que más me gusto.
¿Recuerdas alguna anécdota no contada?
¡Uff! Tengo muchas. En la Copa del Mundo de París 1998 -una de las más prestigiosas del circuito mundial de florete-, Elvis, Tucker y Oscarito estaban entre los 16 mejores esgrimistas del mundo y yo tuve que ir a la eliminatoria. Elvis y Tucker desde su cama me dicen: “Compite fuerte”, y con la misma siguieron durmiendo… jajajajajajaja.
Estábamos en un hotel cerca de la sala de competencia y, caminando a esas horas de la madrugada, Bacallao, el segundo entrenador, me comentó: “Tienes que estar a la altura de ellos, para no tener que levantarte con este frío y tan temprano y competir al segundo día”. Julita, ¿te cuento? Eso marcó mi carrera deportiva. Para que tengas una idea de lo difícil de esa competencia: el primer día, sólo clasifican 48 atletas, y al siguiente, se suman los 16 del ranking mundial. Se hace una eliminación directa de 64 floretistas. Pues, en ese evento, fui subcampeón y perdí 15-14 en la final; había más de 200 esgrimistas.
Precisamente, ¿qué significaba para ti compartir entrenamiento y equipo con Gregory, Oscarito y Tucker?
Un orgullo enorme. No solo con ellos. También entrenar a diario con figuras como Guillermo Betancourt, Tulio Díaz, Rafael Morales, Vicente Pérez, Hermenegildo García, Eddy Patterson, Ignacio González, Leonardo Suárez y muchos más.
Y es que era una época de reyes y reinas de los aceros. Ellos y ellas ocupaban principales sitiales en el planeta. Una edad de oro muy lejana en el tiempo y de las posibilidades actuales de la esgrima cubana.
¿Qué representaba ser un discípulo de Eduardo Jons?
Eduardo Jons es un hombre con un orgullo y una personalidad tremendos. Tenía una capacidad grandísima para enseñar y transmitir sus conocimientos y experiencias. De hecho, me han comentado que me parezco mucho a él dando las clases individuales. Mis respetos para él y sólo me queda darle las gracias por las vivencias y el orgullo de haber pertenecido a esa generación de oro de la esgrima cubana bajo sus órdenes.
Principales rivales
Mis principales rivales siempre fueron los floretistas zurdos. Me costaba mucho trabajo ganarles. Antes de los Juegos Panamericanos de 2003 trabajé mucho con el entrenador Nelson Guevara (QEPD), entrenador de la selección femenina.
Sabíamos que Dan Kellner, zurdo, era la principal estrella de Estados Unidos, y da la casualidad que en la competencia individual el pase a finales me tocó con él. Me ganó 15-6 y en el por equipos igual me volvió a ganar… ¡terrible!
¿Qué opinión te merece el deporte cubano actual?
Julita, esa pregunta está muy buena e interesante y te la voy a responder lo más sinceramente posible y de acuerdo con mis experiencias como atleta de alto rendimiento.
Si no te abres al mundo y no ves cómo funcionan las cosas en la modernidad, es imposible avanzar y menos competir a nivel mundial. El deporte moderno cada día cambia y debes seguir ese patrón.
Nunca se trabajó bien con la base; incluso, en los momentos brillantes del deporte cubano, y te voy a explicar por qué: el sistema cubano es como un filtro. Se empieza por la masividad que son las pre-EIDE, después EIDE, ESPA provincial, ESPA nacional y posteriormente, el equipo nacional, a donde debe llegar lo exclusivo.
Imagínate cuántos buenos atletas se pierden en ese proceso, más el deterioro de instalaciones deportivas, pésima alimentación, la falta de fogueo internacional, muchas deserciones de atletas y entrenadores que han quedado en el olvido sin atención ni reconocimiento.
Lamentablemente las palabras de Raúl Perojo no se las lleva el viento porque son grandes verdades que mucho duelen a todos los que amamos el deporte y los atletas cubanos.
El estelar floretista que no es una excepción, es ahora un hombre satisfecho de la vida, tanto en lo personal como en lo profesional, en una nación que lo ha acogido y a la que le devuelve el favor cosechando talentosas figuras de la esgrima estadounidense.
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