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Memoria del Exilio: "Octubre aciago"

Hace más de cuarenta años de ese primer gran desastre en nuestras vidas. Acabo de percatarme, a tantos años del siniestro, que nuestro padre es el único de los mártires de Barbados que aparece en su foto con espejuelos.


Este artículo es de hace 5 años

Es la única constancia que nos queda de aquellos días inentendibles y tristes*

* No sé dónde podían estar mis hermanos, en la foto, pues todos estuvimos siempre muy juntos en aquellos inciertos momentos.

No complace - para nada - visitarlos, ni siquiera, con una sola ojeada.

Mucho menos, adentrarse, o perderse dentro de ellos.

Lacera demasiado.

Son instantes de los que no queremos acordarnos nunca.

No nos da la gana y punto.

Nos resistimos a hacerlo.

Pero ellos vuelven, sucesivamente.

Y vuelven con el peso o el paso de los años pisados o pasados. Mas, con mucho, mucho más, pesar acumulado.

Porque, en verdad, nunca se han ido.

Esperan agazapados.

Fustigan - de tanto en tanto - con ansias extremas de abrirse paso y jodernos, bastante lo poco agradable que nos deja la jodida existencia. *

* Que es también muy celebrable cerebral, posible y probable, por otro lado.

Es decir, no suelo peregrinar mucho por esta foto, pero es ella la que, invariablemente, me asalta, me retuerce, me invade, me revuelca y me domina.

Mi madre parece no saber dónde colocar su vista. No atinaba a comprender lo qué pasaba.

Nosotros, mucho menos.

No sé ni quién la tomó, ni cómo llegó a mis manos*, ni por qué miré a la cámara

* Esta copia es digital y me la mandó mi hermano menor, nos referimos al original.

Sólo atinábamos, por esas fechas, a acurrucarnos - pegaditos y callados - en el nido familiar, cuando empezó a inundarnos el vacío. *

* Que, al mismo tiempo, engrandecieron a nuestro padre vital y coexistente.

Hace más de cuarenta años de ese primer gran desastre en nuestras vidas.

Que se resquebrajaron de un solo tajo.

Bien adentro.

Bien abajo.

En el centro de la raíz.

Sin razón, sin comerla ni beberla.

¿No es algo como para tratar, bien fuerte, de postergar - indefinidamente - el acordarse?

Pero hay quien insiste, e insiste, una y otra vez, en la desdicha. *

* En la pasada publicación, intentamos hacer un chiste visual, a la par que un homenaje a Charles Aznavour ** y un comentario, desafortunado, exigió minutos de silencio por los mártires de Barbados. Por Dios, pueden decirme, ¿qué tiene que ver el culo con el tomate?, sentemos cabeza.

** Alucinante es cómo Francia entierra a un artista con honores de Estado, mientras en Cuba, en cambio, a muchos artistas se les entierra a nombre de la Seguridad del Estado. (¿?).

Hay quien se regodea en la desgracia.

Sobrevive fúnebremente.

Y - en lugar de ocuparse de los vivos - machacan, como matracas, reclamando una justicia que ya sabemos que no existe, ni jamás existirá.

Porque el mundo y la vida van sedientos de arbitrariedades, abusos e iniquidades. *

* ¡Hello, despierta, el planeta entero está de pin…!

Y la pastosa injusticia pastorea - pausadamente - impune, e insolente, por todas partes.

Otra cosa es denunciarlas.

Nadie anda por ahí exhibiendo como en ferias las cicatrices.

No nos interesan ni las mortajas, ni lo mortecino. Ni la mortadela, ni la mortandad. *.

* A la muerte no tememos. Al sufrimiento, sí, ¡pá allá, pá allá!

Además, no hay equidad alguna que pueda reparar daño tan viejo, tan hondo y tan enorme.

¡No, señora soledad, o santa suplicio, no!

Quédese usted con tanta conmemoración de la amargura, con tanto martirologio pseudo patriótico disfrazando el derroche y el lujo de los pudientes militantes dirigentes. *

* El día que se contabilice todo lo malgastado, durante más de medio siglo, en concentraciones masivas reiteradas, irrazonables, e improductivas, la cantidad de banderitas, palitos, combustible y etcétera, etcétera de los etcéteras, la cuenta superará a la del bloqueo que eternamente esgrimen como justificación para tanto desconcierto, desacierto y descalabro nacional.

Hay quien busca, fondear y rebuscar en los continuados aniversarios funestos. *

* Es cosa de cuestionarse el porqué de esa tozudez mortuoria.

Hay quien se lucra con la consigna repetida una y mil veces.

Que luego degrada en chiste - a veces bueno, otras de muy mal gusto - porque hay de todo sobre la faz de la tierra. *

* Que puede y debe ser llamada, también, mierda.

Nosotros, en cambio, queremos y nos proponemos firmemente olvidarlo. *

* Acabo de percatarme, a tantos años del siniestro, que nuestro padre es el único de los mártires que aparece en su foto con espejuelos. Nunca nos gustó esa imagen, que, por demás, era vieja, fea y no lo reflejaba, tal como él era, antes de irse para jamás volver. Nos resistimos - quizás por eso - a verlo serio, circunspecto y con ese semblante lamentable que exigen las fotos de carnet y que nunca nos plasma como realmente somos. Pues, en él, todo era risa, jarana y pujante jodedera. Ése, de la imagen de mártir, no era él.

No nos complace - para nada - volver a esos raros recuerdos llenos de un dolor que muchos vociferan - y hasta hacen suyos, sin ser de ellos - pero, muy pocos, lo sienten de igual manera.

El luto se puede llevar a diario, pero, a cada segundo, se le combate.

Porque si no, nos sienta, asienta, bloquea y aniquila.

El duelo insistente, en el fondo, es falso.

Al año del nefasto acontecimiento, nos llamaron a “conmemorarlo”, bajo un sol infernal de infarto - oyendo discursos, tan exaltados, como poco sentidos y sin sentido por ningún lado - para después de una peregrinación al cementerio - donde ya ni quedaban restos, de los pocos restos, que sobrevivieron a la tamaña tragedia - llevarnos a almorzar, carne de puerco con congrí, yuca y tostones, a un ranchón criollo cerca del aeropuerto. *

* En la quincuagésima temporada fue, aún peor, la ridiculez, pues nos enviaron una bolsa de nylon, con un calendario, un afiche de Cubana de Aviación, dos bolígrafos y un sombrero de yarey.

No, no, no, no, no, no, no y no, sucesivamente.

Quedamos puestos y convidados.

Nunca más volvimos a acto, o performance, político alguno. *

* Mi mamá, la pobre, tuvo que seguir haciéndolo - a su pesar - por puro compromiso.

No fue un día infausto aquel 6 de octubre de 1976*. Fueron los días posteriores**, las semanas, los meses, que de pronto son años y ya van casi rayando en el medio siglo.

* Mi madre descubrió un arcoíris en el cielo a la misma hora del cruel atentado.

** La foto fue tomada en la Plaza Cívica quince días después.

¿Ha de vivirse en tristeza encadenado? *

* De ser así la revolución cubana será recordada como una variante moderna de la santa inquisición**

** Con minúsculas las dos, para así al menos, degradarlas, vejarlas, rebajarlas, escupirlas y situarlas en el lugar más despreciable de nuestra evocación.

Siempre consideramos que la mejor manera de honrar la memoria de nuestro padre era trabajando.

Y haciendo lo que a él le gustaba y nos satisface, sobremanera.

Que es reír, soñar y hacer bien a los demás.

Por eso nos oponemos al “patria o muerte” tantas veces machacado y por el que tanto hemos sufrido.

Porque preferimos un sanador, refrescante y muy urgente Mundo y Vida.

Y al “venceremos”, obtuso, iluso y confuso* nos interesa mucho más contraponer, a cambio, con un hondo, humano, e inmenso Cuidaremos o Creceremos.

* Vencer no significa necesariamente crecer o tener la razón.

Pero a nivel de conciencia, no de gritería y sal pá afuera.

Que no hay que alzar la voz para mostrar raciocinio.

A los discursos se los llevan el viento y el tiempo. Es bobería circundante. Palabrería en bandeja. *

*¡Pá eso, Radio Reloj!

Trabajar y ser fiel a lo que pensamos, es la mejor manera de homenajear aquellos que hemos perdido en el camino.

Ellos también perseguían una vida más digna, vivible, placentera y posible.

Papi, te queremos.

Cágate en ese silencio que exige quién no te conoció.

Y haz bastante bulla en el más allá, o donde quiera que estés. *

* Sobre todo en mi alma.

Ya MAMI está junto a ti, ¿hay mayor felicidad?

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Juan Carlos Cremata Malberti

Director de cine y guionista cubano. Se graduó en 1986 de Teatrología y Dramaturgia, en el Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana, posteriormente cursó estudios en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños graduándose en 1990.


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