APP GRATIS

Memoria del Exilio: Despido del lunes

"Los lunes son de descanso sagrado para los artistas. Sin pesadez de jefe que cree que sabe, sin tráfico abarrotado e intratable, sin falsas alegrías al saludarte pues a nadie le gusta el mismo lunes cargado de siempre".


Este artículo es de hace 4 años

Pasó ya una semana y compruebo que no he escrito nada.

Ni siquiera, he redactado una timorata nota -mentalmente- por estos días.

No he escuchado el teclear de mi teclado, recorriendo cada arpegio, cada letra, cada palabra…

O esgrimiendo-exprimiendo cada idea.

Por no escuchar, no escucho, siquiera, revolotear a alguna musa, apocada, parca, silvestre, o lozana, entretenida en mi cabeza.

Tengo la mente en blanco.

Aunque, consciente, de que debo seguir cerrar ciclos. *
* Básicamente, es como ultimar círculos. Incluso, hasta visualizándolos -gráficamente, en el cerebro- como esquema del empeño por concluir fases, relaciones, vidas, etapas, viajes o proyectos iniciados.

En resumen: acabar lo comenzado.

O, lo que es lo mismo: empezar de nuevo.

Porque todo tiene principio y final.

Me viene Machado*, el bueno - el poeta - a la cabeza.
* Al otro, los comunistas, nos lo pintaron -en su historia, ampliamente tergiversada- como un ogro, un “asno con garras”. Pero, escribía muy bien, era culto. Y bajo su mandato presidencial, se erigieron el Capitolio -enchapado, hoy, en oro, cual cualquieruchka catedral rusa de Moscú, Kiev o San Petersburgo- y la carretera nacional. Que no la inconclusa y peligrosa autopista. Del Machado que viene combinado con Ventura y sólo le faltó el Carratalá, de ese, mejor, ni opino.

“Todo pasa y todo queda,

pero lo nuestro es pasar,

pasar haciendo caminos,

caminos sobre el mar. “*
* Serrat lo canta “la mar”; lo que es, definitivamente, mucho más musical, que la versión original, en el texto del poeta andaluz.

Sólo una frase me machaca, una y otra vez, inside la testa.

Como un martillo, una alarma constante, una pituita sofocante, una ladilla cirquera, psiquitrillada, cederista, pedante.

Temo repetirme. *
* ¡Igual, no es pá tanto!

Puedo, quizá -en todo caso- reusarlo.

Revistiéndolo de latido, de palpitación, pulsación, pulso, sístole, o diástole.

EL CORAZÓN CON QUE VIVO.

El corazón con que vivo.

EL CORAZÓN CON QUE VIVO.

El corazón con que vivo.

EL CORAZÓN CON QUE VIVO.

Y así sucesivamente.

A propósito -y ya que bordeamos el tema- acaban de declararme hipertenso. *
* No me dieron un diploma, sólo una receta.

Salí a “celebrarlo” con una ensalada César.

Mas, sucumbí ante los efluvios de un guiso de maíz, con fragmentos de bacón, seguido por unos tortellini al burro, en lo que fue la despedida de toda posible alimentación crasa que, hasta ahora, haya llevado.

Esa es la verdadera causa -imagino- por la cual, de vez en cuando, me suena un silbido en los oídos.

Por más que yo me empeñe en pensar -como rige la tradición- que, si me chilla el izquierdo, es porque están hablando bien; mientras que, si es el derecho, soy vil objeto -sujeto, verbo y predicado- del más rancio chisme, brete, tejemaneje, maldecir e improperios. *
* Lo cual, al final, me importa un bledo, pues, me apego a la máxima wildeana: “De mí, se hable bien o mal, lo importante es que se hable”

O viceversa. ¿Quién sabe?

Si desde que tengo uso de razón, sobrevivo la sinrazón, de confundir la derecha con la izquierda.

En pocas palabras: no sé bien pá dónde cojo.

Y puedo CAMBIAR, de palo pá rumba, con una velocidad pasmosa. * por más que lo adorne de dialéctica.
* Es mi historia familiar, los trances vertiginosos de la comedia de Aristófanes, a las tragedias de Esquilo, son comunes y frecuentes. ¡Y así, no hay alma, por entrenada que esté, que sobreviva, o resista!

Remárquese -más que el juego de palabras- el oxigenado uso y abuso del verbo trocar.

Que siempre me acompaña.

Y me toca, trastoca, muda, refuerza, remarca, alboroza y desordena, amor, me desordena.

En otro orden de cosas, como primer orden del día y contra cualquier orden que huela.

Porque es, también, sinónimo de canjear, intercambiar, permutar, conmutar, EVOLUCIONAR, renovar, distorsionar, diversificar, modificar, reformar, trasladarse, marcharse, irse, largarse, EMIGRAR, inmigrar, convertir, transformar, transmutar, alterar, variar, e INNOVAR. *
* Léase, asimismo, CREAR. Que es -para todo artista- VIVIR.

Así como es antónimo de estacionarse.

Que viene de estacionario.

Estabilizado.

Estable.

Inmóvil.

Fijo.

Continuo.

Continuidad.

Lo mismo con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo con lo mismo, con lo mismo, con lo mismo… ¿sigo?

Porque eso no es cambio, ni es revolucionario, ni aquí, ni en ningún lado.

Es como un disco rayado.

Así mismo me sucede con las manos.

Con la izquierda -la verdad- cada vez me entiendo menos.

Es vaga. Creída. Holgazana.

No “dispara un chícharo” y “vive agregada”.

“Coge cajita”,” mango bajito”.

Mi garra derecha escribe, lava, limpia, corta, ofrece, ayuda, dicta, dibuja, chapea, masturba, escarba, husmea en las narices, señala, teclea -el triple de lo que lo hace la izquierda- firma, se presenta, paga.

La izquierda no hace nipin. Coge crédito de extremidad por carambola. *
* Por eso-desde que lo aprendí en la India- la obligo a limpiarme el culo. Que la derecha maneje la manguera.

El ala derecha -es decir, el grajo diestro- me denuncia, pero, mucho más, que el zurdo -con el sudor de sus continuos, corrientes y constantes esfuerzos. *
* “Tienes una pestecita” - me solía decir mi madre, luego de una simple media jornada de trabajo. Y -para que no se me subiera el intelectual- me mandaba a botar la basura.

No en balde, izquierdo es, asimismo, sinónimo de siniestro.

Y siniestro de malvado, de pérfido, perverso, engañoso, cruel, vil -como Cruella de Ville-, amenazador, maligno, inicuo, tétrico, espeluznante, lúgubre, trágico, o aterrador.

Ya, a la izquierda -y desde hace mucho tiempo, aún cuando sobrevivía en Cuba- intento no sentarme, ni de público. *
* Amparado, tal vez, en una vieja teoría, creo que rusa, que reza que, al sentarse uno a la derecha, recibe - con mucha más normalidad y por vía expedita, debido a la dirección de lectura del mundo occidental -mucho más rápido, el mensaje de la historia. Tampoco me hagan caso. Es creencia a la que me acojo. Como no pasar por debajo de una escalera, o permitir que coloquen un sombrero encima de una cama.

Si voy de pasajero en un carro, prefiero ir detrás del chofer.

E, incluso, entre mis supersticiones más respetadas, está la de la suerte que ofrece, el paso de un gato negro por delante.

Dicen que es buena, o mala, dependiendo de si el felino va de izquierda a derecha, o en reversa.

Mi confusión no me permite coordinar a tiempo.

E -invariablemente- me refugio en el antídoto al ferviente fetichismo, dando los tres pasos recomendados, precavidos y en retroceso.

Doy marcha atrás y vuelvo al título.

Regreso al inicio.

Me despido, oficialmente, de los lunes. *
* Por tradición, todo teatrista, ejerce esta no práctica.

Los lunes son de descanso sagrado para los artistas.

Sin pesadez de jefe que cree que sabe, sin tráfico abarrotado e intratable, sin falsas alegrías al saludarte pues a nadie le gusta el mismo lunes cargado de siempre.

Vete, lunes, con tu gordura aplastante, llena de mediocres servicios, hasta el siguiente infarto.

Ya tengo bastante pesar y cruz con las tardes de domingo.

Y, como tampoco se ha de iniciar nada en martes -ni te cases, ni empieces una producción cinematográfica, ni te embarques- a partir de ahora, he de comenzar mis semanas, los miércoles.

Que, a un día atravesado, hay que partirle de frente.

¿Qué opinas?

COMENTAR

Archivado en:

Juan Carlos Cremata Malberti

Director de cine y guionista cubano. Se graduó en 1986 de Teatrología y Dramaturgia, en el Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana, posteriormente cursó estudios en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños graduándose en 1990.


¿Tienes algo que reportar?
Escribe a CiberCuba:

editores@cibercuba.com

 +1 786 3965 689


Siguiente artículo:

No hay más noticias que mostrar, visitar Portada