En La Habana han abierto nuevas boutiques norteamericanas que contrastan en precio y en calidad con la oferta cubana de venta de ropa, tanto en moneda convertible como en moneda nacional.
Los precios en las boutiques son extremos, y desde luego no se ajustan a la entrada económica de un cubano que perciba un salario del Estado; del que además tienen que priorizar la compra de alimentos, porque casi todo el mundo concuerda en que es más importante comer que vestir.
Las otras opciones de compra son las ropas que proceden de las tiendas recaudadoras de divisas o las que se venden en comercios en moneda nacional. Sin embargo, estamos en lo mismo: caras en el primer caso y de muy mala calidad en el segundo
Una variante suelen ser las tiendas de ropa reciclada, que ofrece ropa de segunda mano que el Estado adquiere a precios muy bajos en el exterior.
Sin embargo, en esos casos, se trata muchas veces de ropa menos moderna o actual, a lo que se suma que el precio al cual se acaba vendiendo por parte del Estado, tampoco es demasiado bajo, aunque sí más módico que en las tiendas en divisa.
Por otra parte, cada vez más cubanos optan por comprar la ropa que algunos han venido importando en los últimos años de países como Ecuador, Venezuela o desde la misma Florida, que es una fuente de ingreso bastante más antigua.
Por último, están también las decenas de miles de cubanos que se visten solo con la ropa que sus familiares les envían desde el extranjero. Esas personas acaban convirtiéndose en un grupo de afortunados, que no tienen la necesidad de deshojar la margarita eligiendo qué o dónde comprar ropa en Cuba.
Vestirse, en la Isla, según como se mire, puede ser un dolor de cabeza más.
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