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Policía Nacional Revolucionaria: corrupción y atraco a mano armada

Un revendedor de ron, atracado por la PNR: "Hicieron conmigo el campismo, la piscina y la fiesta familiar".

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Este artículo es de hace 5 años

Dos patrulleros parquearon frente a su vivienda. El policía que parecía ser el jefe le habló claro. No quería virarle la casa al revés y "para ayudarle" le sugirió que le sacara todo el ron que tenía para revender.

Este vecino de La Habana, que por motivos obvios prefiere no identificarse, les sacó 26 botellas, pero salvó las cajas que guardaba en el cuarto. Los agentes de la PNR metieron las botellas en los maleteros de las patrullas y se marcharon no sin antes decirle que lo había delatado la competencia. A él ni se le pasa por la cabeza denunciar el atraco, porque tiene que seguir 'viviendo'.

"Supongo que hicieron conmigo el campismo, la piscina y la fiesta familiar", asegura el revendedor a Diario de Cuba.

La corrupción policial existe en Cuba, pero son "casos aislados", admite un ex jefe de sector que sobrevive vendiendo fritas en el Paradero de Playa. Él asegura que la magnitud de información que manejan los jefes de sector serviría para "desnudar" los barrios de la Isla. Sin embargo, algunos se les han ido de las manos. Entre ellos Pueblo Nuevo y Calle 8, en La Lisa; La Corbata, El Palo y La Aldea, en PLaya; y Coco Solo, Los Pocitos y El Puente, en Marianao. "Es otro mundo de prostitución, drogas y negocios ilícitos", reconoce.

Él asegura que renunció porque no podía con eso. "O me corrompían o me mataban".

Otro exjefe de sector, que hoy es albañil por cuenta propia, ha tenido que pagar por sus pecados después que dejó el Cuerpo de Policía. Él habla de "tomarse libertades" entre las que cita ayudar a unos, jodiendo a otros. Creyó que no tendría consecuencias. La que más le ha dolido es la denegación de una visa para visitar a su hija en los Estados Unidos por haber sido policía, "un oficio como otro cualquiera".

A pesar de reconocer que fue un agente poco ortodoxo, dice que nunca llegó a protagonizar un atraco como el que vivió el revendedor de ron. Se limitó a extorsionar, pedir dinero y favores con los que construyó su casa. "Los policías de ahora están escapaos", dice.

Entre esos nuevos policías está Wendy. Ella quiere llegar a ser jefe de sector, como su tío, el capitán Peralta. Quiere saborear las mieles del poder. "Lo demás es paisaje".

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