Pablo Torres, el cubano que el pasado 19 de octubre subió a una torre de telefonía cerca de Palm Avenue, en Hialeah, y fue rescatado más de cinco horas después, se declaró culpable de un delito de traspaso de la propiedad cubana.
Torres compareció ante la corte de Miami-Dade y expresó que había escalado la edificación para llamar la atención acerca de diversos problemas personales, pero que nunca quiso atentar contra la instalación.
“Desde el año 80 un policía fue a mi casa y le dio a un hermano mío que es retrasado mental, y desde ese año la ciudad la ha venido cogiendo con nosotros. Yo no quiero que la policía esté cada dos días dando vueltas al frente de mi casa y señalando”, reveló.
El hombre, de 58 años, se refirió también a la supuesta muerte de un familiar debido a la intoxicación por asbestos.
“Es un producto que lo regaron aquí y ha matado a miles de personas, que no se sabe cuántos trillones de dólares hay depositados en los bancos, de las compañías de seguro y del gobierno, para repartirles a los familiares que murieron de eso”, añadió.
Aunque la familia del acusado refirió que sufría problemas mentales, esto aún no ha sido certificado.
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