Lorenzo Lorenzo es un inmigrante cubano que en 1991 decidió salir de su natal localidad de San Luis, en la provincia de Pinar del Río, para marcharse a Estados Unidos en busca de un futuro mejor.
Atrás dejó su trabajo en la siembra de tabaco y a su llegada al territorio estadounidense se ganó la vida chapeando patios. Ahora, 28 años más tarde, podría ser deportado por viajar a la Isla, a pesar de no desobedecer ninguna sentencia judicial.
"El caso de Lorenzo Lorenzo es una de tantas historias que le ocurren a los migrantes en este país. Llegó en el año 1991 desde Cuba y a los cuatro años ya tenía su residencia americana. En el año 2000 entró en un acuerdo penal con el gobierno y en ese momento le preguntó al juez si podía viajar a Cuba. El magistrado expresamente le dijo que le autorizaba", relató su abogado Karel Suarez.
Los problemas para este cubano llegaron tras una visita para ver a su familia en Cuba, donde tiene a su mujer, sus tres hijos y varios nietos. "No fue hasta la quinta vez a su regreso de Cuba que en el Aeropuerto de Miami le retiraron su pasaporte cubano y su residencia americana y le informaron que iba a ser deportado", informó el letrado.
El caso desencadenó en un nuevo juicio y una Corte ratificó que Lorenzo no tenía ningún problema para viajar hasta el territorio cubano. Sin embargo, al conocer la decisión del juez, la Fiscalía apeló.
"Durante el acto de apelación argumentamos a la Corte que los pasos que había tomado Lorenzo habían sido suficientes. Él no es abogado, no habla inglés y solamente le preguntó a una juez de su caso si podía viajar a Cuba. El magistrado decidió que sí y expresamente en el récord le autorizó a viajar a Cuba", señaló el abogado.
"Es la única razón que tiene en proceso de deportación a Lorenzo", lamentó Suarez.
Lorenzo Loreno cumplió las normas e hizo valer el acuerdo con el juez, pero ahora deberá luchar por no ser expulsado de Estados Unidos, donde vive y trabaja en una finca en Homestead, en el sur de Florida.
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