Desolados, frustrados, ignorados.
Ni en la oficina del congresista Carlos Curbelo ni en la oficina del senador Marco Rubio recibieron atención verdadera, ni explicaciones, ni respuestas a las peticiones formuladas con semanas de anticipación.
“Algunas vinimos desde Tampa solamente a esto y ha sido en vano”, comentan unas con evidente decepción. “Los de Miami ya no sabemos a quién recurrir, nadie nos escucha” apuntan otros. Solo les quedan sus carteles, sus peticiones y sus lágrimas.
Luego de 6 meses de detención en centros para inmigrantes en Louisiana, más de 70 cubanos aguardan a que un milagro los saque de la cárcel y les dé, al menos, la posibilidad de defender sus peticiones de asilo político ante jueces de Miami.
“Estamos seguros de que así habría un proceso más transparente”, dice Almarelis Martínez, que funge como portavoz del grupo de familiares de cubanos detenidos en Pine Prairie, Louisiana.
Esta mañana una decena de ellos tocaron a las puertas de representantes cubanoamericanos del sur de la Florida, esperando ser atendidos cuidadosamente. Lo único que recibieron fue una planilla formal para que explicaran sus casos. Desde hace semanas es la única respuesta.
Pine Prairie es un centro de detención privado para inmigrantes en New Orleans. En los últimos meses ha ganado fama por su crudeza especialmente contra los detenidos cubanos. Los familiares denuncian que son obligados a llevar uniformes naranja y que los identifican como presos problemáticos. Debido a huelgas realizadas por estos detenidos, muchos de ellos han sido confinados en solitario durante semanas.
Hasta el momento ni uno solo de los representantes cubanoamericanos del sur de Florida se ha pronunciado sobre estos reclamos.
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