En 1555 el pirata Jacques de Sores tomó y destruyó la villa de San Cristóbal de La Habana. Doña Juana de Austria, regente de España en aquel momento, ordenó la construcción de una fortaleza que protegiera eficazmente a la ciudad.
La Fuerza Vieja
En 1537, tras el saqueo de la naciente villa por otro pirata francés, el rey Carlos V había ordenado levantar una fortaleza que defendiera el puerto habanero del asedio enemigo. Se edificó entre 1539 y 1540 en forma de torre gótica.
Ese fuerte –conocido más tarde como Fuerza Vieja– estaba situado unos 250 metros al oeste del Castillo de la Real Fuerza, en el área que ocupan hoy la capilla de Nuestra Señora de Loreto como parte de la Catedral de La Habana y la zona aledaña a las calles San Ignacio y Tejadillo.
La Habana necesitaba una fortificación mayor
A finales de 1556, acatando las órdenes de Juana de Austria, los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla preparan los instrumentos de trabajo indispensables para construir el Castillo de la Real Fuerza.
Al no poder embarcar hacia Cuba el ingeniero elegido, Jerónimo Bustamante de Herrera, es designado para sustituirlo en 1558 su colega Bartolomé Sánchez. Al finalizar ese año, Sánchez se encontraba en La Habana con las herramientas, los canteros y oficiales necesarios para iniciar los trabajos.
Sin embargo, no tenía suficiente mano de obra para ejecutar el proyecto. El gobernador de la Isla, don Diego de Mazariegos, comunicó esta dificultad al Cabildo y se acordó alquilar esclavos, iniciándose las labores el primero de diciembre de 1558.
Para enclavar el Castillo se escogió el espacio que ocupaba la primitiva plaza de la villa, donde estaban las casas del Cabildo, el Gobernador y los vecinos principales.
20 años de trabajo constructivo
Tras no pocos contratiempos, incluida una epidemia de viruela que ocasionó numerosos muertos entre los esclavos que habían aprendido el oficio de cantero, el Gobernador manda levantar acta de la terminación de la fortaleza.
El 27 de abril de 1577, casi dieciocho años después de que se iniciaran las obras, fue inaugurada oficialmente esta fortaleza. Sin embargo, dada la poca altura del terreno donde se erigió, quedó a ras con el horizonte y por tanto nunca tuvo posibilidades reales de defender La Habana.
Esta fortificación habanera sirvió de modelo a muchas otras que luego se levantaron en el continente americano entre los siglos XVI y XVIII. Es un baluarte que sigue las técnicas impuestas por el uso del cañón, construida con gruesos muros para tener mayor resistencia a las balas enemigas.
El Torreón del Castillo de la Real Fuerza
Tiene la Real Fuerza en su torreón la estatua de La Giraldilla una pieza que devino símbolo de La Habana.
La Giraldilla fue esculpida y fundida por el habanero Gerónimo Martín Pinzón, durante el mando del Capitán General Juan Bitrián de Viamonte (1630-1634).
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