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El Cementerio de Espada

Este artículo ofrece una breve reseña histórica sobre el Cementerio de Espada, ubicado en el municipio Centro Habana.

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Cementerio de Espada Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 15 años

El culto a los muertos es un elemento importante en muchas culturas. Para los cubanos los sitios de enterramiento tienen una significación especial y son parte de nuestro patrimonio nacional. Desde finales del siglo XVII hasta la construcción del Cementerio de Colón fueron varios los lugares utilizados en La Ciudad de la Habana para estos fines, uno de ellos fue el Cementerio de Espada.

Los primeros cementerios fueron las iglesias

En las primeras centurias de La Habana, la población y el gobierno de la Isla adoptaron la costumbre de la metrópolis de enterrar los cadáveres en las iglesias. Existían regulaciones específicas sobre la manera en que debían ser ubicados los féretros dentro del templo y el precio de cada una de las sepulturas de acuerdo con el rango social y económico del fallecido.

Los ejemplos de este tipo de inhumación pueden ser apreciados en la Catedral de La Habana y en la Iglesia del Espíritu Santo. Sin embargo, las iglesias comenzaron a resultar insuficientes para una población que crecía aceleradamente en el siglo XVIII y que a la vez se veía asolada por epidemias endémicas como la fiebre amarilla.

Obras públicas para mejorar la higiene

En el año 1787 el rey Carlos III de España dictó la Real Cédula en que obligaba a los ayuntamientos a constituir necrópolis municipales en lugares apartados de los núcleos urbanos. Pero la tradición de enterrar en las iglesias estaba muy arraigada en las poblaciones de las colonias.

Juan José Díaz de Espada, conocido como el Obispo Espada, fue el impulsor de muchas de las obras públicas que mejoraron la sanidad de La Habana en los inicios del siglo XIX. Una de sus medidas más importantes fue la prohibición de continuar los enterramientos en las iglesias y la consecuente creación del primer cementerio de alto rango en Cuba.

Cementerio General de La Habana, una obra pública de gran utilidad

El Cementerio General de La Habana, fue el primer cementerio público de Cuba y de Hispanoamérica. Su construcción estuvo bajo el auspicio del Gobernador de la Isla, el Ayuntamiento de San Cristóbal de La Habana, la Sociedad Económica Amigos del País y la Santa Iglesia Catedral.

Se inauguró el 2 de febrero de 1806, a una milla de distancia, dirección Oeste, de la ciudad amurallada. El reglamento de esta necrópolis fue modelo de los que se redactaron con posterioridad tanto en la Isla como en otras regiones de Hispanoamérica.

Se estima que tuvo un coste de 46 mil 868 pesos fuertes. El proyecto estuvo a cargo del arquitecto francés Etienne-Sulpice Hallet. Consistía en un rectángulo cerrado perimetralmente por muros que albergaban cuatro mil seiscientas sepulturas. La puerta principal miraba al Sur y como todo cementerio católico, tenía una capilla hermosamente decorada, en este caso, por el pintor italiano Guiseppe Perovani.

Hacia 1855 la población de La Habana se había multiplicado. Las epidemias que se producían en la Isla ocasionaban un alto número de fallecidos y volvieron a poner los servicios funerarios en estado de alarma. Se requería un nuevo campo santo para la ciudad.

Simultáneamente se daba sepultura con cierta regularidad en los nichos del Cementerio de Espada y se iniciaban más asiduamente las inhumaciones en el Cementerio Colón, que quedó como necrópolis oficial de la ciudad y sus barrios.

El Cementerio General de La Habana, conocido como Cementerio de Espada en honor al Obispo que impulsó su creación, estuvo en uso entre los años 1806 y 1878. En la actualidad sólo se conserva de él una pared con nichos sellados, en la calle Aramburu, al norte, en el municipio Centro Habana.

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