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La antigua muralla de La Habana

Actualmente La Habana cuenta con trozos de lo que fue su muralla, hoy testigos y veladores de los nuevos tiempos de una ciudad cosmopolita, vital y abierta.

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Fragmento de la Muralla de La Habana Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 8 años

La estratégica y privilegiada ubicación de La Habana y lo que su puerto significaba para las relaciones comerciales del período colonial le causaron varios ataques de corsarios y piratas. Se hacía necesario, entonces, protegerla para dejar a buen resguardo sus atractivos y riquezas. La Punta (1589-1600), El Morro (1589-1630), La Fuerza (1558-1577), La Chorrera y Los Torreones de Cojímar (1646) nacieron con tal propósito.

Sin embargo, aún existían zonas desprotegidas que hacían vulnerables a la villa y al puerto. La existencia de una muralla se hacía imprescindible. El proyecto, que sufrió algunas modificaciones por razones burocráticas y económicas, nacido en 1603 se puso en marcha en 1671 y casi un siglo después, en 1740, la muralla de la Habana ya estaba erigida.

Puerta de la Muralla de La Habana / CiberCuba

Aunque inicialmente solo tenía dos puertas de acceso: la de la Muralla y la de La Punta, posteriormente se ampliaron hasta haber momentos con nueve entradas activas: cerca de las cinco de la madrugada un cañonazo indicaba la apertura y a las nueve otro el cierre -origen esto último de la tradición del cañonazo de la Habana que persiste hasta nuestros días. La Muralla tenía 4892 metros de longitud, desde La Punta hasta el Arsenal, con baluartes y puertas con puentes levadizos, un espesor de 1,4 metros y una altura de 10 metros. Cerca de tres mil quinientos hombres trabajan para ella y poseía cerca de 180 piezas de artillería.

Tarja conmemorativa de la Muralla de La Habana / CiberCuba

Su existencia dividió la ciudad en intramuros, inicialmente para clase alta y peninsulares, frente a la extramuros, para oriundos, criollos de clases media y baja. El devenir de los hechos, en cambio, y el propio crecimiento de la ciudad y sus pobladores, fueron otorgando relevancia y peso a la vida extramuros y la Muralla empezó a hacerse cada vez menos necesaria por lo que en 1863, poco más de un siglo de terminada, comenzaron las labores de demolición que llegaron hasta el siglo XX.

Actualmente La Habana cuenta con trozos de lo que fue su muralla, hoy testigos y veladores de los nuevos tiempos de una ciudad cosmopolita, vital y abierta.

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Marlén González

(La Habana, 1978) Lic. en Filología hispánica y Máster en Lexicografía. Ha sido profesora en la Universidad de La Habana e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela.

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