En los últimos tiempos, si un cubano visita las calles de Barcelona o de cualquier otra ciudad de Catalunya, puede sorprenderse ante unas banderas muy parecidas a la cubana que cuelgan de algunos balcones.
Se trata de la llamada “estelada”, que es la bandera que expresa el deseo independentista de un sector de la población catalana. Es esa, y no la española que todos conocemos, la bandera que sienten como propia muchos catalanes. En torno a ella han fundado un sentimiento de nación que ―aunque se remonta a 1714― desde hace un par de años se ha vuelto preocupante para el gobierno del Estado español, que no ve ya cómo frenar ese deseo independentista.
El curioso hermanamiento entre la bandera cubana y la “estelada” se remonta a finales del siglo XIX, en pleno auge de la emigración catalana a la Isla.
Cuentan que fue Vicenç Albert Ballester i Camps (1872-1938), activista del Partido Unión Catalanista y de otros movimientos e iniciativas de carácter independentista catalán, quien tuvo la idea de re-adaptar el diseño de la bandera cubana para la bandera independentista catalana.
Ballester residió en Cuba temporalmente entre finales del XIX y comienzos del XX y fue un declarado admirador de la lucha de la Isla contra la metrópoli española.
Aunque ya existía una bandera tradicional catalana en esos momentos ―la llamada “senyera”, que es igual a la española pero de barras muy finas― a Ballester i Camps no le parecía suficiente para expresar el distanciamiento de España, pues consideraba que la “senyera” no tenía atractivo visual y que su fuerza independentista quedaba neutralizada y minimizada por su inmenso parecido con la bandera española.
Es por ello que el nacionalista catalán intentó combinar los colores de la senyera con el de la bandera cubana, que expresaba no solo algo diferente en el aspecto visual, sino que además evidenciaba el sentimiento “antiespañolista” que compartían en esos momentos Cuba y Catalunya.
No hay que olvidar que la Isla había sido una gran pérdida para España y que había dejado malherido el orgullo de toda una nación. Tanto así, que hasta nuestros días ha llegado la frase “más se perdió en Cuba” para denotar una pérdida importante en cualquier ámbito.
Por tanto, en ese contexto de profunda desilusión, utilizar una bandera similar a la cubana para manifestar el deseo independentista catalán era como poner el dedo en la llaga de la autoestima española, a la vez que sugerir entre líneas: “nosotros seremos los próximos”.
El documento más antiguo donde apareció la estelada data de 1918, y unos años después, en la segunda mitad de 1928, se escribía y firmaba en Cuba la “Constitución Catalana de la Habana”.
En dicha asamblea del independentismo catalán, la “estelada” fue declarada la bandera oficial de la República Catalana Independiente.
En el Capítulo II, Artículo 3ro de la citada Constitución, se decía textualmente:
la bandera oficial de la República Catalana es la histórica de las cuatro barras rojas sobre fondo amarillo, con la adición, en la parte superior, de un triángulo azul y una estrella blanca de cinco puntas al centro.
Pero volvamos a los parecidos entre las banderas cubana y la estelada, pues aunque todavía existen quienes creen que la bandera cubana está inspirada en la catalana, lo cierto es que los cubanos tuvieron la primicia de un diseño que responde a 1849, y que se desarrolló en el ámbito del venezolano Narciso López y de su inclinación a que Cuba fuera anexada a los Estados Unidos (de ahí también la similitud con la bandera estadounidense).
En lo que respecta a la estelada, resulta curioso identificar que existen varias vertientes, en las que se modifica el color del triángulo o de la estrella, para acoger diversas tendencias políticas dentro del factor común del independentismo catalán, que enarbolan todas.
Además de “estelada blava” (‘estrellada azul’), que es la original, la segunda más común es la “estelada vermella” (‘estrellada roja’). En este caso suele relacionarse con la defensa de un estado independiente de carácter socialista.
Otra variante de la “estelada vermella” sería la que tiene el triángulo rojo y la estrella amarilla, que fue durante años la propuesta del Partido Comunista, que derivó en partidos similares años después.
La más reciente es la “estelada verda” (verde), que nació en 2008 y representa un estado ecologista y animalista.
Aunque hoy día la “estelada” permanece en algunos balcones catalanes de manera permanente, lo típico hasta hace unos pocos años era sacarla cada 11 de septiembre, fecha en que Catalunya celebra su “Diada” (su fiesta oficial).
Sin embargo, desde que Catalunya ha comenzado a luchar con más vehemencia por su independencia, la estelada se ha hecho más habitual en los balcones y bajo otras muchas formas en el cotidiano de vida: camisetas, tazas, mochilas, toallas, chancletas, y un largo etc.
Aunque hoy día cada vez es más amplio el número de personas que reniegan de cualquier bandera, por considerar que es un elemento simbólico que conduce los rasgos identitarios a niveles más “histéricos” que “históricos”; aunque muchos creen que una bandera provoca confrontaciones innecesarias entre naciones e ideales; aunque hay quienes sostienen que la mejor bandera es la “ropa tendida al viento”, lo cierto es que muchos millones de personas se siguen sintiendo identificados y representados en ellas.
Por lo demás, un recorrido por cualquier barrio barcelonés en estas fechas, da cuenta de que la “estelada” catalana sigue viva, y es por ello que muchos cubanos que vivimos en Catalunya ―dado el parecido con la nuestra― nos llevamos un pedazo de nostalgia en su presencia.
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