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El Mundial que yo veo: Subasic, el otro Goycochea

Con más susto del que se esperaba, los Valtreni acabaron celebrando.

Croacia venció a Rusia © Facebook / FIFA World Cup
Croacia venció a Rusia Foto © Facebook / FIFA World Cup

Este artículo es de hace 5 años

Cada cual entiende el fútbol –y el Mundial- como le viene en ganas. Es un derecho que nos asiste a todos. Esta columna sintetiza mis impresiones de cada jornada en la fiesta mayor del deporte más hermoso del mundo.

La jornada

De antaño hemos sabido que la sede pesa un mundo en el fútbol. Que tener al jugador número 12 es una bendición para los ánimos y la autoconfianza. Pero pocos equipos lo han confirmado como Rusia.

La Sbornaya llegó al Mundial como una Cenicienta. Los cálculos más optimistas le presagiaban una muerte segura en los octavos de final, si es que llegaba a tal instancia. Y después que Uruguay le endosó una goleada inapelable en el último duelo de la fase de grupos, nadie dudó de que los hombres de Cherchesov estaban condenados ante España.

Sin embargo, Rusia se encomendó a una defensa numantina y acabó despidiendo a La Roja en los penales. Entonces los expertos adelantaron (razonablemente, adelantaron) que el milagro ya había terminado de escribirse, y postularon a Croacia como verdugo de los anfitriones.

Lo que ocurre es que la realidad siempre supera a la imaginación. Con el estadio de Sochi como teatro de operaciones, el eje de los vaticinios orbitales estuvo a punto de moverse de lugar cuando los rusos anotaron primero vía Denis Cheryshev, tan inspirado como T.S. Elliot escribiendo The Waste Land.

Aquello fue un golazo. El público lo celebró con el fervor del marinero que ve tierra después de mucho tiempo en el azul oscuro del océano, y hubo quienes creyeron que, otra vez, el argumento mundialista admitiría correcciones.

Croacia pensaba diferente. Los herederos de Suker, Boban y Prosinecki no demoraron en igualar el pizarrón gracias a una jugada admirable en que se combinaron el centro de Mandzukic y la cabeza de Kramaric, recordándole a todos que si se trata de talento individual y colectivo, su plantilla compite con cualquiera en el torneo.

Y es que esta versión de los Valtreni es formidable, y lo sería aún más si tuviera en sus filas a todos los ex yugoslavos que brillan actualmente en las ligas europeas. Calcule usted que a Rakitic, Modric y Mandzukic, habría que sumarles nombres como Oblak, Kolarov, Savic, Ivanovic, Matic, Pjanic y Dzeko, entre otros animales futbolísticos que ahora defienden los colores de Serbia, Eslovenia, Bosnia y Montenegro.

De todos modos, la Gran Muralla Rusa logró extender el juego hasta la prórroga. Allí Vida trató de revivir las ilusiones croatas con un gol en el primer tiempo añadido, pero luego los dueños de casa le sacaron partido a una falta negligente de Pivaric que Mario Fernandes castigó sin miramientos.

Así, hubo penales. La cuarta del Mundial, y la segunda que disputaban los croatas. Y otra vez Subasic, el portero comedido, se vistió con las ropas del argentino Goycochea, algo que antes hizo versus Dinamarca.

Con más susto del que se esperaba, los Valtreni acabaron celebrando.

El gol

El de Cheryshev, un bombazo.

El equipo

Croacia, por merecimientos.

La individualidad

Modric le puso intensidad incluso en las últimas instancias.

El fiasco

La gran esperanza rusa, el largo Dzyuba, no se portó por el terreno.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Michel Contreras

Periodista de CiberCuba especializado en béisbol, fútbol y ajedrez.


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