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Con una pensión de 167 pesos y la indolencia del Gobierno: así viven una madre cubana y su hija discapacitada

Un reportaje de Cubanet recoge las penurias de una madre cubana y su hija con parálisis cerebral.

Ivón Frómeta y su hija Ingrid Foto © Cubanet/ María Matienzo Puerto

Este artículo es de hace 5 años

Una madre cubana lleva 10 años siendo peloteada y maltratada por funcionarios del Gobierno, en una interminable odisea para amortiguar las penurias de su pequeña hija de 10 años, postrada desde que nació debido a una parálisis cerebral.

Según recoge un reportaje del portal Cubanet, Ivón Frómeta lleva casi una década esperando subsidios y autorizaciones que le permitan mudarse a una planta baja, debido a que su apartamento -en el último piso de un edificio de microbrigada- le entorpece la faena diaria de trasladar a su hija a las terapias que necesita.

Vecina de Alamar, en la periferia de La Habana, Ivón lleva a su hija a rehabilitación los lunes, miércoles y viernes; primero al pediátrico Borrás (municipio Plaza), luego al Julito Díaz (Boyeros) y por último al policlínico Mario Escalona (Alamar). También debe llevarla los martes y jueves a equinoterapia, en el reparto Celimar.

Para acudir a todas las citas médicas de su pequeña, Ivón debía bajarla en coche por la escalera, cinco pisos.

“Mi niña no tiene control ni sostén cefálico”, explicó a Cubanet. Según consideraciones médicas recientes, la menor tiene además “el velo del paladar pegado a la pared posterior debido a su deformidad cervical y esto influye no solo en la respiración sino en la deglución”.

La niña padece de un RGE (reflujo gastrointestinal) grado IV con hernia hietal y estómago horizontalizado “por lo que no clasifica para casi ninguna de las operaciones que podrían darle mejor calidad de vida”.

A Ivón le aplicaron la ‘ley de madre cuidadora’, lo que significaba que recibiría una pensión de 167 pesos “que no alcanza ni para las medicinas”. “La cefalexina solamente cuesta 12 pesos, más la glicerina y la alimentación”, agregó. Para poder sobrevivir ella y su niña, limpia en dos casas y lava para la calle.

La madre visitó el Poder Popular y a la Dirección de Vivienda para sus trámites de mudanza. En estas entidades le afirmaron que “ya estaban estudiando” su caso y que “dentro de dos o tres meses me iban a bajar de piso, y luego decían que para el año que viene, y en ese cuento, ese engaño y esas mentiras todavía estoy aquí”.

En 2011 declararon su problema “sin solución” porque “la prioridad para las entregas de viviendas hoy la constituyen los casos sociales que se encuentran haciendo uso en Comunidades de Tránsito”.

Caridad Moracén Portuondo, jefa del Departamento de Atención a la Población de Habana del Este, y Luis Lázaro Martínez Pérez, director municipal de Vivienda, le reiteraron que las casas eran para los albergados y que “el cambio de vivienda debe ser solicitado por el titular del inmueble”.

Para entonces, Frómeta tenía problemas de convivencia con su esposo y, por tanto, “debía inscribirse en la Bolsa de Permuta ubicada en O´Reilly esquina a Aguiar (…) para buscar un cambio de vivienda entre particulares”.

En el 2015 se enteró de que podía pedir un subsidio. “El presupuesto es de 85.000 pesos. 24.000 de mano de obra, 5.000 de transporte y lo demás, para comprar los materiales. Me dieron para hacer lo que llaman una célula base, lo que sería un cuarto, una cocina, un baño y quizás una sala pequeña”.

Acudió nuevamente a las oficinas del Partido Comunista municipal, del Poder Popular y de Planificación Física. Desde hace 3 años tiene pagado un terreno para construir su casa, pero solo ahora ha recibido los papeles del mismo. Frómeta no explica cómo lo consiguió exactamente.

“En enero me senté en la oficina del abogado con esta criaturita y no me fui hasta que no me los dieron. Ya el terreno está a mi nombre, lo limpié, tengo el subsidio y ahora Jorge Luis, el liniero, dice que no va a quitar el poste” de la luz que entorpece la construcción de la vivienda.

Aunque todo parecía enderezarse, a Ivón le quedaba otro desafío por delante. Un poste de electricidad estorbaba en donde iba a hacer el cuarto. “Fui a la Organización Básica Eléctrica (OBE), hablé con el liniero, nombrado Jorge Luis, y me dijo que, si el gobierno le pagaba el presupuesto que había que pagarle, quitaba el poste y si no, no”.

Actualmente, la madre no está llevando a su pequeña a rehabilitación porque en el hospital Julito Díaz le torcieron la cadera en un ejercicio y ahora está pendiente de dos cirugías más.

Ivón aseguró que seguirá insistiendo por el bienestar de su hija, “aunque mi problema no le importe a nadie, ni quieran solucionar mi caso”.

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