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Díaz-Canel dice estar insatisfecho por su incapacidad al frente del país

Cuadro hecho a la medida del programa de la Escuela del Partido Ñico López, Díaz-Canel vio en el foro la ocasión de escenificar ese gran misterio del poder comunista conocido como “autocrítica”.


Este artículo es de hace 1 año

Miguel Díaz-Canel, el gobernante de Cuba que llegó a la presidencia de la mano del dictador Raúl Castro, dijo estar insatisfecho por su incapacidad para conseguir “los resultados que necesita el pueblo cubano”.

“Quiero decirlo hoy antes ustedes, que representan al pueblo de Cuba, y a todos los que nos escuchan: siento una enorme insatisfacción por no haber sido capaz de lograr, desde la conducción del país, los resultados que necesita el pueblo cubano para alcanzar la anhelada y esperada prosperidad”.

Su autocrítica puso en pie a todos los asistentes al décimo período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), incluyendo al nonagenario general de ejército, al que se le notaba cierta expresión de incredulidad en sus rasgados ojos.

Cuadro hecho a la medida del programa de la Escuela Superior del PCC 'Ñico López', Díaz-Canel vio en el foro la ocasión de escenificar ese gran misterio del poder comunista conocido como “autocrítica”, o reconocimiento público de los propios errores.

Introducido por primera vez por Iósif Stalin en su obra Los fundamentos del leninismo y luego ampliado en Contra la vulgarización del lema de la autocrítica, el concepto marxista de la autocrítica (samokritika, en ruso y zìwǒ pīpíng, en chino) también está presente en las obras de Mao Zedong, quien -fuertemente influido por Stalin- dedicó al tema un capítulo completo de El Pequeño Libro Rojo.

Pasado ese incómodo momento de la liturgia comunista, el líder de la llamada “continuidad” cogió aire con los “¡vivas!” y ovaciones recibidas, infló el pecho, y se puso las correspondientes medallas.

“Pero creo en la dirección colectiva y he actuado y actuaré como fiel seguidor y defensor de lo acordado en el VIII Congreso de nuestro Partido. En mi condición de presidente de la República y como servidor público he velado por el respeto a la Constitución, por el cumplimiento de la legalidad socialista y por mantener un vínculo permanente con el pueblo del que soy parte”.

Frente a semejante resultado -propio de un titán más que de un estadista-, gracias al cual la llamada “revolución” sigue siendo el altar de los sacrificios del pueblo cubano y el cáliz del que beben extasiados sus dirigentes, ¿qué puede importar “la anhelada y esperada prosperidad que necesita el pueblo cubano”?

Eso puede seguir esperando. Una buena dosis de "órdenes de combate" y “resistencias creativas” maquillan la cuenta de resultados del inquilino de Palacio.

Sí; Díaz-Canel asumió la responsabilidad de las crisis alimentaria, energética e inflacionaria (aunque Gil diga que es importada o inducida), pero ¿por qué no dimite? Sencillo y en sus propias palabras: porque “he insistido en el perfeccionamiento del sistema del poder popular propiciando más democracia y participación”.

Y porque insiste “en la importancia de escuchar al pueblo y gobernar en consecuencia”.

El gobierno de la continuidad tiene el rostro de titanio, pero nada les garantiza que un día, tras un ejercicio de autocrítica, aparezca el Lavrenti Beria que necesita todo régimen comunista y detecte en la voz del contrito una vibración propia de los “enemigos del pueblo”.

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Iván León

Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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