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Santiago de Cuba cumple 502 años

Cada aniversario es el momento idóneo para darse “bombo y platillos”, por eso el 502 de esta, una de las siete primeras villas coloniales fundadas por España en Cuba, es la pausa perfecta para seguir mostrando lo que Santiago de Cuba tiene

 © CiberCuba/ José Roberto Loo Vázquez
Foto © CiberCuba/ José Roberto Loo Vázquez

Este artículo es de hace 6 años

Un hábito que por fuerza de costumbre ya casi es tradición, es celebrar el aniversario de Santiago de Cuba con nuevas obras, que ha dejado en la urbe varios sitios que agradecen las personas y que convierten la «tierra caliente» en un importante destino turístico de ciudad en la nación.

A 502 años de fundada la antigua villa, se realiza la mayor y más importante intervención constructiva de las últimas tres décadas en la Plaza de Marte, espacio público que es considerado la puerta de acceso al Centro Histórico –Monumento Nacional desde 1978 y con aspiraciones a ser considerado Patrimonio de la Humanidad– porque se conecta, a través del Corredor Patrimonial Las Enramadas, con el malecón, trazando el mejor eje para descubrir la llamada «Capital del Caribe». Miles de personas que a diario hacen este recorrido son prueba irrefutable de la afirmación.

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Con el 490 aniversario de la ciudad comenzó este ambicioso proyecto de transformar la Plaza de Marte, para dotar de colores a un parque que era bastante gris. Ya nadie lo recuerda, pero fue así pues dominaban las edificaciones cuyos usos nada tenían que ver con el comercio y la gastronomía.

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Poco a poco, y previo a las actuales labores, aparecieron la tienda de instrumentos musicales “Sindo Garay”, la chocolatería Fraternidad, el Café Mama Inés, la Casa del Vino, el Iris Jazz Club, el Café La Gran Sofía…, también se limitó el tránsito de algunos vehículos y rutas de transporte urbano, con lo que se mejoró la calidad ambiental y la seguridad peatonal, y se dotó al espacio público de la llevada y traída “wifi”, el último puntillazo para convertir el sitio en una zona de gran acogida familiar y de interés sociocultural.

Las labores actuales no resultan menos significativas, al contrario, y la trastocada y alterada cotidianidad del santiaguero dan fe de ello. Nadie se enteró nunca, al menos esa es mi percepción, de que trabajos de gran envergadura se iban a hacer en la Plaza de Marte. Fue una sorpresa para todos.

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Entre lo más llamativo está lograr un viejo sueño de los urbanistas y arquitectos de la Oficina del Conservador de la Ciudad: el soterrado de los cables eléctricos, telefónicos y relacionados con los semáforos, una manera de limpiar las vistas que rodean el anillo y las edificaciones de la Plaza de Marte, lo que necesitó zanjear todas las calles y las aceras.

Las propias aceras tuvieron un tratamiento integral, porque existían antes algunas de granito, de adocreto y hormigón, muchas de ellos en mal estado, con lo que se decidió llevarlas todas a un tratamiento integral, único, con el pavimento impreso, que con tanto éxito se utilizó en la ciudad con el Corredor Patrimonial Las Enramadas, a dos tonalidades y con la marca del adocreto.

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Aunque hoy se no se aprecia, también se empotraron en las aceras algunos conos de luz, para iluminar la fachada de algunas edificaciones, con lo cual la Plaza de Marte tendrá más brillo en las noches, acentuándose como un lugar de mucho interés en la urbe y realzándose la tipología ecléctica en su conjunto.

La novedad más importante en la intervención constructiva que hoy se realiza en la Plaza de Marte es la conformación, al concluir, de un complejo que estará formado por la Chocolatería Fraternidad, el Café Mamá Inés y justo en el medio –donde hubo dos viviendas– estará una pizzería, y las tres edificaciones estarán conectadas por dentro.

De forma general, con mayor o menor grado de profundidad, todas las instalaciones del entorno de Plaza de Marte han recibido algún tipo de intervención, de acuerdo con las necesidades de cada lugar.

Existe, además, la propuesta de incluir una enrome pantalla que será visible desde cualquier punto de este espacio santiaguero que, posiblemente más que ningún otro, sea testigo del diario palpitar del pueblo y de las transformaciones.

Desde el siglo XVIII la Plaza de Marte era empleada como campo de ejercitación de las tropas de la metrópoli española, en ese momento era llamado “Campo de Marte” en alusión al Dios de la guerra en la mitología griega.

Más tarde se colocó en el centro, y sobre una columna, un gorro frigio, símbolo de unidad, independencia y soberanía de la República. La base está escoltada por cuatro cañones de bronce. Este conjunto se mantiene hasta la actualidad.

Santiago de Cuba tiene…

El mérito de ser Capital del Caribe, tierra indómita, Capital de la Historia, la Ciudad Héroe, Cuna de la Revolución, la más hospitalaria, capital de la música… una serie de calificativos que resumen la impronta y legado de la urbe y que sin dudas justiprecian su acervo de ya 502 años de antigüedad.

La «tierra caliente», como también se le insiste en llamar, posee el mérito de ser la única ciudad del Caribe con tres componentes del Patrimonio de la Humanidad: el Castillo San Pedro de la Roca y el sistema defensivo colonial (1997), el Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones de Café del Sudeste de Cuba (2000) y la Tumba Francesa La Caridad de Oriente (2003).

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Aspira, además, a incluir otras tres: el Centro Histórico de la Ciudad, el Paisaje Asociativo de El Cobre y los pecios testigos de la batalla naval que puso fin al régimen colonial español en América. De lograrse, la provincia se ratificaría como un rico reservorio de la cultura cubana, aunque no necesita esos “títulos” para serlo.

Cada aniversario es el momento idóneo para darse “bombo y platillos”, por eso el 502 de esta, una de las siete primeras villas coloniales fundadas por España en Cuba, es la pausa perfecta para seguir mostrando lo que Santiago de Cuba tiene…

Posee, además, la más antigua catedral de Cuba, que es el edificio de madera más grande del país, la casa más antigua del continente –o al menos de la nación–, ubicada en uno de los relieves citadinos más singulares de la isla, que impregna a la urbe características que la hacen única, sin olvidar al Museo Provincial Emilio Bacardí, la primera institución de su tipo en la isla.

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Aquí nacieron tres reinas de la música cubana: Celeste Mendoza (del Guaguancó), La Lupe (del Latin Soul) y Olga Guillot (del Bolero), e importantes pilares de los ritmos nacionales –y santiagueros–, como Miguel Matamoros, Ñico Saquito, Compay Segundo, Sindo Garay, cuyos restos, de estos últimos, descansan en uno de los cementerios más importantes del país: el Patrimonial Santa Ifigenia.

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Aquí, también, tienen descanso eterno Carlos Manuel de Céspedes, José Martí y Fidel Castro, sin olvidar a la familia País García y Maceo Grajales, y se escribieron algunas de las páginas más hermosas de la historia, como los sucesos de la clandestinidad.

La más hospitalaria de las ciudades cubanas -algunos le llaman así- posee una de las fiestas populares más importantes del País, el Rumbón Mayor –patrimonio del país– y el evento más importante de cultura caribeña en el área, la llamada Fiesta del Fuego.

A sus 502 años, Santiago de Cuba es todo eso y mucho más, en especial para cada persona que nacida en esta singular, inigualable e irrepetible urbe, tiene su manera personal de verla, de acariciarla con su mirada diariamente o con una evocación de la memoria.

“El Chago”, como le llaman cariñosamente muchos, vibra fuerte en cualquier lugar del mundo, más dentro de las personas, que se entusiasman cuando ven una Enramadas recuperada, un malecón atestado de personas, un cartel que dice Cuba y salta el orgullo.

CiberCuba/ José Roberto Loo Vázquez

Santiago de Cuba en sus 502 años es, sobre todas las cosas, orgullo.

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José Roberto Loo Vázquez

Periodista de graduación, y fotógrafo de pasión, dos historias que se entremezclan y atrevidamente me hacen llamarme fotoreportero. Si sumamos mi amor, por la ciudad de Santiago de Cuba, no es difícil entender mi preferencia: fotoreportero que gusta resaltar su urbe natal, la “tierra caliente”.


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José Roberto Loo Vázquez

Periodista de graduación, y fotógrafo de pasión, dos historias que se entremezclan y atrevidamente me hacen llamarme fotoreportero. Si sumamos mi amor, por la ciudad de Santiago de Cuba, no es difícil entender mi preferencia: fotoreportero que gusta resaltar su urbe natal, la “tierra caliente”.